Hay alguien especial, un ser divino que camina pensando entre las calles de la inerte ciudad. Un chico que escucha y conoce melodías en voces; que mira la belleza escondida de las personas con los ojos de su alma.
En su rostro, hay dos luceros brillantes debajo de unas líneas marcadas pobladas de fino bello, y sobre ellas finas y pequeñas pestañas. Sus labios, cual pétalos de rosa enmarcan pequeñas líneas curvas y aparecen cuando esboza una tímida sonrisa, y unas estructuras de color blanco turbio embellecen sus facciones.
Mi amor, como yo, cree en el mito de las llamadas almas gemelas; y cada día al amanecer confía en que las energías del universo han de juntarnos para hacer nacer aquello que todos han dejado morir.
Hay un chico que es como el arte:
que sus palabras son notas de música, que sus manos son una perfecta escultura, que su rostro la más bella pintura; que su andar, la danza más aclamada y su mente, la literatura más conmovedora.
Hay un chico, esperando a encontrarnos.