Cap 3.

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Marswell, retrocedió y ahí en medio de ese caos, pudimos salir finalmente, y entramos por una carretera alternativa. Esta estaba llena de piedras, y era difícil el paso, pero al menos no se sentía el caos. Alrededor, los matorrales eran tantos, y de noche, eso da al camino un aspecto algo espeluznante. ¿Qué habrá detrás? De eso no me quisiera enterar...

- Bien - habló -, por fin tenemos un recorrido un poco más apacible.

No respondí, sólo lo miré y asentí.

- ¿Qué pretendías, Caroline? - preguntó.

- ¿Pretender? ¿A qué se refiere? - pregunté con expresión de confusión en mi rostro.

- Lo del proyecto. Es como si hubieses escogido el tema sólo para debatir conmigo - sonrió, con su típica y tonta sonrisa.

- ¿Yo? No... Creo que usted está confundido. - dije dirigiendo mi mirada hacia los oscuros matorrales.

- ¿Confundido? No lo creo... Caro, yo sé que hemos tenido muchas diferencias, no dejas que imponga mi opinión sobre la tuya y eso me agrada. Pero siento que hemos sido rivales sin causa, eres una chica interesante y muy linda, además, ya te vas a graduar, no nos veremos más... O eso creo. Así que, yo quiero que no seamos rivales al menos por esta noche, si te parece bien...

Quité mi mirada de la ventana y la dirigí hacia él, quien al instante apartó la mirada del camino y me miró por unos segundos, sonriendo.

- Primero que todo - dije indiferente - no escogí el tema para empezar una discusión con usted, usted no debió intervenir. Contaba con argumentos y no iba a dejar que usted me ganara en esa parte. No siento y no sentí esto jamás como una rivalidad - mentí -, lo único que pasa es que, sé defender mi punto, puede ser usted o puede ser cualquier profesor, así que no estamos entre rivales, jamás fue así.

- Bien - dijo frunciendo el seño -, eres una chica terca, pero eso es un sí. - volvió a su habitual cara de tranquilidad.

Poco después, el silencio nos envolvió, yo seguía observando por esa ventana, y de un momento a otro, ya no veía matorrales, sino carretera abierta. Doblamos y entramos a una calle donde habían muchas casas grandes alrededor, todas muy lindas. Algunas con autos estacionados al frente, y las luces de las casas se hallaban encendidas. Después de todo no era tarde. Luego, nos estacionamos frente una casa, una hermosa casa. Era de color blanco, tenía un lindo jardín, las flores estaban muy bien cuidadas. Los bordes de las ventanas eran de color café obscuro, parecía madera fina, eso le daba elegancia a esa casa. Se veía como una casa demasiado grande para que viva un profesor joven y solo.

Él bajó de su auto y caminó para abrirme la puerta. Yo salí del auto y le dediqué una sonrisa por el gesto, él me la devolvió. Luego, entramos a la casa.

Metió las llaves en la cerradura, abrió y pudimos entrar. Cuando entramos, dejó su bolso en el mueble que parecía estar en un recibidor y fue dentro.

- Puedes sentirte cómoda, iré por algo de tomar - se dirigió hacia su cocina.

- Gracias. - dije.

Me senté en uno de los muebles del recibidor, observando todo.

- ¿Quieres algo de tomar, Caroline? - me preguntó vociferando desde su cocina.

- Sí, tal vez algo de té me vendría bien. - respondí con cierto desdén.

- Okay.- respondió desde lejos.

Bien, ahora estaba en la casa de mi profesor de literatura, en horas de la noche, para arreglar un «asunto académico». Interesante.

Llegó con una bandeja e hizo un gesto para que lo siguiera a la sala principal. Colocó la bandeja en una mesa de centro y me invitó a sentarme en sus muebles. Organizó la bandeja, me dio un té con un pañuelo blanco y me ofreció galletas. Hice un gesto de agradecimiento y me dispuse a tomar mi té, que en realidad olía y sabía delicioso. Él optó por una taza de chocolate y tomó un sorbo.

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