Bueno, ya que están todos - dijo el profesor - demos apertura a esto tan esperado. Empecemos pues. Recuerden que esta es la nota más importante del período, algo fundamental para que ustedes puedan ir a esa tan anhelada ceremonia de graduación, les pido completo orden y silencio para con sus compañeros expositores. Pero antes, vamos a relajarnos. No llamaré a lista primero, quiero saber si aquí hay un voluntario para empezar.
» Ninguno de nosotros se movía de la silla, todos se miraban entre sí como si se estuvieran incitando a hacerlo y terminar con toda esta tensión. Por lo general, me siento al fondo, y bueno, trataba de no mirar a nadie para no contagiarme de los nervios, así que me puse a leer el material que estaba en mis manos. Pasaron así unos cuantos minutos, y nadie decía nada. Yo fingía estar inmersa en lo que hacía para tratar de ignorar aquella situación tan incómoda. El profesor miraba expectante a todos sus alumnos. Era un tipo alto, con cabello café y ojos del mismo color, de tez blanca y tenía la manía de cruzar los brazos y tener mentón arriba, lo que le daba un aire de prepotencia.
- ¿Nadie va a pasar? - preguntó el profesor Marswell, colocándose sus lentes - recuerden que todos y cada uno de ustedes tendrá que pasar al frente, mientras más rápido, mejor. ¿Qué me dice usted, señorita Russo? - me preguntó - la veo tan inmersa en esa lectura que creo que está muy bien preparada, ¿Nos da el honor de pasar?
- Rayos - pensé. - ¿Ahora qué? De todas las caras que ve en este salón justo me llama a mí, qué lindo. - Claro, profesor - dije - Pasaré a exponer mi proyecto.
Él me miró con cara de satisfacción, con esa sonrisa ladeada que tanto me molesta.
- Adelante - dijo.
Caminé hasta llegar al frente, todo el salón estaba en completo silencio. Sentía todas esas miradas sobre mí, incluida la del profesor Marswell. Traté de no bajar mi mirada, es un hábito estúpido que debo mejorar.
- Bueno, mi tema para el proyecto, lo basé en la falta de programas para la mejora de la educación infantil en nuestro país - dije un poco más segura de mí, al fin y al cabo no me desvelé para nada.
- Muy buen tema, señorita - dijo - ¿Qué nos dice al respecto?
- Para empezar, la idea de que hayan tantos niños sin educación en este país, es alarmante. Empezando porque, los niños, son el futuro de éste. Hay aproximadamente 3. 500 niños sin recibir el servicio de educación. Un 70 % por falta de recursos, un 20 % por el descuido de sus padres, un 5 % porque no pueden salir de sus casas a causa de la violencia que viven en el lugar en que residen, y el otro 5 % por la falta de escuelas cercanas.
- Tenemos claro, Russo - interrumpió Marswell - que este tema es un tema muy abordado en las reuniones del congreso. ¿Pone en duda usted la capacidad de estas personas para mejorar esta situación?
- No, profesor. La capacidad, los recursos y todo lo demás lo poseen. Pero, ¿Qué hacen sentándose en una reunión a discutir cómodamente mientras que los niños sin educación estén siendo tan vulnerables por las calles? Algunos vendiendo en los semáforos, otros siendo víctimas de otras cosas. Lo que no tienen, profesor, es la disposición. ¿Adónde va todo ese dinero? Hacen campañas por un día por esta causa sólo para que el país vea que hacen algo, pero no hacen nada, el problema aún no está solucionado. Aquí hay un grave problema. Y si me lo vuelve a preguntar, profesor, sí dudo mucho de su capacidad. - le respondí - ¿Qué hacen teniendo los recursos y no la capacidad que va muy agarrada de la disposición? Nada.
Me quedó observando por unos minutos, hasta que por fin habló.
- Bien, usted dice que duda de su capacidad, pero usted, ¿Qué haría para solucionar el problema? ¿Se considera con la capacidad? - me preguntó tajante, esperando que caiga en fallo con mi respuesta.

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Si quieres, vete.
Teen Fiction«No creo que esto deba funcionar, digo, te quiero, pero nadie está de acuerdo con esta relación, es mejor que dejemos de hablar» Caroline, una chica de 17 años, pierde a su mejor amigo, Noah, por causa de gente mal intencionada. Caroline decide que...