Resfriada

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Naruto & friends by Kishimoto.

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-¿Quién es? –pregunta con voz gangosa asomándose por la mirilla.

-Ohaiyo, Sakura-chan –saluda un Kakashi al otro lado de la puerta.

-¿Qué hace aquí? –pregunta sin abrir la puerta.

-Vengo a traerte algunas cosas –dice subiendo unas bolsas a la altura de la mirilla.

-Váyase, no quiere que se lo pegue.

-Dicen que una vez que has pasado la gripe no puedes volver a cogerla hasta el próximo invierno. Que tu cuerpo se ha hecho inmune a ese virus hasta su siguiente mutación.

-¿Y eso quien lo dice? –pregunta abriendo la puerta para mirarle ojerosa.

Por un segundo Kakashi no dice nada. Sólo la mira de arriba abajo, Sakura se encuentra envuelta en una gran manta.

-La gente.

-Soy médica, eso es una chorrada. Créame.

-¿Entonces puedo volver a enfermar?

-Sí –responde empujándole hacía la puerta.

-Tienes mal aspecto –dice apartándola con un par de dedos y entrando-. Por no hablar de que tu usual fuerza bruta está completamente ausente.

Sakura sólo consigue mirare con odio antes de estornudar unas cuantas veces.

-Te he traído algunas cosas –repite.

-No era necesario.

-Tú me cuidaste cuando yo enfermé.

-Estábamos de misión, no tenía muchas alternativas.

-De regreso –puntualiza-. Pudiste haberme abandonado allí, ya no era necesario –bromea.

Sakura le ignora y vuelve a su sofá, donde se hunde tapándose hasta las orejas.

Kakashi entra hasta la cocina y deja algunas cosas en la nevera y los armarios.

Sakura oye ruidos y agua correr del grifo, pero no siente fuerzas para nada, así que sólo le deja hacer.

A los pocos minutos Kakashi vuelve con una bolsa de agua caliente en una mano y con un bol en otra.

-Ten, ponte esto en la espalda, te hará bien –la dice ofreciéndola la bolsa de agua caliente.

Va hasta la mesa y deja el bol.

-Te he preparado una sopa de miso, está muy caliente, espera un poco y tómatela.

-Si papa –bromea Sakura desde el sofá.

Kakashi se gira para mirarla con el ceño fruncido. Se acerca hasta ella y se sienta a su lado en el sofá.

-Tengo que irme, pero volveré luego.

-No es necesario. Puedo cuidarme solita.

-No sé... los médicos son los peores pacientes –dice muy cerca de ella.

-¿Qué hace? –pregunta nerviosa por su proximidad.

-Realmente tienes muy mal aspecto.

-Gracias. Usted sabe cómo levantarme la moral.

-No sabía que se trataba de una gripe depresiva –bromea sonriente-. No tengo las indicaciones correctas para su tratamiento.

-Es sencillo. Deje a la paciente sola.

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