Capítulo 1.

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- Dispara, en la cabeza -  Soltó como sí nada un hombre de mediana edad vestido con ropa de abrigo y botas de agua. Tenía el pelo canoso, unos ojos marrones muy oscuros que no transmitían nada de confianza y bastantes arrugas en el rostro, aparentaba cincuenta y muchos años. Sonrió un poco y dejó escapar una pequeña mueca de malicia en su cara al terminar la frase. - ¿A qué esperas? ¡Dispara de una maldita vez, Quentin!

Quentin, el chico al que iba dirigida la orden, se limitó a estirar el brazo y apuntar a la cabeza de la desgraciada persona que según el hombre, debía morir. Pasaron unos segundos y se volvió a escuchar la ronca voz del hombre:
- Pero bueno, ¿qué te pasa? No es la primera vez que disparas.
- Si lo es, nunca he disparado a una persona. Y no voy a empezar hoy, lo siento, Axel. - Respondió el muchacho tranquila y lentamente. A pesar de la serenidad en un su voz, por dentro estaba muy nervioso y preocupado por lo que le podría ocurrir si no cumplía la orden de su mayor.

Axel, dio unos pasos al frente y se colocó a menos de un metro de muchacho. Su mirada desprendía furia y estaba a punto de descargarla toda.
- Escúchame bien, niñato. Yo soy quien manda, yo doy las órdenes y tu obecedes. Si no lo haces serás el próximo en sentarse en esa silla y recibir un tiro entre los ojos, ¿te queda claro? ¡Dispara de una maldita vez! - Ordenó.

Quentin se puso delante de su víctima, una chica atada de pies y manos a una silla y con una tela en la boca que le impedía gritar y pedir auxilio. Tenía un bonito cabello anaranjado, con unas ondas que le caían sobre los hombros ligeramente. Llevaban un rato hablando de asesinarla y aún así ella no había ni pensaba soltar una sola lágrima, pues a sus dieciséis años seguía recordando las palabras de su difunto padre: ''Llorar es algo natural, todos lo hacemos, pero nunca debes dejar que te vean llorar, pues eso solo demuestra que eres débil'' tras decir esas palabras le daba una bofetada a la niña, para que se acordase de que sí lloras, todos verán que eres débil y te harán daño.

Sus ojos eran de color miel, con las pupilas dilatadas al máximo debido a la oscuridad de la extraña habitación en la que se encontraban. Era delgada, seguramente debido a la escasez de comida que se estaba produciendo.

De repente se escuchó como el muchacho, que parecía tener la misma edad que la chica a la que estaba apunto de matar, le quitaba el seguro a la pistola que minutos antes le había entregado Axel, y eso significaba que estaba un poco más convencido de cumplir la orden que le habían dado.
- Cuando termines búscame, estaré con Alexis en la sala común. - Dijo Axel al mismo tiempo que se dirigía hacia la puerta.

Segundos después, el chico finalmente se decidió a disparar, y una bala abandonó el cañón del arma.
Suspiró profundamente y pensó en el gran peso que se había quitado de encima, y poco a poco comenzó a bajar el arma, sin dudar ni un solo segundo si lo que acababa de hacer estaba bien o mal. La sangre de la víctima de derramaba gota a gota, creando un gran charco de sangre.
Había matado a Axel, su tío.
La chica comenzó a tambalearse en la silla, con los ojos abiertos como platos, atónita. Le temblaba todo el cuerpo y del miedo que tenía casi se había olvidado de que debía respirar. Quentin se hacercó lentamente a la muchacha, y mirándole a los ojos, le quitó las cuerdas que la impedían moverse y también el pañuelo de su boca, mientras su tío se desangraba a tres metros de ellos.
En cuanto la muchacha pudo, aún aterorizada ante lo que acababa de presenciar, preguntó:
- ¿Por.. por qué?
- No es por ti, pelirroja. Vamos, levantate, aunque lo que vas a ver ahora posiblemente hará que te desmayes. - Dijo riéndose, se guardó la pistola y cogió a la chica del antebrazo apretando un poco. Se asomó a la puerta para comprobar que no había nada alrededor y entonces  ella habló de nuevo.
- No me llamo ''pelirroja'', soy Rudy, y por favor, sueltame, sé caminar perfectamente - Reprochó al mismo tiempo que de mala manera, alejaba su brazo de la mano de Quentin.
- Como quieras - Dijo el sin darle mucha importancia a lo que ella acababa de decir - Vamos.
Caminaron fuera de la habitación en la que Rudy había pasado más de un mes, había estado inconsciente durante todo ese tiempo excepto los últimos dos días. Ella se preguntaba a donde demonios la estaba llevando, no sabía muy bien si fiarse de aquel chico, no le conocía de nada pero le sonaba mucho. Era alto, unos diez centímetros más que ella, con el pelo color castaño y unos ojos verdes pequeños. Estaba segura de que lo había visto antes de ser secuestrada. Dudaba si pararse en seco y no seguirle a dónde fuera que estaba yendo, pero si lo hacia, ¿Qué pensaba hacer después? ¿Volvería a la oscura sala donde había estado encerrada? Le condería al misterioso chico el beneficio de la duda y le seguiría, sin tener ni idea de que lo que la esperaba fuera era incluso peor que lo que había dentro.

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⏰ Última actualización: Aug 29, 2015 ⏰

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Rudy ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora