Era otro frío día para Thomas. Ya estaba cansado de andar y andar sin rumbo con Kiro, su hermoso gato, como única compañía. Su misión de todos los días era conseguir algo de comida, ya que la persona que hacia llamarse su padre lo había abandonado cuando no tenía mas de 6 años,dejándolo a la indefenso y a su propia suerte.
Pocos días después de que su padre lo había abandonado, en una estrellada noche, mientras intentaba dormir en el parque del centro de la ciudad, una extraña mujer, con mantos negros que hasta su rostro cubrían y una antorcha, que no irradiaba ningún tipo de luz, en la mano derecha, apareció de la sombra de un árbol, él no había visto como había llegado, pero en ese momento no le importaba. La voz de aquella mujer llegaba de todas partes. Aún en el recuerdo la escuchaba claramente y jamás se olvidaría esas profundas palabras:
- Thomas, no hay que temer- Claro, no le iba a temer a una voz que llegaba de todas partes ni a una mujer de mantos negros que apareció de la nada, pensó él en aquel entonces con ironía-. Pronto te encontraran, pero aun así, quiero dejarte a un amigo- Por detrás de la mujer anónima apareció un pequeño gatito completamente negro, a excepción de sus ojos, que eran del mismo color que los de Thomas, un azul extraordinario-. Es Kiro, y sera tuyo por siempre.
- Si no me abandona, como todos los que han estado conmigo- dijo Thomas con amargura, hablando entre dientes
La amarga risa de la mujer lleno la noche.
- Tan pequeño y tan duro con sí mismo. ¡Ah! Te traigo otro regalo- extendió el brazo y, con una diminuta explosión de humo, se reveló una bolsita de terciopelo color vino, con una cinta de oro que la decoraba. En el centro de la bolsita estaba la imagen de una antorcha, como la que la extraña mujer llevaba en su mano-. Úsalo solo cuando de verdad lo sientas necesario.
-No me has dicho quien eres-exclamó Thomas
- Si te digo no me creerías- dijo ella mirando para otra parte-. Pero no importa, te lo diré. Soy Hécate, diosa griega de la hechicería y, por otra parte, también tu...
"¡No lo recuerdes!", se grito Thomas en su mente. "Sabes que no te hace bien, sólo piensa en lo que es ahora, todo lo que tienes por delante".
Siguió caminando. Sus vaqueros negros, con algunas lineas que él mismo había echo de color azul, estaban mojados y sucios al igual que su chaqueta negra y su camisa azul. Los chicos en su ciudad le decían "el Chico Negriazul". Varias señoras le habían ofrecido que se quedara en sus casas. Él las había rechazado todas, ya que sabía que en algún momento lo iban a dejar.
Ya que era un chico anormal, el cual su padre no había intentado educarlo de la manera que es debida y con mucho mas razón alguien que no le correspondía hacerlo. "El Chico Negriazul", que ya había cumplido 4 años de vagar por las calles, tan joven, tan atractivo, con toda una vida por delante, no tenía a nadie quien se preocupara por él. El niño de alguna manera, para no deprimirse, podía poner su mente en blanco y no pensar, algo que le ayudaba mucho la mayoría de veces.
También podía buscar en su mente cualquier recuerdo exactamente después del día en que cumplió los 6 años de edad, antes de eso no recordaba absolutamente nada. En el día de su sexto compleaños había pasado como todo lo mas relevante en su vida, hasta ahora.
Thomas iba caminando por la calle cuando de pronto tropezó con una chica, y eso lo saco de sus pensamientos. Era alguna chica que iba temprano para la escuela, porque llevaba una mochila verde y algunos libros en la mano. Era de la edad de Thomas. La razón de que lo supiera era porque calló fuera de algún libro lo que parecía una tarjeta de identificación. En la parte superior estaba el nombre y luego la edad, supuso Thomas, el cual la recogió, leyó( nunca nadie le enseño a leer, pero sabía como hacerlo, y no conocía la razón) y luego dijo:
ESTÁS LEYENDO
Demons
FanfictionDos semidioses malditos, la diosa del día, a los demonios ahuyentará, el despertar de la noche, y un mago que los proteja.