El camerino de la joven Christine tenía cuatro paredes, cuatro paredes recubiertas de una pintura rosa pastel, un lugar muy romántico y femenino ( aunque fuera pequeño ). Siempre decorado con flores, sobre todo rosas, eran sus favoritas.
Lo más destacable en su camerino era el armario ( donde se encontraban sus hermosos vestidos a la hora de salir en escena ), y su tocador, aquel lugar donde podía meditar, afinar su voz y arreglarse antes de el show.
En ese momento allí de encontraba, sentada sobre el esponjoso banco de madera blanca, permitiendo a la joven Christine reflejarse en el espejo. Sus manos estaban colocadas a los costados de el rostro, estirado la piel de este, creando un gesto gracioso. Si tan sólo pudiera estar relaja reiría de su propio aspecto, pero era todo lo contrario. Estaba nerviosa, sentía un reflujo recorrer su garganta.-Tu puedes Christine Daae, no llegamos tan lejos aquí para darnos por vencidos- Se decía ella misma para darse ánimos.
-Cinco minutos, Daae- Exclamó una voz de el otro lado de la puerta.
-¡Cinco Minutos!- Repitió ella.
Rápido, sus manos se desplazan desde el tocador a su cabeza, arreglando su cabello castaño, maquillando su rostro para resaltar sus bellos e inocentes ojos azules. Cuando estuvo lista, se puso de pie alisando el vestido que había sido brindado por el trabajo. Un hermoso vestido blanco, que cubría su cuello y brazos por completo. Haciéndola sentir sofocada.
Salió lo más rápido posible de allí, aclarando su garganta y tarareando notas.
Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si, Do.
Cuando finalmente se encontró en la mitad de el escenario sus nervios desaparecieron, la luz proveniente de el reflector era tan potente que la segaba. No podía ver a los espectadores, algo muy benéfico para ella.
Se dejo llevar por la música, la orquesta en vivo, sentía como su garganta vibrara a cada nota que elevaba, era absolutamente magnífica, como sacada de un cuadro de Boticelli y con la voz digna de un ángel.
-Si que es buena- Dijo uno de los espectadores, Philipe, un joven aristócrata que su nivel social era delatado por sus finas prendas, su expresión que siempre era hipocresía o incluso apatía cambió a un gesto de cejas levantadas y la boca entreabierta.
-Completamente, es magnífica. Me pregunto donde la han tenido escondida- Dijo su hermano menor, Raoul, que al parecer no se había dado cuenta como se había reclinado sobre su asiento para escuchar mucho mejor aquella melodiosa voz.
Los hermanos Raoul y Philippe de Chagny aplaudieron al terminar la presentación de Christine, ambos eran iguales, pero diferentes a la vez. Ambos compartían la misma altura, el mismo tono rubio de cabello, pero no las mismas facciones ni tono de ojos. Philipe tenía ojos azul cielo, cejas abundantes y una amplia frente. Más sin embargo, su hermano Raoul era algo más infantil, ojos verdes color maleza, Cabello despeinado que sin perder su toque sensual caía por su frente y también cubría sus ojeras. Raoul había sido educado más por mujeres, eso explicaba su tendencia a ser un poco más femenino.
- ¡P-Philipe! Ahora recuerdo donde la he visto, es Christine, la hija de el señor Daae, era mi maestro de música cuando era un niño- Expresó el joven Raoul dando un pequeño manotazo a su hermano mayor en el brazo.
-¿Daae? No la recuerdo - Dijo el otro joven mostrando indiferencia pero una pequeña sonrisa se pintó en sus labios, por que estaba seguro que su hermano haría algo descabellado.
-¡ Debo verla !
Fue lo último que dijo el joven Raoul antes de escaparse de la visión de su hermano. Fue por entre la multitud hasta colarse tras bambalinas. Su mirada vagaba por el lugar que se encontraba algo oscuro, al final llego a una puerta que tenía un letrero citando el nombre de " Christine ".
Tocó la puerta una vez, escuchó voces adentro, poco a poco abrió la puerta y en chirrido de la vieja madera lo delató. Allí estaba su querida Christine tirada en un sofá, un doctor a su lado revisando su pulso.- Parece que sólo tuvo un bajón de presión, nada grave- dijo el doctor guardando sus instrumentos en su maletín.
-Christine-Dijo el joven Raoul siendo algo inoportuno.
La joven rodó los ojos, no estaba de humor para visitar, ni siquiera se limitó a verlo.
-Vayase.
El doctor ignoraba la escena, cuando tenía todo listo se retiró sin decir nada.
- Christine soy yo, Raoul, estuvimos juntos en...
-¡Dije que se fuera!- Christine se levantó molesta de el sofá, empujando lo sacó de su camerino y cerró la puerta en su cara.
Raoul estaba en shock, no estaba acostumbrado a ese tipo de tratos. Apretó las manos en puño y los labios se volvieron una fina línea. Estaba molesto, iba a volver a tocar, pero mejor se dio la vuelta para retirarse.
Vas a ser mia, Christine.
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De Chagny
RomanceChristine, joven francesa apasionada por la ópera, busca ser la siguiente primadonna de la ópera francesa. ¿Será que los celos de Raoul De Chagny le permitan serlo? —♛— Versión moderna de " El fantasma de la Ópera "