-MANUAL DE LO PROHIBIDO-
Capitulo 29 ,30 y 31No quería que Jung Kook se fuera, porque sabía que luego tenía que enfrentarme yo sola a un montón de sentimientos que no deben de estar dentro del corazón que ahora latía dentro de mí cuando lo veía a él.
Me mordí las uñas con nerviosismo, ideando quién sabe cuántos planes para evitar a Suga, porque sí, eso es lo que haría, después de haberlo pensado y repensado, la decisión más sabia era evitarlo, así, a lo mejor, los absurdos sentimientos desaparecían. Miré el reloj con nerviosismo, como alguien que teme que el tiempo de un examen se acabe cuando no vas siquiera a la mitad. Faltaban doce minutos para las siete de la tarde.
Contárselo a Jung Kook y que este me hiciera ver las cosas con claridad, había servido sólo para atormentarme; porque ahora ese era exactamente mi problema, todo estaba ya claro y yo estaba enamorada de alguien de quien no debía. Tanto tiempo compartido había traído consecuencias fatales para mí.
¿Y si no le abro? Pensé. Cuando llegara podría ignorarle y no salir a abrirle, así, el se iría y yo no tendría que atormentar a mi corazón, haciéndolo latir para luego ordenarle que se callara. Corrí a mi habitación, dispuesta a embarcarme en mi mundo e ignorar los ruidos externos, y eso incluía el llamado a la puerta que en cualquier momento se oiría.
Conecté mi reproductor de música al par de bocinitas que papá me había regalado en el cumpleaños número diecisiete y dejé que la música sonara queda por toda la habitación. Mientras sonaba la primer canción de la lista, aquellos golpeteos en la puerta tan reconocibles ya, se escucharon, haciéndome latir el corazón con un palpitar que resultaba ridículo. Traté de ignorarlos y sobre todo, ignorar el pensamiento de saber quién era el que estaba detrás de la puerta. Pero los golpecitos se aferraron a seguir llamando y era como si su sonido me incitara a correr y ver el rostro que ahora se proyectaba en mis sueños. Arranqué de un jalón el reproductor y conecté los auriculares blancos para luego llevarme cada uno a los oídos, haciendo girar el círculo para que el volumen subiera y me atronara en los oídos indefensos. Me tumbé sobre la cama y cerré los ojos con fuerza, produciendo una que otra arruguita en el parpado. Enterré la cabeza en la almohada y luego canturrié algunas estrofas de All the small things de Blink 182, que sonaba con potencia en mis oídos, haciendo de mi voz sólo un farfullar ahogado que nada más yo entendía.
Así pasaron casi cuarenta y cinco minutos hasta que decidí que no quería quedarme sorda antes de los treinta y bajé el volumen hasta desvanecerlo completamente y luego apagarlo. Suspiré, ¿con qué cara vería ahora a Ashley? ¿Podía acaso ser tan hipócrita como para mantenerle la misma sonrisa "sincera"? Ella no merecía que nadie le hiciera daño, nadie y mucho menos yo, ella ya había sufrido tanto y ahora, no podía permitirme hacerle daño. Contemplé el techo blanco por un rato, sintiéndome la persona más pérfida como amiga. Entonces oí cómo la puerta se abrió y luego la voz de Ashley y la de Suga mezcladas. El corazón me latió por dos cosas, de nerviosismo y ansiedad.
-¡_____! ¿Estás?-preguntó Ashley en un sonoro grito.
¿Y ahora qué se suponía que debía hacer? ¿Salir y portarme como si nada, siendo hipócrita hacía con Ashley y ordenando callar a mi corazón cuando Suga se acercara ó quedarme encerrada en mi habitación y hasta quizá ocultarme en el armario para siempre?
-¡Allí estás!-dijo Ashley, con alivio, abriendo la puerta de mi habitación y haciéndome sentir descubierta bajo la mirada miel de Suga que se mostraba en segundo plano.
Le sonreí, totalmente nerviosa y atontada debido a que no tuve la oportunidad de salir corriendo por la ventana, aunque hubiera sido mala idea por los tres pisos que había antes del suelo. No pude mirar a Suga, o mejor dicho mantener mi mirada en él, mientras él me veía; pero tampoco pude hacerlo con Sharon, porque ella quizá podría ver en mis ojos alguna aflicción. Y no estaría del todo equivocada.
-¿Por qué no le abriste a Suga?-preguntó, entre tanto que yo bajaba de la cama y me acercaba para salir de mi habitación, aunque no quisiera.
-Oh, perdóname-intenté mirar al interpelado pero su mirada me derritió el corazón incluso antes que éste pudiera latir, así que me apresuré a hablar para quitarla rápido-. Es que me quedé dormida con la música a todo volumen-me excusé y luego me dirigí hasta la cocina para tomar una manzana, pero más para huir de ambos. Porque por el lado que sea, yo me sentía culpable.
-No, no te preocupes-me dijo Suga y su voz hizo que las piernas me temblaran.
-Lo encontré sentado afuera, quién sabe por cuánto tiempo estuvo allí-musitó Ashley y por la colilla del ojo miré cómo se giró hacía Suga para darle un abrazo cariñoso.
El hecho de que no quería admitir que me daban celos, no evitaba que los sintiera. Entonces el timbre sonó interrumpiendo el beso que estaban a punto de darse y corrí alegre a abrir la puerta, dándole gracias a quién sea que estaba del otro lado.
Cuando abrí, un ramo de rosas rojas le tapaba la cara a alguien y sólo divisé las viriles manos que lo sostenían. Todos nos quedamos observando, confundidos y curiosos, hasta que el ramo de rosas bajó y pude ver el bello rostro juvenil de Tae Hyung, sonriéndome.
-Hola-me dijo.
-Hola-musité, aun confundida.
-¿Puedo pasar?-preguntó.
-Adelante-animó Ashley, esperando ver la escena que ya imaginaba.
Recordé las palabras de Kook de esta mañana, y me esforcé de verás por no sacarle provecho al asunto. Al menos no a propósito.
Tae Hyung condujo sus pies hasta quedar atrás de mí, y luego yo cerré la puerta, temiendo por lo que pudiera pasar a continuación.
-Ten. Es para ti-me dijo cuando le miré y me extendió el ramo.
No quería, pero no pude evitarlo y miré por la colilla del ojo a Suga, quien tenía un ceño ligeramente fruncido. Luego a Ashley, quien con ojos como platos contemplaba la escena, ajena a la expresión de su novio y completamente emocionada; como de esas niñas que ven un espectáculo de navidad en primera fila y apenas pueden esperar para saludar al sujeto gordo vestido de Santa Claus.
-Gracias, Tae Hyung-tartamudeé, tomando el ramo.
-Te dije que lo haría y bueno, yo siempre cumplo-musitó.
Antes de que pudiera yo decirle algo, Ashley habló, pero para Suga.
-Oh, amor, eso me hizo recordar-dijo-. Gracias por la rosa-besó su mejilla.
Suga, desconcertado, frunció el ceño.
-¿Cuál rosa?-preguntó.
Oh, oh. Pensé.
El corazón se me aceleró en un intento de explotar de nerviosismo y las manos desprendieron un poco de sudor frío.
-¡Eh, Suga!-dije, adelantándome a la situación-. La rosa que le dejaste a Ashley ayer, como disculpa porque no pudiste venir, ¿recuerdas?-rogaba por que Suga me siguiera la corriente y también porque no se molestara conmigo.
Miré de reojo a Tae, quien sabiamente guardaba silencio y su rostro me decía que trataba de comprender lo que estaba sucediendo.
Los ojos de Suga me miraron, extraños. Fue una mirada que no supe describir, sus ojos algo me dijeron pero yo no entendí, estaba demasiado nerviosa como para ponerme a descifrar el mensaje que me gritaban. Luego de un silencio, Suga retiró su mirada de mí y le sonrió a Ashley.
-Sí, ya recuerdo-musitó-. De nada-dijo.
Suspiré de alivio.
Después de eso, Ashley volvió al ataque.
-Y Tae, ¿a que se debe tan gran detalle con ______?-preguntó Ash, preparada quizá para la bulla.
-Emm...-tartamudeó.
-Porque somos excelentes amigos, ¿verdad, Tae?-interrumpí.
-Claro-dijo el interpelado.
-Chicos, les daremos privacidad. Tae y yo iremos a mi habitación-tomé la mano de Tae Hyung mientras que con la otra aun sostenía el ramo-. Vamos, Tae-lo llevé hasta mi cuarto, mientras que éste trataba de comprender mucho más todo lo que había ocurrido antes.
La mirada inquisidora de Ashley estaba a mis espaldas y la de Suga, desconcertado, también nos seguía, hasta que nos deshicimos de ambas al cerrar la puerta.
Cerré los ojos y suspiré.
-Dios...-murmuré, aliviada.
-¿Qué acaba de ocurrir allá afuera?-preguntó Tae.
Le miré y suspiré de nuevo, era hora de contarle todo.
-Tenemos que hablar, Tae Hyung-dije y le hice seña de que se sentara sobre la cama entre tanto que yo me sentaba a su lado y ponía el ramo sobre la almohada.
-¿Qué pasa?-preguntó, inquieto.
-¿Recuerdas ayer cuando te dije que si alguna vez te había gustado alguien prohibido?-inquirí, en voz baja.
Él asintió.
-Bueno...-guardé silencio por un minuto, mientras que los ojos oscuros de Tae esperaban que siguiera hablando- creo que estoy enamorada de Suga-admití, casi con un hilo de voz.
-¡¿Qué tú qué?!-farfulló.
-¡Shhh!-exclamé, para que bajara su tono de voz-. Jung Kook me hizo darme cuenta de ello.
-Pero es el novio de Ashley, y ella es tu mejor amiga-musitó, con un leve tono de desesperación.
-¿Y crees que no lo sé?-dije, triste- Pero uno no decide de quién enamorarse-cité, lo que hace unas horas había aprendido de Kook.
-¿Y lo de la rosa?
-Bueno, Ashley llegó ayer y la vio tendida sobre la mesa de centro, me preguntó que si fuiste tú quien me la había dado y dije que no, ya sabes, no quería que empezara a especular más de lo que ya lo hace; entonces le dije que era Suga quien se la había dejado a ella, porque no podía decirle que su novio me la había dado a mí-expliqué.
-Eres una gran amiga, ______-me acarició el hombro.
-Claro que no, ¿qué clase de amiga se enamora del novio de su mejor amiga?-dije, en un chillido ahogado.
-Bueno, exceptuando eso. Entonces, ¿te molesta que yo...? Ya sabes.
-Tae Hyung, no quiero usarte para darle celos a Suga -bajé la cabeza.
-No siento que me uses. Aunque Suga sí se pone celoso, cosa que no debería.
-Eres un gran amigo para mí, Tae. Es así como yo te veo. Discúlpame.
-No tienes que pedir perdón por eso, _____-sonrió-. Eres muy linda, claro, pero también eres una amiga para mí.
-Gracias, Tae.
-¿Y ahora qué piensas hacer?-me preguntó.
-Trato de ignorar a Suga.
-¿Por eso no le abriste la puerta?-rió.
-¿Cómo sabes eso?
-Mi tía me dijo que lo vio sentado allá afuera, como si esperara.
Suspiré.
-No siempre podrás evitarlo, _____-me dijo.
-Ya lo sé.
-¿Sabes? A lo mejor no es enamoramiento, simplemente es... deslumbramiento muy profundo-trató de animarme.
-¿Qué diferencia hay?
-Que en uno estás enamorada, en el otro no-rió, pero su broma no provocó nada en mí e inmediatamente volvió a la seriedad-. Cuando me ocupes, sabes que voy a estar allí-me acarició la rodilla.
-Gracias. En serio, gracias.
Una vez aclaradas las cosas, Tae y yo pasamos el rato riéndonos, aunque mi risa no fuera con mucho sentido.
-Creo que ya es hora de irme. No quiero perderme la cena-dijo Tae.
-Está bien. Ojala podamos vernos mañana-sonreí.
-Claro.
Me paré para abrir la puerta de mi habitación y Tae me siguió. En cuanto la madera me dejó ver la escena exterior, deseé cerrarla de nuevo de un solo portazo. ¿Cuántas veces se necesitaba ver la escena amorosa entre Suga y Ashley para que mi corazón se rompiera por completo? Me paré en seco y Tae detrás de mí. Suga y Ashley se separaron y sus bocas volvieron a ser dos. Algo dentro tironeó mi corazón.
-Perdón-dijo Tae, ya que yo me había quedado sin voz.
-Oh, no te preocupes, Tae Hyung se levantó Ashley del sofá y se acercó-. ¿Ya te vas?-preguntó, medio consternada.
-Sí-dijo él.
Me empujó discretamente por la cintura, mientras que yo me esforzaba por borrar mi rostro afligido. Medio reaccioné. Seguí a Tae hasta la puerta y él notó mi reacción.
-Nos vemos luego, chicos-dijo Tae y dijo adiós con la mano a Suga y Ashley. Entonces se acercó a mí y me plantó un beso tierno cerca, muy cerca de los labios, rozando sólo la orilla y antes de que se despegara demasiado de mi rostro me guiñó el ojo.
Me quedé parada allí, analizando lo que Tae acababa de hacer, o mejor dicho, el porqué lo había hecho.
-Adiós-musité por fin y luego cerré la puerta tras ver la sonrisa de Tae.
Me giré y los ojos inquisidores de Ashley me acusaron mientras que los de Suga me miraban como si estuviesen furiosos. Pero eso era imposible, ¿no? No puede enojarse tanto por una estúpida rosa. Porque... esa era la razón, ¿no?
Se limitó a intimidarme y cuando lo notó dejó de hacerlo y bajó la mirada.
-¿De qué tanto hablaron tú y Tae?-preguntó Ashley, la curiosidad que siempre había existido en ella ahora me resultaba extrañamente fastidiosa.
-De nada importante, ya sabes-me encogí de hombros-, su tía, la cena-dije, divagando un poco- ¿Sabes? Voy a ver si tenemos correspondencia-inventé, para poder escapar un rato de aquel incómodo momento.
-Pero...
No dejé que Ashley terminara e interrumpí el sonido de su aguda voz cuando la puerta me colocó del otro lado, suspiré y bajé con lentitud las escaleras, necesitaba un poco de aire fresco. Llegué hasta el último piso y revisé en el cajón marcado con el 312 para ver si teníamos correspondencia, no había nada más que unos cuantos folletos de publicidad sobre cuentas de banco, a lo poco que pude entender. Arrugué los papeles y los hice una bolita mal hecha, luego salí del edificio y me senté en las escaleras de la entrada en donde deposité las bolitas de papel a un lado, me llevé ambas manos a mis ante brazos, esta noche había decidido teñirse de un azul oscuro y gélido aire. Suspiré, haciendo que el vapor saliera de mi nariz y chocara con el frío.
La puerta se abrió a mis espaldas y antes de que pudiera articular algún pensamiento, su voz me distrajo.
-Necesitamos hablar-me dijo Suga haciéndome pegar un brinco, su tono era un poco áspero y cuando me giré a mirarlo, se esforzaba en ocultar un rostro medio colérico, pero la máscara no resistía muy bien.
De pronto me asusté. ¿Tan mal se había tomado que yo le haya dado la rosa a Ashley? Le miré con ojos angustiados.
Se sentó a mi lado, allí en el frío cemento de las escaleras desgastadas de la entrada y el contacto con su piel me produjo un tierno calor cuando pegó su brazo y hombro al mío.
-¿Qué sucede?-pregunté.
-¿Qué fue eso?-me dijo, con el mismo tono de voz.
-¿Que fue qué?-esto parecía un juego de palabras.
-Eso, con Tae Hyung, ¿por qué te besó?
Me solté a reír de puro nerviosismo, yo pensando que él me daría una buena amonestación por lo de la rosa y, ¿me sale con eso?
-No me besó-dije.
-¿Entonces cómo le llamas al hecho de que él haya pegado sus labios a los tuyos?
-¿Qué?-reí aun más y al parecer a Suga no le hacía mucha gracia- Tae Hyung no me besó, no en los labios, al menos. Fue sólo un beso de amigos.
-Pues no parecían amigos-farfulló.
-Min, pareces mi padre-dije, medio molesta por tener que darle explicaciones y la risa se volvió una línea tensa en mis labios.
Suga suspiró y decidió mejor cambiar de tema, aunque no de tono de voz.
-¿Por qué le diste la rosa a Ashley?-preguntó.
-Porque ella es tu novia, Suga-dije, aunque me haya dolido rectificar aquello-. A ella es a quien debes de darle rosas, osos de peluche o lo que sea.
-Pero yo te la quise dar a ti-insistió.
-Y yo no iba a decirle a Ashley eso, ¿o sí?-suspiré-. Suga, ¿por qué te molestas tanto con las cosas que hago? ¿Por qué te importa que le haya dado la rosa a Ashley e inventado una excusa para salvarnos el pellejo? ¿Por qué te molesta si Tae Hyung me besa o me lleva un ramo de flores?
Se quedó en silencio un rato, mirando hacia delante con el ceño fruncido y sus labios formando una línea.
-No lo sé-musitó-. Tengo que irme-se levantó rápidamente y caminó hasta su Hybrid negra y subiendo a ella condujo hasta desaparecer calle abajo.
Me quedé sentada allí, sin saber bien qué había ocurrido hace unos minutos; era la clase de desconcierto que hace que te duela la cabeza y sentir cómo si tus pies volaran lejos del planeta Tierra. ¿Por qué Suga había actuado así? A no ser que... no, claro que no. Eso sería imposible.
Suspiré agobiada, si Suga había malinterpretado todo, seguro Ashley también y ahora, aunque no tenía ganas de mantener una conversación para mentirle más a Ashley y sonreírle condescendientemente, tenía que pararme enfrente de ella y darle el mismo sermón que le dí a Suga, el de "Tae Hyung y yo sólo somos amigos".
Me levanté desganada y abrí la puerta del edificio, conduciendo mis pies escaleras arriba hasta llegar al tercer piso y al departamento 312. Suspiré de nuevo antes de entrar, rogándole a Dios tan sólo un poco de ayuda, Ashley podía llegar a ser realmente persistente.
Abrí la puerta girando la dorada perilla y visualicé a Ashley mirando TV desde la cocina; mientras intentaba recalentar en el horno un pedazo de pizza del día jueves. Cuando me vio entrar se giró hacia mí y me sonrió de gran manera haciéndome ver sus dientes medianos y blancos, tan fuertes como un roble.
Traté de sonreír.
-¿Por qué la gran sonrisa? ¿La pizza no se te quemó hoy?-bromeé.
-Aay-se quejó como niña pequeña-. Eso sólo fue una vez y hace ya varios años-dijo y rió, dejando escapar el sonido levemente gutural de su risa.
Me tuve que reír también, recordando aquella escena de la pizza quemada en casa de su abuela, cuando teníamos diecisiete años.
-Bueno, pero no es por eso porque sonrío-me dijo-. Tú tienes algo que contarme-levantó las cejas una y otra vez.
-¿Cómo qué?-me hice la que no sabía.
-No sé, tú dime, algo que tenga que ver con un chico cara de Bebo, llamado... ¿Tae Hyung?-tanteó.
Puse los ojos en blanco.
-Sharon, ¿cuándo vas a entender que entre Tae Hyung y yo sólo hay una bonita amistad? Ya aclaramos el punto y ambos estamos bien siendo amigos.
-Pero yo vi...
-Un beso, ya sé-la interrumpí, de nuevo poniendo los ojos en blanco-. pero ese no fue un beso en la boca, fue en la mejilla, cerca, pero fue de amigos, nada más-dije.
Se quedó en silencio como por tres segundos y luego exhaló.
-Eres aburrida-dijo y se giró para ver su pedazo de pizza girar en el plato de vidrio, dentro del horno.
-El hecho de que no me guste Tae no quiere decir que sea aburrida-me defendí.
-No, pero desde que llegaste a Venecia, no has salido con ningún chico-me dijo-. A menos que...-se giró de nuevo y me miró, la sonrisa volvió a expandirse por su rostro- ¿Te gusta Kook?-preguntó.
-¿Qué?
-Pues, no sales con más chicos, vas de aquí para allá pero no sin las mismas personas: Tae, Kook, tu amiga la de los Agnelli e incluso Suga.
Algo me estrujó el estómago cuando dijo su nombre.