Capitulo 66

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Capitulo 66

El olor a alcohol me invadió las fosas nasales y casi
llegó hasta mi garganta, haciéndome arrugar la nariz y
carraspear. Comencé a abrir los ojos poco a divisé una
silueta junto a mí.
-Suga –susurré. Pero la voz que respondió a mi
llamado no fue la misma que había escuchado antes.
-¿Ya estás bien, ______?
Me tañé los ojos y luego parpadeé repetidas veces
para aclarar mi vista. Jimin tenía un algodón en su
mano izquierda y la mirada bien puesta en cualquier
cambio en mi expresión.
-¿Dónde estoy? –Pregunté, mirando a mi alrededor,
pero al instante hubo otra pregunta más importante y
volví a pasar la mirada por el lugar, pero esta vez con
desesperación-. ¿Dónde está Suga?
-Tranquilízate, dime que estás mejor –insistió Jimin-.
Estás en la parte trasera del salón.
-¡Estoy bien! ¿Dónde está Suga? –el lugar estaba más
oscuro que alumbrado, pero lo suficientemente claro
como para examinar cada rincón.
La boca comenzó a temblarme con un "No" inquieto en
los labios por temor a que todo hubiese sido sólo una
alucinación en mi cabeza.
Tomé a Jimin del cuello de su camisa, inclinándome
hacía él y percatándome de que estaba recostada
sobre un sofá viejo con olor a humedad.
-¿Dónde está Suga? –casi grité, desesperada,
creyendo que me estaba volviendo loca, si es que aun
no lo estaba.
El silencio de Jimin me hizo pensar lo peor y sentí que
el corazón se me encogía acongojado en el pecho.
-El está... está hablando con una chica, justo afuera de
la habitación –dijo y los ojos se me abrieron como
platos. Mi corazón le ganó al pensamiento en mi
cabeza y revivió con estruendosos latidos golpeando
contra mis costillas.
Me levanté del sofá, como impulsada de éste e ignoré
el lacónico mareo que me sucumbió la cabeza. Caminé hasta la puerta del lugar y estando
entre abierta logré ver lo que mi corazón pedía a gritos
volver a sentir. Reconocería aquella espalda
entre millones y no dudé en salir a su encuentro, pero
el nombre que pronunció me congeló los pies en el
mismo sitio sin músculo movible alguno; trayéndome a
la memoria el segundo antes de desmayarme.
-Kristen yo... –tartamudeó un poco, pero volver a oír el
sonido de su voz fue como para un ciego volver a ver
la luz del sol-. Es que no te entiendo.
-¿Qué es lo que no comprendes, Suga? –la voz de la
chica me incitó a fijarme en ella; tenía el cabello negro y
ondulado, era más baja de estatura que Suga y
muchos allí, ya que le llegaba un poco por arriba de los
hombros. Su boca ancha al igual que su frente y su
nariz chata la hacían lucir como una muñeca Barbie,
pero de alguna marca que ocupara el segundo lugar en
ventas, lo suficientemente opacada por el primer lugar
para no subir nunca a él-. Te lo estoy diciendo de la
manera más sencilla que puedo –continuó-. Terminar
fue un error, ¡me afectó tanto cuando me enteré que te
habías ido! –dijo, con fingida melancolía, hasta yo
pude notarlo.
Así que ella era Kristen. Cuando recordé lo que Suga
me había contado, casi quise salir a arrancarle los
pelos con mis propias manos.
-_______ –Jimin me llamó pero no me moví, seguí allí,
tras la puerta, escuchando y viendo todo.
-Kris –Suga tardó un momento en continuar y luego
habló despacio-, cuando estábamos juntos, todo lo
que yo te dije era sincero y real. Fuiste la novia que
más... quise –volvió a silenciar y junto a aquella falta
de sonido, mi corazón se desplomó.
¿Él aun la quería? Miré el rostro de Kristen, extasiado de
alegría, mientras la sonrisa le crecía cada segundo un
poco más.
¿Qué sentido tenía ahora la alegría de que mi locura
haya funcionado? ¿Qué había de esperanza en tenerlo
justo allí si en realidad seguía lejos su corazón? No
había nada si él aun quisiera a Kristen. Nada.
Fue entonces que me moví, deslicé poco a poco mis
pies hacía atrás y me fui sumergiendo en la humedad y
oscuridad de aquel cuarto. Jimin se me quedó
mirando, con una leíble expresión de confusión en el
rostro.
-¿Pasa algo malo? –preguntó.
Me dí cuenta de lo vulnerable que era hasta entonces.
-¿Cuánto falta para que acabe la exposición? –le
pregunté, con un hilo de voz.
-No lo sé –miró su reloj-, como cuarenta y cinco
minutos –se encogió de hombros.
-¿Podrías encargarte del resto? Tengo, tengo que salir
de aquí –miré a mi alrededor-. ¿Hay otra puerta?
-______ no entiendo –Jimin se acercó-. El sujeto que
tanto buscabas está allí –señaló hacía afuera-, ¿no
morías por verlo?
-Sólo sácame de aquí –rogué.
-¿Qué te hizo? ¿Por qué el cambio? –insistió.
-¡Jimin! –le grité- sácame de aquí. ¿Qué es esa
puerta? –pregunté viendo una armazón de madera a
un costado de la habitación.
-Creo que conduce a un pasillo lateral del edificio –se
encogió de hombros.
-¿Podría dirigirme a la salida?
-Tendrías que salir por la puerta principal, pero al
menos nadie notaria que has salido de este lugar.
-Genial. Me voy –decidí-. Encárgate de lo que sea
necesario. Si... si Suga pregunta por mí, dile que no me
has visto, que me salí de este cuarto y no supiste a
dónde fui.
-Pues... no sé a dónde vas. Así que no será tan difícil.
Pero exijo que pronto me des una explicación.
-Luego. Gracias, Jimin.
Él me sonrió y salí despavorida por la otra puerta,
huyendo de nuevo, huyendo de todo. No quería oír el
"Lo siento por no quererte" de Suga, ni algo como "Es
que me di cuenta que amo a Kristen". Ahora que lo
pensaba, todo esto me había parecido un error. He allí
lo que me había costado volver a verlo, un dolor aun
más profundo en el alma. Como la hoja afilada de un
cuchillo atravesándome el pecho.
Cuando logré salir al exterior, divisé la ciudad
transitada y el alma me rogó seguir en cualquier
dirección lejos y perderme. Caminé unas pocas calles y
luego decidí tomar un taxi y pedir que me llevara a
casa. Era imposible perderme en una ciudad que
conocía demasiado bien. Así como imposible también
no pensar en Suga, en dónde podría estar ahora, qué
estaría haciendo o pensando... con quién. Todo me
torturaba, todo me causaba ganas de romper en llanto,
¿cómo podía ser tan estúpida? Mi plan había
funcionado, Suga había atendido a mi llamado y yo
había logrado verle. Pero jamás me pasó por la mente
relacionarlo con las demás personas, me concentré
tanto sólo en Suga y yo que olvidé por completo a
terceros. Las muchas otras posibilidades de que Suga
no me quisiera o no pudiéramos estar juntos. No
solamente existía Ashley en su vida, sino también
alguien más. Alguien que ya había formado parte de su
pasado, alguien que había dejado marcado su presente
y que, si él quería, alguien que cambiaría su
futuro.

Manual de lo prohibido SUGADonde viven las historias. Descúbrelo ahora