capitulo 4

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-sigo sin creer que me hayan dejado allí sola, con ese estúpido- les refunfuño a mis amigas.

-Esmeralda- intenta justificarse Dakota- perdónanos, pero te vimos muy relajada con él y nosotras estábamos igual de ebrias que tú, pero te conocemos y sabemos que puedes estar muy mareada y todo pero tu cabeza sigue funcionando a mil, entonces que paso?

-fuimos a su apartamento y la verdad quería mucho tener sexo con él porque quién no? Es demasiado guapo, debo decir que fue el mejor sexo de mi vida amigas, pero apenas desperté me dejo muy en claro que eso era todo, que no quería algo más conmigo. Me siento tan estúpida por siquiera pensar que había una posibilidad de conocernos y crear algo lindo.

Jessica y Dakota me quedan mirando con preocupación.

-jamás me había sentido así con ningún hombre, y llevo solo un día de conocerlo. Que mas estúpida puedo parecer?

-si te sirve de consuelo a nosotras nos pasa siempre- intenta hacerme sonreír Dakota- pero nosotras no nos sentimos mal porque también queremos un revolcón de una noche y nada más, en cambio tú, sé que no te gustan esas cosas y que si no hubieras estado ebria jamás hubieras estado con él.

Asiento con las mejillas sonrojadas.

-Esmeralda, eres una mujer hermosa, y debes entender que no todos los hombres buscan algo duradero- sonríe Jessica tocando me cabeza.

Asiento nuevamente.

-tengo una idea en mente- comenta Dakota intentando animarme nuevamente- vamos de compras, quizás te anime un poco Esmeralda.

-Dakota olvídalo recuerda que nosotras somos unas pobres sin dinero- susurra Jessica desanimada.

-chicas por favor- suplica Dakota- yo les compro lo que quieran ustedes saben que mis padres están forrados en dinero, unas pocas piezas de ropa no costara nada para ellos.

-bueno yo acepto, de todas maneras necesito ropa nueva, tengo ganas de aprovecharme de tus padres- habla Jessica alegremente.

Ahora ambas me miran a mí suplicantes, Dakota es una niña rica y extremadamente rebelde, se fue de su casa a los diecinueve años, nunca le gusto tener todo a sus pies por eso entro a trabajar. Ella misma paga todas sus cosas, pero sus padres siguen insistiendo en que use las tarjetas de crédito que le dan.

Asiento entretenida por las caras de súplica de mis amigas.

El fin de semana pasa volando, el sábado termino comprando aproximadamente unas veinte piezas de ropa y zapatos, Dakota y Jessica compran más porque al parecer la tarjeta de sus padres tenía más dinero del que pensábamos.

-hola buenas tardes ¿Qué desea pedir?- le digo a un caballero de unos cuarenta años que leía el diario concentradamente, me mira y muestra una sonrisa muy amigable.

-hola- piensa- me gustaría un latte y un trozo de pastel.

-claro- contesto-pero dígame ¿Qué pastel desea?

-dígame ¿Cuál es el pastel que más le gusta a usted?

-y eso ¿para qué?

-solo respóndame.

-el de frambuesa.

Sonríe.

-bueno entonces quiero ese- sonríe amable.

-se lo traeré enseguida.

Le guiño el ojo antes de ir por el pastel.

Al darme la vuelta me encuentro con esos ojos gris intenso mirándome con arrepentimiento.

Me quedo de piedra.

Daniel se me queda viendo. En su mirada veo un poco de tristeza y arrepentimiento pero de un segundo a otro pasa a ser fría nuevamente, ¿Cómo puede ser que un hombre tan atractivo físicamente y con tan poco corazón pueda demostrar tanta ternura?


Daniel

Me sentía agotado, tenía que trabajar todo el día en la empresa de mi papá preparándome para recibir la vicepresidencia de la compañía Colucci. Mi padre ya con 56 años, aunque no demostrados quería que comenzará a hacerme cargo de lo que más pudiera dentro de la empresa.

Mientras ordenaba los últimos documentos sobre el escritorio, no dejaba de pensar en Esmeralda, en sus labios, en sus besos, en su cuerpo. No entendía porque no podía dejar de pensar en ella, pero de una u otra manera mi cuerpo pedía volver a reencontrarse con ella. ¿Y qué pasaría si la volvía a ver? ¿Qué pasaba si volvía a acostarme con ella una última vez? No podía dejar de hacerme esas preguntas y eso me estaba volviendo loco.

Recostado sobre el manubrio del coche afuera de Starbucks me encontraba, aun debatiéndome en si debía ir o no a verla. No pude evitar refregarme el pelo por la frustración. Levanté un poco la cabeza, y la pude divisar a través del cristal, llevaba su uniforme, y estaba totalmente concentrada atendiendo a un tipo, que no dejaba de comérsela con los ojos. Sonreí para mí mismo con el pensamiento de que había sido un privilegiado al poder tocar todas aquellas curvas. Y quería volver a hacerlo. Con ese pensamiento en mi cabeza, me bajé del auto y camine con paso firme. Apenas toque la alfombra del lugar, Esmeralda se volteó, me vio y pude notar la sorpresa en su rostro. Me acerqué sigilosamente hasta la vitrina en donde ella se encontraba sacando unas ensaladas.

-quiero que hablemos- solté abruptamente sin pensar cuando estuve frente a ella.

-ni de broma- contesto inmediatamente sin mirarme colocando algunos brownies ordenadamente en la vitrina.

-por favor- pedí en lo que hasta para mí mismo resulto extrañó, ¿había sonado como súplica?

-¿qué es lo que quieres?- preguntó ésta cerrando la vitrina y por fin mirándome directamente a los ojos.

-me gustaría disculparme- comencé diciendo- no es que quiera tener una relación contigo, pero me gustaría que me dieras una oportunidad para conocernos, quizás podamos ser amigos.


Esmeralda

"Amigos" aquella palabra que había salido de sus labios me parecía lejana, no creía que pudiéramos ser amigos jamás. Había analizado todo de camino a casa por la mañana, y entendía que había sido una completa estúpida, no podía culpar a Daniel, era bastante grande para aceptar que podría haber detenido las cosas desde mucho antes, pero que no había querido hacerlo porque estaba hechizada por aquellos ojos. Ahora que el nuevamente estaba ahí pidiendo que fuéramos amigos y nos conociéramos y que mis pensamientos fueran de acepto tu propuesta, si me hacía sentir idiota. Me estaba prestando para lo que entendía quería hacer, acostarse conmigo nuevamente porque le había quedado gustando. Pero por una vez en mmi vida quería vivir esas emociones tan intensas que sacaba a flote ese hombre, pero me dije a misma repetidas veces que no debía sufrir que solo me dejara llevar un poco y con eso en mi cabeza acepte aunque con mucho miedo.

Por la tarde había quedado de juntarme con Daniel, me apresure a cambiarme y me agradecí mentalmente haber ido bien vestida al trabajo, un vestido floreado con escote corazón arriba y un poco suelto abajo y unos zapatos de plataforma abiertos, me mire en el espejo del camarín un par de veces antes de salir, satisfecha del look que llevaba puesto. Ya fuera en la calle veo a Daniel recostado sobre su Ferrari negro mirando el celular, mientras me acercaba a él a paso lento pude observarlo detalladamente, llevaba un traje semiformal que lo hacía ver increíblemente bien con su metro ochenta de alto y su cuerpo bien tonificado, no pude evitar morder mi labio recordando lo que había pasado hace apenas unas noches atrás, Daniel levanta la mirada del aparato telefónico y se encuentra con mi mirada, me sonríe y saluda.

-hola-dice el acercándose a mi depositando un dulce beso en mi mejilla.

¿Por qué tenía que ser tan guapo?

-hola- respondo intentado que no se note lo loquita que me tiene.

Él me sonríe y luego abre puerta de su auto, estira su mano para ayudarme a subir, cierra y empieza a darse la vuelta para subirse el también.

Ojos Grises Intensos (Completa En Dreame)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora