Cuando era pequeña, siempre me gustaba ir al parque de detrás de la esquina. Allí me esperaban mis amigos. Después de jugar toda la tarde y hacer unas cuantas travesuras, ibámos al bar que hay enfrente a tomarnos un refresco. El dueño, Chad, es el padre de Austin, uno de mis amigos de la infancia. Lo recuerdo muy bien, su simpático rostro sigue grabado en mi mente de manera muy nítida.
Esas tardes quedarán grabadas en nuestras mentes toda la vida. O al menos en la mía. Los recuerdos son tan nítidos al igual que mis antiguos amigos: la cara pecosa de Rebecca, el pelo rojo como el coral de Austin, la larga y fina melena de Amanda, esos profundos ojos azules de Tyler...
La pregunta que me he preguntado hace unas horas vuelve a aparecer: ¿Cuánto habrán cambiado?
Pero cuando llego al parque donde nos reuníamos, noto algo diferente.
Aparte de que mis amigos ya no están, el parque ya no está. En su lugar, hay un letrero donde pone: ZONA DE OBRAS (Acceso restringido).
Parece que no todo sigue igual...
Giro sobre mis talones y decido echarle un viztazo al bar de Chad.
Sigue igualito. Avanzo hasta la barra y espero a que me sirvan. O mejor dicho, a que me sirva alguien en concreto.
Una chica de cara aburrida se acerca y con poco interés se dirige hacia mí. Debe de estar cansada de su trabajo.
-¿Que quiere?
-Una Coca Cola.
-Ahora se la servimos- dice como si lo hubiera memorizado a propósito para un examen y desaparece.
Miro hacia ambos lados pero no encuentro ninguna cara conocida.
Ni rastro de Austin, ni de su padre.
La camarera aparece y me sirve la Coca Cola, bebo un trago y estoy dispuesta a irme cuando oigo mi nombre en la estancia.
-¿Eli?
Esa voz...
Cuando me giro, me encuentro a una joven con el pelo larguísimo recogido en una trenza de espiga. Tiene una mirada de confusión y sorpresa en su rostro. Ya no tiene ese rostro añidado de antes pero aún guarda algunos rasgos. Ha pasado mucho tiempo.
-¿Amy?
La joven que tengo a unos dos metros acorta la distancia entre nosotras y me abraza con fuerza.
-¡Cuánto tiempo!
-Demasiado- sonrío en su hombro.
-Pensaba que ya no vendrías- me suelta y continúa -Ya sabes..., cuando el trabajo va bien allí al final acabas quedándote allí...
-El motivo de mi regreso es otro, pero no hablemos de ello- la interrumpo.
Me recojo el pelo en una coleta alta y le doy otro trago del refresco.
-Y cuéntame... ¿algún chico después de ya sabes quién?- pregunta Amanda apoyándose en la barra.
¿Soy sincera? Supongo que tendré que serlo. Si le miento y se llega a enterar de que no he tenido relaciones serias, se enfadaría. Tampoco me ha gustado un chico más de lo que me gusta él. No habrá otro. Solo él...
-¡Tierra llamando a Elisabeth Parker...!
Despierto de mis pensamientos y veo la mano de Amanda moverse delante de mi cara.
-¿Qué?- pregunto un poco confundida pero entonces me acuerdo de su pregunta -Sí. Digo no. Nada serio.
Amanda sonríe.
-¿Me estás diciendo que no te has olvidado de Tyler Evans?- ríe.
¿Es posible olvidarse del primer amor tan rápido? Puede que parezca una loca si sigo enamorada de la misma persona después de no volver a verle en unos cinco años. Pero hasta el momento, no ha aparecido nadie que pueda cambiar mis sentimientos.
-Hum...no- digo tímidamente.
¿Por qué me avergüenzo de esto? ¿Es tan raro? Por la cara de mi amiga, para ella sí lo es.
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¿Puedo enamorarte otra vez?
FanfictionDespués de cinco largos años en el extranjero, Elisa Parker regresa a su ciudad natal. Por fin podrá ver a sus amigos, a sus familiares, a él... pero, ¿y si ya no es cómo antes? Ese chico de la sonrisa angelical, profundos ojos azules y ese simpátic...