Cap O1

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Uno. Dos. Tres.

Tú puedes hacerlo.

Lo repito una y otra vez como mi propio mantra.

Cuatro. Cinco. Seis.

Todo saldrá bien, solo sigue su juego.

Miro mis ojos en el espejo, la determinación marcada en mi cuerpo.

Siete. Ocho. Nueve.

No dejes que te vean sudar.

Diez.

Estaba lista. Hoy era mi primer día de clases en mi nuevo liceo, solo llevaba dos semanas de mudarme y ya tenía que estudiar. Agh. Mis padres decidieron que este, mi último año de secundaria tendría que pasarlo con mi madre, un año de posible diversión, sin conocer a nadie, sin mis amigos, sip el paraíso de cualquier adolescente.

-Athena apúrate- grito mi madre.

-Ya voy, Cassandra.

Mi madre detesta que la llame por su nombre, es que no se siente bien llamarla madre, no después de dejarme por cuatro años con mi padre, no me malinterpreten, mi papa es lo máximo pero no es igual que tener a tu madre, era incomodo cuando tenía mi menstruación. Mi madre tuvo que irse por un contrato que le había salido en el exterior, adivine por cuanto tiempo, si, cuatro geniales años, tampoco fue que me abandono solo que fue difícil estar separadas y las visitas no eran suficientes.

-¿Por qué no me llamas mama? No te matara ni nada- dice una vez que bajo a la cocina.

-No me arriesgare- digo con fingida angustia, ella sabe que bromeo.

Suspira mientras me da mi almuerzo, se ve un poco cansada, probablemente se quedó hasta tarde escribiendo, desde que volvió ese ha sido su trabajo, escribir. Al viajar por cuatro años hizo buenos contactos y uno de ellos le ofreció un contrato por una serie sobrenatural que mi mama había estado escribiendo, así que ahora se la pasa escribiendo, a veces la ayudo. Miro sus ojos verdes, su cabello castaño largo y su amplia sonrisa mientras me abraza, realmente nos queremos solo tenemos pequeños problemas. A veces pienso que aceptó el trabajo como escritora para poder pasar más tiempo conmigo pero la única vez que le pregunte se puso muy triste así que preferí dejar el tema hasta ahí.

Me despido y salgo antes de que se me haga más tarde, camino a mi instituto porque está a cinco minutos y no tengo carro todavía. Me apresuro después de ver la hora en mi reloj, aunque me arrepiento una vez llego, todos me miran como si fuera un bicho raro, además del hecho de que la mayoría parece que tiene auto. Demonios. Son niños ricos, lo puedo decir por sus ropas y actitudes, no es que yo sea pobre, solo que no estoy interesada en botar mi dinero para que los demás me admiren o algo así. Ignóralos, me digo mientras entro, ellos te ignoraran después de la primera clase. Encontrar mi horario y registrarme fue fácil, este lugar era súper pequeño, solo éramos 500 estudiantes. Llegue a la administración y me sorprendió ver a una joven detrás del escritorio, no era la típica secretaria de secundaria.

-Hola, soy Athena. Vine por mi horario- dije amablemente.

-Hola, eres la nueva- no estaba preguntando pero de todos modos asentí- aquí tienes tu horario, cualquier duda me puedes preguntar.

Asentí de nuevo y salí a mis clases, todas avanzadas y mucha ciencia. Ja. Sí, claro. Mis clases eran casi todas humanísticas. El primer período era de literatura, llegue justo a tiempo y a pesar de eso todos me miraron fijamente. ¿Alguien conoce la discreción? Porque no parece. Me senté en uno de los puestos del medio, a mi lado se sentaba una pelirroja y un chico moreno, lo mejor del medio es que se pasa desapercibido. La chica se dio vuelta y me saludo, le hizo un gesto al chico para que hiciera lo mismo, pero antes de que alguno se presentara llego la profesora.

La Tormenta De ArenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora