Aroma a Rosas

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Como todos los días, la señora Thomson apága el despertador luego de 5 minutos de sonar sin parar. Ella odiaba ese bendito despertador, pero desde que su marido, el señor Thomson, había fallecido ella no se había dignado a sacar de su rutina el ruidoso despertador preferido de su difunto marido. Molesta toma el pequeño y antiguo despertador y lo apaga, entrecerrando los ojos, permitiéndose dos minutos mas de sueño. Se levanta, sobresaltada al recordar que hoy era el aniversario de la muerte de su esposo. Se toma los pelos rojizos teñidos de la cabeza preocupada mientras dejaba su arrugado camisón-vestido que tenia mas de dos huecos de polillas. Con los ropajes y desaliñadas pinturas faciales, toma su querido cafe negro, haciendo un gesto de dolor al tomarlo, havia olvidado aquel ritual suyo de esperar que este se enfriase. Pone rápidamente la tasa a medio tomar en la nevera y sale de la casa, sin antes tomar su campera rosada del perchero, y como siempre había olvidado plancharla, después de la noche de novelas de los domingos. Su rostro, se encontraba repleto de pequeñas arrugas las cuales había tapado minuciosamente con corrector, el cual no funcionaba en su caso.
Allí veían pasar a la señora Thomson, como todos los lunes, se había quedado dormida luego de su gran maratón hasta tarde de sus novelas preferidas, ella nunca se las perdía, aunque significara perder sueño en una noche corta de insomnio. Con su cartera rosada-fuxia, aún cubierta con una capa de polvo (era una de las carteras más nuevas que se había tomado el lujo de comprar) Pasa corriendo la gran avenida esquivando los autos, entrando del mismo modo, atropellando a la gente que pasaba tranquila, paseando, por el centro de la ciudad.
Luego de comprar los productos matutinos (pañales para adultos, pollo, café, una de las facturas con más grasa y un gran paquete de galletas) rápidamente pagando con las monedas ahorradas, ya que se le había acabado la pención luego de comprar su nuevo televisor, "entregándoselas" rápidamente a el chico que observaba a la señora recolectar sus compras desde la caja, y luego de contar las pequeñas monedas la señora Thomson le dedica una de sus mejores sonrisas de "gracias" al chico que aún la miraba sorprendido.

Sale del supermercado aún agitada y se detiene a pensar que es lo que ahora necesitaba "Las flores" pensó y tomo sus compras y las metió con dificultad en su pequeño bolso rosado, para luego dirigirse a la nueva florería y la causante de la sensación en el barrio "las rosas ahí son las mas rojas" "allí son las rosas mas grandes" eran algunos de los comentario de los que habían comprado rosas allí, según sus vecinos eran las mas rojas. A la señora Thomson no le gustaba salirse de la moda, ella era muy quisquillosa respecto a la opinión popular, nunca se salia de las tendencias, así que, con la fortaleza de no fallarle a su reputación, decide ir a la tan ansiada florería con "las rosas mas rojas"

Esta decide ir sin apuro, ya que se encontraba considerablemente cerca de el supermercado del cual acababa de salir. Al llegar a la famosa florería nota el llamativo anuncio "LAS ROSAS, florería" 'valla es una florería que vende rosas y se llama las rosas' piensa con ironía la señora thomson rodando los ojos, entrando, siendo fiel a su querida reputación. Al entrar, le llama la antención el atocigante olor artificial, un olor aplicado en exageradas proporciones, las cuales eran nefastas para las fosas nasales de cualquiera que entrara allí. El aroma parecía esconder algo bajo ese vaporoso olor dulce y artificialmente fuerte. La señora Thomson lo ignora y se dirige a el estante de las rosas, el cual era el mas extenso en toda la tienda, este mostraba un gran cartel que decía "descuento en rosas, las rosas mas rojas" la señora Thomson toma una para olerla, se la acerca al rostro, antes de que ella pudiera inhalar la esencia de la flor un hombre sonriente se le acerca y la detiene, quitándole la rosa de la mano, al mismo tiempo señalando un cartel en letras rojas "no toque la mercancía, gracias" este se dirige al mostrador, con esa sonrisa exageradamente macabra. -Y-yo necesito..- intenta expresarse nuestra protagonista para cuando la interrumpen -Rosas...Rosas...¿Cuantos ramos?- pregunta y la señora Thomson levanta en dedo indíce para no tener que contestarle a aquel hombre tan extraño - entonces uno sera- dice aquel hombre con la misma sonrisa macabra en el rostro. Este toma varias rosas de oferta y las envuelve en un film de color. Y con cuidado se lo entrega a la señora Thomson, la cual no tarda en marcharse de allí, con un olor metálico de las rosas en sus fosas nasales, lo cual le resulta extrañamente particular. El negocio cierra antes de lo normal, todos sospechan algo extraño con la visita de la señora Thomson, pero nadie le presta atención. Esa noche la señora Thomson no durmió y no fue simple insomnio. A la mañana, como todos los martes, la señora Thomson se levantaba mas tarde de lo normal, y prendía el televisor para ver la noticias locales, sus preferidas a la mañana y le sorprendió escuchar, mientras se lavaba los dientes, la desaparición de una chica esa misma noche en la que había visitado la florería. Pero no era cualquier chica, era su querida sobrina.
Luego de aquel episodio las desapariciones no terminaron. Y la señora Thomson no lo quería dejarlo así, ella nunca lo dejaba así. Desde la segunda desaparición había comenzado a ir mas seguido a la florería. Y descubrió algo mas que extraño. Todos los que descubrían el olor extraño en las rosas cobraba el precio. Son ellos que sospechaban, los que luego sufrían. Pero eso no se quedo así. Era otro de esos días de cambio de rutina en la casa Thomson. Como una rutina optiva la señora Thomson había comenzado a ir a la florería en secreto y hoy había esperado hasta tarde para ir. Era cerca de las 1:40 de la mañana. No era habitual quedarse hasta tan tarde para esta. Salio de su escondite y visualizo en la oscuridad la figura de un hombre, que entro misteriosamente a una camioneta, ella decide internarse en la oscuridad para seguirlo. Tomo su bicicleta antigua y se sorprendió al ver que se dirigía hacia las lejanías de la ciudad. Luego de varios minutos de viaje el hombre llega a un gran campo repleto de rosas, pero no rosas rojas, eran blancas, y lo siguiente no fue positivo en relación. Entonces la investigación de la señora Thomson dio frutos. Esta jamas volvería a ver y oler esas rosas del mismo modo.
Volvió a su casa y tomo una de las rosas que había comprado luego de la desaparición de su sobrina en la mismísima florería "las rosas" y hizo unas pruebas en el hospital. Y luego de esas pruebas se acerco y miro satisfactoriamente la pantalla la cual decía "sangre: 0+" - si señora, es de su sobrina- confirmaron los enfermeros y se sorprendieron al ver que se marchaba con una sonrisa casi macabra en el rostro, tomando la rosa, aun derramando aquel liquido de exuberante espesor que le pertenecía a su querida sobrina, la cual la había perdido en un acto sanguinario de aquel hombre florista. El liquido rojizo se derramaba de la rosa dejando ver notoriamente su color blanco pálido, manchando todas las manos de la satisfecha señora Thomson, su imagen la hacia parecer un personaje de una película de horror.
día siguiente ay una conmoción en los medios. En la central de policía, todo parecía normalmente habitual, unos policías gozaban de la pereza de su trabajo tomando un café como hacían cada ves que llegaban a trabajar. Esta ves no hubo tasas de café, todas derramadas en el suelo al lado un una nota que estaba escrita en un subenir de la florería "las rosas" que decía "Yo lo hice" junto a una particular rosa blanca.


Aroma a Rosas [Gore]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora