Adentro de la casona Olivier...
Aurora (Lucero) cerro la puerta de su recamara por detrás de ella. Caminando entre la obscuridad que dominaba la habitación. En sus manos estaba el osito, y solo las líneas de su silueta se distinguía entre las sombras mientras se detenía ante las puertas del balcón de su recamara nostálgicamente. Sonriendo, sin saber siquiera porque. "
Explícame que demonios me esta pasando?" dice acariciando la cabeza del peluche.
"Cuando te conteste... me avisas." dijo una voz por detrás de ella estremeciéndola. La pequeña lámpara sobre una de sus mesitas de noche se enciende alumbrando vagamente la habitación. Ahí estaba, cómodamente sentado sobre una silla despreocupado de la vida y con una gran sonrisa.
"Espero que disculpes la imprudencia." dijo Andrés (Fernando Colunga) desahogado.
"Si te consuela toque antes de entrar." La intriga se domina de Aurora recorriendo su mirada alrededor de la recamara.
"Como entro?" "Digamos que tengo mis mañas y soy experto en alturas." sonrío sosteniendo dos pequeños broches.
"Por mientras tu estabas encerrada en una escuela privada de etiqueta para señoritas. Yo y mis dos hermanos encontrábamos como pasar el tiempo."
Ella sonrío, viendo el espacio entre los dos cerrarse con cada paso de Andrés. "Y las malas mañas son difíciles de perder no es así?"
"Muy difícil." el dice fingiendo vergüenza tan descaradamente.
"Terribles."
"Y puedo preguntar que hace aquí?"
"No quise irme sin mi beso de buenas noches. Es una descortesía no despedirse del modo apropiado."
"No me diga?" Lo tenia tan tentivamente cerca y la cara de inocencia que el tenia puesta le causo risa, dejándola sin otra alternativa que colocarle un leve beso sobre su mejilla.
"Satisfecho?" ella dijo suavemente cerca de su oído.
El sonrío, y sin la intención de dejarla escapar tomo su rostro uniendo sus labios a los de ella, robándole mas que la sonrisa. Que dulces y tiernos eran esos labios para el mientras no encontraba la fuerza para despegarse de ellos.
Sus cuerpos eran como dos imanes atraídos, envueltos en un beso intenso y apasionado que los empezaba a consumir peligrosamente. Sus corazones se aceleraban, sin querer ceder al momento enredados en los brazos del uno y el otro.
Aurora mordió los labios de Andrés empezando a desprenderlo de su camisa. Mirándose a los ojos ardientemente. Quería sentir el calor de su espalda sobre sus dedos, mientras el la hacia suya.