1. Primeras ideas

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Y de repente te viene esa idea en la cabeza.

Y a medida que la vas trabajando, te das cuenta que puedes sacar algo muy grande de ella.

Pues ese es el momento de coger esta idea y llenar con ella tantas páginas como puedas. En un principio no importa si no sabes muy bien hacia donde vas, ni como empezar. Tu solo concéntrate en apuntar todo aquello que se te ocurra. Si se te ha venido a la cabeza una ciudad impresionante, que crees que será un escenario perfecto para cualquier historia, descríbelo a fondo. Si se te ha venido a la cabeza un o más personajes interesantes y llenos de carácter, descríbelos también. A lo mejor solo tienes una mínima idea de como funcionaría el mundo del mañana, de los problemas que supondría la, que se yo, coexistencia de los humanos y los robots; o se te ha ocurrido cualquier cosa que sabes seguro que, si la escribes, será una gran historia digna de contar.

A mi, personalmente, me ha pasado muchas veces que, en el metro, en el autobús, en clase, se me viene esa idea. Pero después, al apuntarla, ya no me parece tan buena. Es normal, pero no por esto debemos ignorarla. La apuntamos, y después nos la volvemos a leer, y a leer. En un principio puede que hasta al fin y al cabo termine por no agradarte. Pero seguro que después se te acudirá algo para mejorar esa idea, y poco a poco iras recreando tu historia dentro de tu cabeza.

O también puedes ser alguien que cuando te pones a pensar, no se te ocurre nada. Relájate, ponte a escuchar música... Al largo del día, y sobretodo cuando estamos durmiendo, todos tenemos miles de ideas; solo depende de ti poder coger aquellas importantes y plasmarlas en el papel.

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