De repente cayó al suelo con basto dramatismo, sus piernas no respondían ante ningún estimulo. Dejó de luchar, no había tan sólo una razón para hacerlo, y sus ojos quedaron cerrados, como cuando el cielo tapa el sol y manda la lluvia.Pasaron horas, días; hasta quizá, años y ella ni nadie lo sabía...
sin rumbo fijo, pero que el creador quiso tropezar
no por casualidad sino por real majestad.