Heraldo del infortunio

30 2 0
                                    

Entonces caminaba por aquel parque, era algo concurrido en las mañanas y tardes, mayormente por niños pequeños acompañados de sus tutores y sus padres, sin embargo también era concurrido por jovenes quienes esquivaban sus clases para hacer otro tipo de cosa no relacionado con su escuela y/o universidad. Podía ver que había una pareja de pubertos de una escuela publica, llamada "Michael Santísimo", esa escuela tenía una reputación de tener un alumnado pobre en cultura general y de pocos valores morales. Podía ver también que aquella pareja "la cual no pasaba los 14 años de edad" trataban de esconderse por el temor de ser atrapados por algún policía ya que estos dos tenían el descaro de estar con el uniforme de sus institución educativa cometiendo actos injuriosos.

-Esa chica no se valora, es totalmente repugnante ver como se deja toquetear por ese mocoso, pero en fin la generación actual es así y al menos que haya algún tipo de cambio brusco en la sociedad eso no tendrá cambio alguno, sin embargo lo que más me provoca risa es que luego este tipo de mujeres piden respeto hacia ellas o se quejan del acoso sexual, si yo fuera una de ellas me pondría a pensar "¿por que me sucede esto?" antes de manifestar mi descontento sobre lo sucedido- dije con un tono algo burlón ya que a mí me tenía sin cuidado lo que a ellos le pasara.
Sin darme cuenta en un abrir y cerrar de ojos logre ver las rejas que separaban aquel parque de la avenida, pero antes de lograr atravesar la salida logro escuchar ciertos quejidos de dolor que provenían de dentro de un circulo estudiantes que al parecer observaban algún tipo de espectáculo violento, solté un suspiro y con las manos dentro de los bolsillos delanteros me acerque con un paso algo apresurado ya que no quería que alguien terminara herido.
Cuando más me acercaba más fuertes eran los quejidos que luego se volvían gritos y cuando aparte a por lo menos cuatro personas pude observar que dentro de aquella redondela se encontraban peleando tres chicas y dos chicos los cuales pateaban de forma muy brusca a una fémina quien ya estaba tirada en el suelo casi inconsciente, ella pedía ayuda pero el tono de su voz se hacia cada vez más tenue como si su fuerza se estuviera acabando así que grite con un tono de voz muy frío -¡Déjenla de una vez o tendré que tomar cartas en el asunto! - los primeros en reaccionar fueron ambos hombres a quienes más parecían animales, ambos eran altos por lo menos tenían de talla 1.81 c.m de altura, sin embargo se notaba que no poseían experiencia en pelea así que me fue muy fácil noquearlos. Luego de esto aquellas tres restantes salieron corriendo debido a que al ver que sus "guardaespaldas" habían sido derribados no tenían más protección.

Luego de lo ocurrido me acerque donde la joven estudiante para poder ayudarla ofreciéndole mi mano para que esta pueda ponerse de pie, pero segundos después de verla a los ojos sentí un escalofrío tremendo como si hubiese sido teletransportado a una morgue, sus ojos eran negros algo poco común ya que tenían cierto parentesco a los de un cuervo sin embargo me recuperé y acompañándola a sentarse en un banco que había cerca le pregunte con un tono totalmente paternal -¿Estas mejor? ¿Por qué te golpeaban hace unos momentos? - A lo que ella respondió con un tono apenado -Ellos lo hacen seguidamente, no es la primera vez que me sucede esto... Sin embargo esta es la primera vez que alguien acude en mi auxilio, estoy muy agradecida contigo Daniel Guerra - Luego de escuchar eso terminé completamente sorprendido me preguntaba: "¿Ella como sabe mi nombre? ¿Lo tengo anotado en algún lugar?". Luego me tranquilice y me puse de pie para agregar de forma desinteresada -En fin tú ya estas bien, yo regresaré a mi casa- Ella muy triste me miro a los ojos y ante de poder irme me tomo de la mano para luego acercarse a mi oído y susurrarme -Que pena... tu madre sufrirá un paro cardíaco y no podrá escapar de la muerte, ni siquiera teniendo un paramedico excepcional podría salvarse- Mis pupilas se dilataron y mi corazón se aceleró, estaba asustado por lo que me dijo sin embargo por mi cabeza pasó: "Imposible, es algo tonto creer eso de alguien a quien recién conozco. Realmente es una estupidez tremenda". La solté y ella me miró con mucha lastima, luego de eso pasaron las horas hasta que las manecillas del reloj llegaron a las 11:55 p.m. y mi puerta empezó a sonar como si quisieran romperla, era mi tía quien gritaba desesperadamente -¡Daniel! ¡Daniel! ¡Mi hermana esta tumbada en el suelo y no tiene pulso, por favor llama a una ambulancia rápido! -
Por un segundo me quede petrificado y justamente paso por mi cabeza la predicción que aquella muchacha me había susurrado al medio día, ya había logrado llamar a la ambulancia, sin embargo el tiempo pasaba eran las 11:57 p.m. luego la ambulancia llego a las 11:59 p.m. para llevarse de forma veloz el cuerpo de mi madre, mi hermano menor, mi tía y mi padre fueron a aquel hospital mientras yo me quedé en casa.
El tiempo pasaba, ya eran las 12:01 p.m. y mi timbre sonó, era nada más y nada menos que aquella chica, le abrí la puerta y la deje pasar ya que no quería dejarla afuera, sin embargo esos ojos negros me daban más mala espina aun en la noche. Le pregunte de forma algo alterada -¿Que haces aquí a estas horas de la noche? - a lo que ella me respondió de forma calmada y de cierta forma sarcástica -Quería ser la primera persona en darte los pésames- Al momento de oírla sentí un frío tremendo recorriendo todo mi cuerpo y entre tartamudeos respondí -¿Q-que? No puedo creerlo... ¿Quien eres tú?- y en respuesta ella se acerco a mi oreja para susurrarme de nuevo -Soy tu ángel guardián, o quizá la encargada de comprobar celosamente en hacerte sufrir, depende como lo tomes tú- Desde ese momento tenía por entendido que mi vida iba a dar un cambio radical, iba a sufrir la perdida de todos mis seres queridos, quizá quedaría solo, pero no del tanto, me quedaría con ese maldito cuervo del cual me arrepentía totalmente en haber salvado.

Desperté tarde al lado de aquella chica, ella me abrazaba como si no quisiera dejarme ir, eso me provocaba cierta incomodidad ya que había generado cierto odio hacia mi contraria. Lo máximo que recordaba es lo que me había informado ella en la noche pasada ya, todo fue tan repentino realmente no me lo esperaba, a veces el poder de la palabra es tan grande que es mejor quedarse callado, en fin sea lo que pase tendré que afrontarlo y seguir caminando. No se escuchaba ruido alguno parece que mi "familia" aun no había llegado así que tomé la iniciativa de ponerme de pie e ir a preparar mi desayuno junto al de ella sin embargo mi esfuerzo por no querer despertarla fue en vano, ella estaba mirándome, lo sentía a pesar de estar dándole la espalda pero no me detuve y fui hacia la cocina para poder hacerme de desayunar, fue algo simple, unas tostadas con mantequilla junto a una taza de café y para ella unas tostadas con mermelada y un té tibio.

Lleve todo eso hacia la mesa y empecé a comer pero casi de forma instantánea ella se sentó frente a mí para comer sin antes agradecerme, entre bocados ella dijo -Está rico, me gusta que la bebida esté templada y no caliente- luego de eso siguió comiendo para luego terminarse el té de forma rápida al igual que su tostada, pero a comparación mía yo estaba recién en la mitad de mi desayuno, aprovechando que no podía hablar ella comenzó la charla mencionando a mi mejor amigo quien se llamaba Alessandro y con una sonrisa algo macabra dijo -Así que él es la única persona con la quien andas ¿verdad? sería una pena que algo le pasara, sin embargo aun no le toca morir. Puedes estar tranquilo chico que jamás ha sentido algo con por ninguna persona, ni siquiera por su propia madre, que cruel - dijo burlándose al final, para luego agregar con cierto entusiasmo -Yo no me separaré de ti jamás Daniel, estaré a tu lado toda nuestra miserable vida- muy incomodo terminé mi desayuno y deje mis cosas para ir a mi cuarto a cambiarme de ropa. Pasaron 15 minutos cuando salí de la habitación ya cambiado hasta que veo que ella había cambiado de ropa también pero la interrogante nació: "¿Desde cuando ella tiene ropa acá? ¿Como lo hizo?".

Ya tenía por entendido que ella realmente cumpliría su palabra y no se separaría de mí jamás, pero me molestaba la idea de que un cuervo, gato negro, amuleto de mala suerte, o simplemente un heraldo del infortunio me acompañara por toda la vida, sin embargo tarde o temprano me terminaría acostumbrando. Ambos salimos de la casa para poder ir hacia el hospital, acostumbraba a tomar taxis, ya que no me gustaban los buses públicos y mucho menos las combis o colectivos de menor escala, al fin y al cabo si mi padre llegaba a morir me quedaría con su motocicleta y automóvil. Ya estábamos llegando hacia el hospital y en la entrada vi a mi hermano menor llorando así que me acerque corriendo para ver por que lloraba "aunque yo ya sabía que había pasado", sin embargo aquella chica quien no sabía ni su nombre se acerco primero y con un tono maternal dijo -¿Que sucede Anderson? ¿paso algo malo?- a lo que mi hermano entre llanto respondió -M-mi mamá murió...- su voz estaba ahogada en llanto, eso me causaba cierta pena ya que ver llorar a un niño de 11 años le rompía el corazón a la mayoría de personas, hasta que ella volteo a verme sonriendo de forma totalmente burlona y le susurro a mi hermano: "No importa, tú, tu padre y tu tía la acompañaran pronto".

El rostro de mi hermano dejo de humedecerse con sus lagrimas para quedar perplejo, hasta que volvió a llorar pero corriendo hacia mi y me abrazo tan fuerte, podía sentir el miedo que había inundado todo su cuerpo, lo sujeté de la mano y al parecer aquella cuervo se puso celosa mirándome de forma desagradable, eso no me importó, era mi hermano y prefería llevarlo donde mi padre, sé que ahí estaría más seguro que a mi lado, sin embargo estaba totalmente equivocado. Llegue al segundo piso donde estaban mis familiares, y cada uno de ellos estaba devastado, ya que la muerte de mi madre era muy rara, ella era una mujer muy sana y joven, tenía por lo menos 36 años cosa que parecía muy fuera de lo común, pero luego a los segundos recibí la llama de mi mejor amigo, era Alessandro el cual había tenido un sueño muy raro diciendo que el hospital sufriría un atentado terrorista, pero yo me preguntaba: "¿Desde cuando hay terroristas en este lugar?" sin embargo sentí las frías manos de ella que me jalaban hacía el ascensor sin mi familia quien pueda acompañarme hasta que podía notar la salida y de forma veloz ella pidió un taxi quien nos llevaría de regreso a casa hasta que dentro de él gritaba como un maniático muy desesperado -¡Déjenme salir! ¡Mi familia esta allí!- hasta que lo previsto fue verdad, mi hermano me había seguido sin embargo un grupo de encapuchados armados salió de un vehículo con lunas polarizadas y fusilo a mi menor familiar, empecé a gritar más golpeando la luna del taxi aun más y más desesperado ya que tenía en mente cual sería el final de aquella escena tan cruda y violenta que mis ojos apreciaban. Empecé a derramar lagrimas hasta que ella me abrazó y pegó a su pecho diciéndome en un tono muy frío -No puedo detener al destino, trato de salvarte solo a ti. No dejaré que te pase nada amado mío-

Luna CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora