MEGAN

1.5K 26 11
                                    

*Antes que nada, quisiera que se adentren en la historia, he cambiado nombres y el orden de algunos eventos, pero la historia, nuestra historia, es lo suficientemente complicada, divertida, frustrante y tierna (a nuestra manera) como para ser un buen libro. Espero que la disfruten*

Ella estaba parada en la estación del bus, con su suéter azul naval, la mirada en el vacío y sus audífonos la separaban del mundo. Llevaba puestos unos jeans claros y desgastados, vans negros y tenía el cabello semi-recogido en una especie de coleta algo despeinada; también tenía sus lentes de marco negro, a punto de caerse; ella se percató y las colocó de nuevo en su lugar con el dedo indice.

Ella miraba a todas las direcciones como en busca de algo o alguien, tomó un mechón de cabello que le sobresalía a un lado y comenzó a enrollarlo en su dedo, se notaba que llevaba un buen rato esperando.

-¡Oye tú!- le grité acercándome a ella por detrás, pero no me escuchaba, así que agarre el cable conectado a su celular y retiré bruscamente los audífonos de sus oídos- ¡HOLA!

-Hasta que decides llegar- dijo ella con un tono irónico de emoción, enrollando el cable y guardándolo en su bolsillo izquierdo.

-Ya sabes. Lo mejor siempre tarda en llegar- repliqué victoriosa.

-¡Lo se!- hizo un gesto de confusión- Por eso no entiendo porque siempre tardas tanto.

-Muy graciosa, muy graciosa.

Megan y yo habíamos quedado en encontrarnos para ir a almorzar juntas en un nuevo restaurante que habían colocado no muy lejos de mi casa, pero como de costumbre, llegué tarde y Meg me miraba con ganas de aniquilarme-

-Esto se te está haciendo costumbre- dijo entre pucheros e ira-

-Solo fueron un par.... tal vez tres.... treinta minutos- dije intentando calmarla.

-Sí, lo se, pero luego será una hora, y tal vez, algún día jamás llegues- exclamó irritada- La gente ya me comenzaba a mirar como la chica que dejaron plantada.

-En ese caso agradece que llegué- sonreí. Pero ella me lanzo una mirada asesina- Es decir, lo siento.

-Así me gusta- dijo engreída y triunfante.

Megan era mi mejor amiga en el mundo entero (ya se, lo se, es algo cliché), eran casi 5 años de ser inseparables, como Holmes y Watson, Limón y Sal, y tantas cosas cursis y repetitivas que puedas nombrar. Ella entendía todas mi rarezas, compartíamos demonios,ángeles y gustos,ella me entendía,o si no, se esforzaba por hacerlo, y yo me encargaba de hacer lo mismo por ella. Compartíamos muchos pasatiempos,en especial el "hacer nada juntas", así que no verla un día era como si mi marido se fuera a un largo viaje de negocios; desagradable sentimiento por cierto.

Ella era una chica tierna, mimada y en extremo fastidiosa; sin embargo tenía esos dotes que hacen que alguien sea interesante con solo hablar, pero para contrarrestar eso, también era tímida y muy reservada, demasiado reservada. Saber lo que ella pensaba o sentía era "más difícil que verle la sombra al viento", más difícil que hacer que yo llegue temprano a algún lado; sin mencionar lo fría y poco emotiva que era. Tenía un mundo desconocido y muy apartado de la realidad, esa mente incomprensible y confundida, eso la hacía única y fantástica.

Esta mente in-explorable estaba ubicada en la cabeza de una chica que no medía mas de 1,60m. Meg era de poca estatura y más bien contextura delgada; tenía unos enormes ojos cafés, de largas y rizadas pestañas que le iban muy bien a sus gruesas (pero siempre bien depiladas) cejas; su cabello era ondulado hasta los hombros y de un color castaño oscuro; y su boca, su boca era lo que hacía de su rostro la perfección, casi dibujada a la perfección sobre una muñeca de porcelana, la hacían lucir hermosa y adorable. Perfecta.

GIRLFRIENDS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora