Angie

Liesl

Liesl entró en la oscura habitación y miró a todas partes. Por un momento pensó en lo que estaba haciendo. Su hermana había sido realmente amable con ella y no quería tener que hacerla cargar con todo eso. Pero era verdaderamente importante. Ella debía irse, y de ninguna forma podía llevarse con ella a... A lo más importante de su vida. Sabía que Anne, su hermana, cuidaría tan bien de su hija como ella misma. Su hija. Era increible pensarlo, y aún así, esa era la verdad. Angie era lo que mas había amado en el mundo, pero, por desgracia, su pasado la perseguía y ella no lograba evitarlo.

Cerró los ojos y apartó esos pensamientos de su mente. Miró a su alrededor y dio un par de pasos. Cuando llegó, casi a tientas, a lo que parecía una alacena o un estante, dejó encima lo que llevaba en las manos, y salió del cuarto. En la puerta había una pequeña maleta de viaje. La cogió y entró en otra habitacion, decorada con motivos infantiles. Al fondo, bajo una ventana, había una cuna. Liesl se acercó a ella. La tenue luz de la luna iluminaba el interior, y permitía distinguir el cuerpecito de un bebé respirando acompasadamente. A Liesl se le llenaron los ojos de lágrimas, si bien no se permitió verter ninguna. Depósito un leve beso en la cabecita de la niña y se fue.

Esa fue la ultima vez que Liesl vio a su hija.