Perdida

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Hace tan solo unos cuantos errores atras, cuando mi mente aun estaba lo bastante distraida para darme cuenta de los peligros que consta el amar desenfrenadamente, fue cuando lo conosi.
Estaba aun tan perdida en las reglas del juego que no tome mis precauciónes, no sabia nada era aun tan torpe e inocente...
Entonces lo conocí.

Mi camino por el pasillo principal de la preparatoria hacia la biblioteca fue toda una aventura. Resultaba casi imposible hacerse camino entre los estudiantes. Millones de charlas abrumaban el espacio, resultaba imposible comprender al menos dos o tres palabras de aquellas animadas historias acerca de lo divertido que fue el verano.
Este año muchas miraditas discretas, murmullos en silecios fallidos y una que otra mirada de admiracion me daban la bienvenida este año escolar. Y el motivo es mi resiente nombramiento como capitana del equipo de porristas. Toda esta atención es un tanto desquisiante.
La mañana de hoy es muy extraña, apesar que estamos a finales del verano el dia de hoy es de un frio desenfrenado. El helado viento se escabulle por entre mi pequeña falda de porrista, traspasa mi delicado sueter de lana, y alborota mis cabellos.
Me logre hacer camino hacia la biblioteca, no me gusta llegar tarde a ningun sitio y menos si se trata de la escuela.
La biblioteca aun esta sola, libros y nada mas que libros estan ahi. Los ventanales de la biblioteca estan abiertos y la helada brisa se filtra descaradamente hacia dentro.
Me quedo frente a los ventanales observando a todos los chicos en el estacionamento, este año sera de locos y todas mis nuevas responsabilidades me asustan. Mi mente esta perdida en una dimencion demaciado lejos de la biblioteca cuando un ruido espelusnante me regresa en si poniendome la piel de gallina.
-Disculpame, no fue mi intencion asustarte asi. No imagine que alguien estaria aqui a estas horas.- una dulce voz varonil se escucha destras de un escritorio repleto de libros.
-No te preocupes, estoy bien. Permiteme...- le contesto y me agacho para ayudarle a recojer lo que acaba de caerse.
Una larga y delgada mano es lo unico que puedo ver por debajo de la mesa. Tomo los libros mas cercanos a mi y de pronto frente ami aparece un joven delgaducho. Su delgada cara se ve ridicula detras de unas enormes gafas. Este chico debe de estar loco aparte de ciego. Son enormes de las que usan los abuelos. Su cabello esta perfectamente peinado lleno de plastas de gel. Sus ropas no mejoran para nada su apariencia de raton de biblioteca.
Unos pantaloncillos de lino negros planchados a la perfeccion, una camisa blanca demaciado arrugada se esconde detras de un chalequillo marron. Ese chalequillo es un horror.
Pero algo en ese joven distraido me hace dejar atras mis criticas en su apariencia para ver detalladamente lo que de verdad me cautivo. Una enorme sonrisa se dibuja en su delgado rostro, una hermosa sonrisa acompañada por un par de agujeros en las mejillas.
-Disculpa, yo tampoco sabia que la bibloteca ya tuviera visitantes. No pretendia exaltarte.- hablo bajito como si estuviera contandole un secreto.
-Esta bien, no hay de que disculparse.- su voz es muy muy dulce y su gentil tono logra que yo le devuelva la sonrisa de muy buena gana.
De pronto un grupo de chicas empieza a entrar y detras de ellas la señora biblotecaria.
La severa mirada de la mujer nos advierte que es momento de tomar nuestro lugar y perdernos en la lectura matutina.

El dia ha estado demaciado demandante, tareas y mas tareas y aun el primer dia de clases no termina. La primer practica del equipo tomara lugar al finalizar las clases, asi qu el dia esta haciendose mas lento de lo normal.
Durante el camino a cada clase, he resivido cientos de sonrisas, saludos, muestras de apoyo y tambien he sido insultada de espaldas.
Toda esta repentina atencion es muy incomoda. Antes de correr directo al gimnacio me detengo en mi casillero y me aseguro de traer a casa conmigo todo lo necesario para los deberes que los maestro despiadadamente nos han dado en nuestro primer dia de clases.
Voy caminando con mi cabeza dentro de mi bolso de deporte y sin prestar atencion en el camino siemto un fuerte golpe en la frente, muchisimas lucesitas es lo unico que puedo ver.
Estoy tirada en el frio y sucio pasillo de la escuela. Cuando puedo ponerme en pie por mi misma me sorprende darme cuenta que frente a mi esta el flacucho raton de biblioteca de esta mañana y mas me sorprende es ver que en sus manos esta mi mochila.
Su expresion muestra una notable verguenza, supongo que se debe a que en el dia de hoy me ha dado dos sustos.
-Disculpa, realmente no es intenciona.- su voz es casi un rezo. Su mirada esta sentrada en sus manos, se que esta avergonzado.
-Que va, nada de disculpas.- no quiero hacerlo sentir mal, asi que me muestro amable.
Timidamente levanta su delgado rostro y esos enormes ojos verdes penetran mi alma.
Son tan lindos y no puedo creer que los oculte tras esas espantozas gafas de anciano.
-Porsierto mi nombre es Marcel, un placer.- su voz es muy gentil.-lamento los accidentes en los que penosamente te viste incluida.
Es un chico muy dulce, sus disculpas son adorables es obvio que jamas ha hablado con una chica porque un ligero tono rosado se resalta en sus mejillas.
-Esta bien Marcel, disculpas aceptadas.- trato de relajar su resiente nerviosismo con la mas tierna de mis miradas.
-Es la ultima vez que me escucharas pedirte disculpas.-ahora su tono es mas mucho mas alegre.

Y eso ultimo mas que un comentario en broma, fue quizas la advertencia mas sincera que nadie jamas me ha dado.
Como fue que esa promesa, la cumpliria al pie de la letra, ya que esa promesa fue mi total desgracia.

Little ThingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora