Regeso a Casa

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-¿Susan? ¿De verdad eres tu?
A Susan se le aceleró el corazón.
-Lucy! Te extrañé mucho.
Susan corrió y por fin abrazó a su hermana, algo que había querido hacer desde hacía mucho tiempo.
-Susan, te ves más-
-Vieja, lo sé.- Interrumpió Susan.- Pero eso ya no me importa, hace muchos años que dejó de importarme.
-Vaya, nunca creí que te escucharía decir eso.-Dijo Lucy sonriendo.
-¿Qué pasa aquí?
Era Peter el sumo monarca de Narnia, el hermano de Susan.
-Peter!- Dijo Susan y corrió a abrazarlo.- Tenía tantas ganas de verte, tantas ganas de verlos a todos.
-Susan, en verdad estas aquí.- Era Edmund.
-Edmund!- Susan abrazó a su hermano menor.- Los extrañé mucho.
-Siempre estuve esperando a que volvieras.- Dijo Lucy.
-Y lo hice, encontré mi camino de vuelta. No puedo creer lo tonta que fui.
-Pero eso ya no importa.
Esa voz, la voz que Susan estaba deseando escuchar desde el momento en que recordó, o más bien creyó en Narnia de nuevo.
La voz de Aslan.
-Aslan! De verdad eres tu!-Dijo Susan mientras corría hacia él.- Lo lamento mucho, lo que hice fue muy egoísta de mi parte ¿Aún puedes perdonarme?
-Mi querida hija, eso ya lo he hecho y no tienes por qué preocuparte por eso, ya no tienes que preocuparte por nada, lo importante es que has encontrado tu camino de vuelta. Te he estado esperando.
-Si algo aprendí yo en Narnia, es que nunca es tarde para volver.- Dijo Edmund a su hermana, mientras la rodeaba con su brazo.
Susan sonrió, había estado esperando este momento desde la noche después del entierro de sus hermanos y sus padres donde comenzó a recordar. Se sentía tan triste que no salió de casa por días.-Cosa rara en Susan.- y poco a poco se comenzó a olvidar de los bailes y fiestas a las que tanto le gustaba asistir. Y comenzó a recordar.
"Aún recuerdan esas fantasías que jugábamos cuando éramos niños" era lo que Susan decía a sus hermanos cuando hablaban sobre Narnia, pero después de olvidar las invitaciones, los vestidos, y las cosas que la habían alejado de Narnia, recordó. No había sido un juego, no había sido un sueño, ella había estado ahí, con sus tres hermanos, no una, si no en dos ocasiones, ella era Susan la benévola, reina de Narnia, lo fue una vez y siempre lo sería. En su última visita, Aslan le había dicho a ella y a Peter, su hermano mayor, que debían aprender a seguirlo en su mundo, y eso fue lo que hizo. Vivió el resto de sus días feliz, disfrutando de su vida hasta su último momento, sabiendo que un día, volvería a ver a sus hermanos, a sus padres, a sus amigos narnianos y a Aslan.

Frente a Susan habían unas puertas de oro gigantes, hermosas, y al ver a su alrededor no podía creer lo que veía, era Narnia. Ahí estaba Cair Paravel, ahí estaba el Erial del Farol, ahí estaba todo.
-Dónde estoy?- Preguntó.
-Estás en Narnia.- Respondió Peter.
-Qué? Cómo es eso posible? Aslan dijo que jamás volveríamos.
-Es una larga historia, pero tus hermanos te la pueden explicar en el camino.- Dijo Aslan.
-A dónde me llevas?
-Adentro.- Dijo Aslan viendo hacia las enormes puertas.- Hay alguien que quiere verte. Pero antes hay algo que debo hacer.
Se escuchó un rugido, un fuerte y potente rugido y entonces pasaron dos cosas. A Susan se le quitaron las arrugas, las canas y se le corrigió la postura, volvía a ser la joven que Narnia había visto la última vez. Y Aslan, bueno, lo envolvió un resplandor y Susan pudo ver lo que habían visto antes sus hermanos, pero eso, como ya te lo había dicho antes, no te lo puedo contar yo, es demasiado magnifico como para describirlo.
-Los veré luego. - Dijo Aslan.
Y se fue.
-Bueno Susan, que estamos esperando?- Exclamó Lucy.- Hay que llevarte adentro.
Cuando cruzaron la puerta, Susan no podía creer lo que sus ojos veían, era mejor de lo que imaginaba, muchísimo mejor de lo que hubiera podido imaginar. Un enorme salón con columnas como las de Cair Paravel, pero más grandes, y de oro. Un techo de cristal, un piso de porcelana reluciente y flores decorando cada estante que había.
Pero lo mejor de todo, fue lo que vio después.
-Susan!- Se escuchó a lo lejos.
Y entonces una muchedumbre se acercó a ella. En ella pudo ver a algunos cuantos rostros conocidos, incluidos los de sus padres, a quienes abrazó fuertemente cuando los vio. Además vio a los castores, el señor Tummnus, a Caspian, Reepicheep, Trumpkin y todos sus viejos amigos narnianos.
Todo esto era mejor de lo que ella hubiera podido imaginar, y sería para siempre, ahora ella estaba formando parte de la historia, la historia donde cada capítulo es mejor que el anterior, la maravillosa historia que no tendría fin, la historia donde Susan podía ser feliz.

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Epílogo para Las Crónicas de Narnia  7- El Regreso de Susan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora