Kim se había quedado helada, sentía que su mundo se había detenido, y había pasado horas, pero no era así, ni un segundo había pasado, estaba destrozada, su corazón se había detenido inclusivamente. ¿Era enserio lo que ella decía? ¿Por qué nadie le había dicho? La chica de cabellos cortos se había roto enserio por dentro. Sus ilusiones, sus esperanzas, todo en ella estaba troto. Era obvio, había deseado una vida con aquella chica desde que era tan sólo una pequeña niña, sus padres eran amigos de los de Ilayda, cuando Kim llegó a parar con Akihiko y Kyumin conoció prácticamente a Ilayda.
Claramente sus compañeros dieron algunas risas burlonas tan claras, tan bajas para que "no los escucharan". Pero lo único que querían era burlarse de aquella pobre chica y que ella se diera cuenta de ello. Era obvio. Ilayda les lanzó una mirada molesta y asesina, muchos le dirían: "un mal de ojo". Pero ninguno le hizo caso a aquella chica. Desvió su mirada a Kim y lo único que vio fueron unos ojos llorosos.
-Kimmie- susurró la pelinegra un poco preocupada.
-Puedo ser mejor que Yoru...
-No se trata de ser mejor Kim... me gusta Yoru.Eso era, esa era la gota que derramó el vaso, Kim miró directo a sus ojos como si en una mirada se transmitiera todo el dolor que ella sentía, negó con la mirada para poder irse de allí lo mas antes y más rápido posible. No quería estar haciendo el ridículo por algo estúpido, estaba molesta, estaba furiosa. Aquella chica llamada Hitomi la trató de seguir demasiado preocupada pero Kim nunca le hizo caso. Quería morir, o cualquier cosa relacionado con desaparecer, estaría bien, si antes se burlaban de ella por su aspecto marimacho pero ahora serían más duros que antes.
No planeaba siquiera quedarse en las demás horas de clase. Tal vez una tarde sola en su casa tocando guitarra le aliviaría el dolor.
Había pasado una semana ya exactamente de ello. No hablaba con nadie, no iba a la escuela y no se le pasaba por la cabeza ni siquiera hablar con su hermano, estaba cansada. Cansada de que nunca lograra ser alguien de valor, alguien alto que se mereciera a aquella chica de cabellos largos. Estaba acostada en su cama con una guitarra acústica, estaba rasgando aquellas cuerdas sin querer, había estado practicando para distraerse pero ahora su mente estaba en Ilayda y sólo en ella. Nadie más.
La pelinegra desvió su mirada a la ventana esperando a tomar el coraje para ir a hablarle pero parecía que eso no iba a pasar en un largo pero muy largo tiempo. Su padre, aquel hombre de oscuros cabellos y ojos azules abrió la puerta del cuarto de su hija, quitando su atención de la chica. Kim no le prestó ni la mínima atención y siguió tocando la guitarra, ahora sí, completamente concentrada.
-¿Cuánto tiempo planeas estar aquí encerrada?- preguntó ciertamente preocupado por ella, pero tampoco le iba a echar la culpa a su hijo Yoru.- Tu hermano igual está preocupado por ti.
Kim permaneció en silencio ante la primer pregunta.
-Yoru y yo no somos hermanos, ni siquiera nos corre la misma sangre- protestó con seriedad observando su guitarra.
-Pero fueron criados con el mismo afecto y en la misma casa.
-Eso no me hace su hermana- Mencionó en su defensa un poco lastimada.Y por cierto punto tenía razón, no eran hermanos de sangre, lo amaba pero estaba tan lastimada y molesta que ni siquiera se atrevería a perdonarlo de tan buenas y a primeras, estábamos hablando de que le había quitado su amor de la infancia, todos sabían que Kim amaba a Ilayda, todos, claro menos ella.
-El lunes entras ala escuela.
-pero...
-vas a la escuela o no podrás salir al jardín por tres semanas.
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Sometimes Love is not Enough
RomanceKim Ochida es una chica como cualquier otra, sólo que su orientación sexual no es muy "correcta" al igual que su estilo para la sociedad o en sí la mayoría. Desde pequeña siempre ha sido consciente de lo que le gustaba, nada de muñecas, de vestidos...