CAPITULO I

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Louis
Era una tarde lluviosa de martes cuando lo vio por primera vez. Louis pensó que debía haber visto mal, porque no hay absolutamente ninguna manera de que alguien pueda ser tan hermoso como ese chico.  Sus largos rizos color chocolate cayendo en cascada desde la parte superior de su cabeza, que enmarcaban una cara con una mandíbula que podría matar. Y sus ojos.  Louis podría pensar en muchos adjetivos para describirlos, pero ninguno les harían justicia.

Sus ojos eran verdes. El tipo de verde del pasto cuando empieza a asomarse por debajo de la nieve derretida que ensucia el suelo. Son del tipo de verde que solo ves cuando empieza la primavera, en los árboles, en las flores y en los bosques después de la lluvia. Son del color del furioso océano en una tormenta. Son el tipo de verde que te da esperanza y te dice que sin importar qué, todo va a estar bien. Mirando esos ojos, Louis sabía que iba a ser así.  

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Louis se movió en su incomoda silla. El museo estuvo especialmente lento hoy. No dio ni un solo tour, respondió alguna estúpida pregunta a algún estúpido turista y no lo vio a él. Quizá el dia no fue lento. Louis solo pensó que lo fue porque se pasó todo el día buscando esos ojos verdes en los pocos visitantes que pasaron por la gran puerta de vidrio.

No pudo dejar de pensar en esos ojos desde el último día que los vio, y eso fue hace dos semanas atrás. 

Cuando el chico entró al museo hace dos semanas atrás, Louis literalmente se quedó sin aire. La manera en la que sus piernas lo cargaban con gracia,  sus manos dentro de una cara y larga chaqueta, libros de texto ajustados debajo de su brazo derecho. Y no mencionemos esos ojos y su cabello fácilmente despeinado, Louis tuvo que pensar que tenían que ser extensiones. Lo dudaba, sus rizos le quedaban demasiado bien como para ser falsos.

Lo miro lo más que pudo, antes de que el misterioso muchacho desapareciera en la sección de arte del museo. Louis medio esperó que él volviera al escritorio y le pidiera para hacer un tour. Sin embargo, no lo hizo, para la consternación de Louis.

El día se volvió monótono desde ahí, con Louis respondiendo demasiadas preguntas, y señalándole a mucha gente en dónde se encontraba el baño. Él no vio al chico irse, hasta que anunciaron que el museo cerraba en veinticinco minutos. 

Pasaron dos semanas, hasta hoy, un jueves por la noche igualmente lluvioso, con Louis mirando ansiosamente en la puerta durante diez horas, esperando a que el chico entre. Era un poco patético, pensó; él solamente sentado y esperando por ver a un chico que ni siquiera conoce, cayendo por sus ojos. Y ni siquiera lo conoce aún. 

"Lou, tierra a Louis," una brillosa voz habló. Una mano moviéndose frente a su cara, y Louis levantó la vista, viendo que pertenecía a Liam. Liam, el que era un poco molesto y muy alegre (incluso en las primeras horas de la mañana) gerente general, que también resultó ser su mejor amigo y compañero de piso.

"Como no estas ocupado," Liam dice, señalando la completa y absoluta falta de visitantes en el museo. "¿Esperaba que pudieras desempolvar los cuadros de pintura en la galería?" Él agita un trapo frente a la cara de Louis. Louis solo suspira y se levanta de la silla. No es como si tuviera algo mejor que hacer, como hablar con chicos lindos con ojos de color de las hojas de menta, porque probablemente no vuelva a ver esos ojos otra vez. Así que el puede estirar sus piernas y admirar el arte también. Agarra el trapo de las manos de Liam.

"Creo que podría tomarme un momento fuera de mi ocupada agenda para hacer esto por ti, pero solo si consigues curry para cenar esta noche." Louis dice, yéndose.  Él no necesita escuchar su respuesta, pero aunque fuera un no, Louis sabe que Liam lo va a conseguir de todas formas. Es esa clase de persona. 

love is an art. (mine could fill a museum) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora