Dreaming

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Ese tuvo que ser el mejor año de mi vida. Y en parte, lo fue. Y aunque hayan sido muchas las veces en las que no quise continuar, pude sacar algo bueno. Pero voy a partir desde el principio. Desde es peor momento de mi vida, el más dificil, el que cualquier adolescente odiaría tener que vivir. El cambio de escuela.

Muchas veces, es cambio de una escuela a otra es algo obligatorio: debes cambiarte a otro establecimiento (que es parte del programa de la escuela) para terminar tu educación. Otras veces, es algo por decición propia: problemas con las amigas, problemas con los compañeros, problemas con los profesores, problemas con el directior. En resumen, problemas, problemas, probemas. Algunas veces puede ser causado por problemas económicos o de familia, lo que ya no sería una decisión tan propia.

Pero las personas que más van a entender son tus mejores amigos. Ellos problamentente te organizen algo asi como una "despedida", que constará basicamente de pasar por un restaurante conocido de comida rápida (al estilo McDonalds) y luego una película de las que les gusta ver.

Hasta ahora sólo he hablado en general, pero ahora voy a hablar un poco de mí.

En realidad soy una persona bastante... Extraña. Y "extraña" en todo lo que la palabra pueda significar. Soy una adolescente normal en el sentido que tengo dos mejores amigos, una hermana pequeña, que tiene diez años menos, que es completamente insoportable, un hermano un curso mas abajo que yo, que también es mi mejor amigo, un novio y un ex. Pero también tengo una vida personal que sólo comparto conmigo. Por fuera, una emo insensible, que escucha musica rock a todo volumen, que no le importa lo que piensan de ella, que parece tener todo lo que quiere. Pero por dentro, en la completa soledad de mi casa (mi mamá trabaja hasta tarde y mis hermanos nunca estan en casa) me vuelvo débil y siempre con lágrimas en los ojos. Insegura, asustada, triste, sola, apartada. Sin quererlo, creé un muro entre el resto y yo.

Solía tener muchos amigos. Salir a fiestas, de compras, a un café con mi grupo eran cosas de todos los días. Yo era felíz y no podía querer más. Pero las cosas no siempre son como queremos y creemos. Nunca, en mi caso. Mi padre tuvo un accidente de auto mientras llevaba a mi hermana al cumpleaños de su mejor amiga. Mi mamá me había pedido a mi que la llevara en autobús, pero yo estaba invitada a una fiesta en casa de una "amiga". Como en ese entonces yo sólo estaba preocupada de vestir bien y de cómo me veía el mundo, sólo le grité que Kacie (así se llama mi hermana) no era mi responsabilidad, que si ella no podía encargarse de una hija que por qué la había tenido, etc etc. Por toda respuesta fue donde mi padre, quién aceptó gustoso. Eso es algo que odio de mamá: utiliza los puntos débiles de las personas para beneficio propio. El de mi padre era el cariño que nos tenía a nosotros, sus hijos. Él siempre decía que eramos la luz de su vida, que le ayudabamos a continuar cuando creía que todo estaba perdido. Kacie tenía apenas unos tres o cuatro años, y lo que papá le decía no le causaba mucho efecto. Pero para mi hermano Luke y para mí eran una inspiración. Nuestro modelo. Papá sabía como hacernos sentir especiales, únicos. Es algo que extraño mucho, sus palabras alentadoras que hacían mi día más tranquilo, con el simple hecho de que él siempre estaba ahí cuando lo necesitaba.

Pero ese accidente no solo acabó con la vida de papá: también se llevó la mía, de paso. No le hablé a nadie en semanas. Dejé de ver a mis amigos; ya no salía de mi casa. Me sentaba a observar la puerta que daba a su cuarto, y al cabo de unas horas, entraba lenta y silenciosamente, cuidando cada paso, para no manchar ese espectáculo de perfección que podía sentir en ese cuarto. Luego, me daba unas vueltas, deteniéndome cada vez que alguna de sus posesiones me producía un recuerdo doloroso sobre él. Al terminar de deambular en su cuarto, salía de allí sin estorbar ese santuario, el que no le estaba permitido a nadie alterar, luego de una fuerte amenaza por mi parte.

Poco a poco, fui superando el hecho de que él no estaba, y que jamás volvería a verlo. Al cabo de un año pude retomar mi vida desde donde la había dejado. Pero yo ya no era la misma. Mi armario, antes rebosante de colores, predominando el rosa, y lleno de pantalones ajustados, vestidos, polleras cortas, estaba ahora cubierto de negro. Ni una sola polera se salvó del cambio. Todos mis pantalones ajustados, cambiados por anchos jeans. Todas mis blusas, por largas y negras poleras, tres tallas más arriba que la mía propia. No quedó ni un solo zapato de tacos. Todos reemplazados por zapatillas y botas largas y oscuras. Era una forma de describir lo que sentía y que todos podía ver. También tenía perforaciones, de las que jamás me habría hecho antes. Siete en la oreja derecha, cuatro en la izquierda. Dos en la ceja izquierda, una en el labio y dos en la mandíbula. Y una en la nariz, al costado derecho. No había asistido a la escuela en un año y un par de meses. Estaba hecha un completo desastre, que mis antiguas amigas habrían utilizado para divertirse, a punta de chistes y rumores. Nadie en toda mi escuela privada habría aceptado senatrse junto a mí en clase, almorzar conmigo, ir un día a estudiar a mi casa. Pero no podía importarme menos. Yo, en ese minuto, era una alma completamente libre de preocupaciones por los prejuicios y rumores. Pero para mi mala suerte, mi madre no sentía lo mismo.

Ella llevaba todo ese tiempo viendome sola en casa, mientras ella iba a su trabajo. Y cuando regresaba, con Luke y Kacie, a cenar, ni se molestaba en saludarme. Todo por un estúpido consejo de una revista de adolescentes, que planteaba que si el sujeto en cuestión decidía iniciar un proceso de cambio, era un asunto normal, que significaba la búsqueda de la verdadera identidad de cada individuo etc, etc. Aunque agradecí que no estuviera metiendose donde no debe, mi madre estaba ignorandome por completo. Creía que si decía algo con tal o cual tono de voz, yo lo sentiría como una amenaza o castigo, "asique será mejor no hablarle del todo" la escuché comentar un día por teléfono. Ni siquierame respondía cunado le pedía dinero. Simplemente me entregaba su billetera, en señal de "saca cuanto quieras"; sé que sonará extraño, pero estaba empezando a molestarme su indiferecia hacia mí. Sé que debería estar feliz de que me deje en paz e una vez por todas, pero no podía evitar sentirme algo... Despreciada. Olvidada. Sin valor.

Mi vida no podía estar peor, y lo sabía. Y decidí que lo mejor serí hacer un cambio, un cambio grande. Algo que cambiara totalmente lo que he vivido y lo que voy a vivir algún día. Todo comenzó con el cambio de escuela.

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Hola a todos! esta es mi primera historia, asi que no sean tan malos conmigo jejeje ojalá les guste cuidense!

Flox

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