Mi entrenador de boxeo

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—¿Qué mierda me has hecho? , cada golpe situado en tu rostro, ha sido sufrido por mí. Joder nena, dime que no estoy colado por ti. Miré a mis pies y tras tomar una bocanada de aire, lancé mis guantes al otro lado del gimnasio. Le besé, le besé hasta poder llegar a saciarme de sus labios.

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