Capítulo 1

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Guillermo

Me encontraba como cada día en una cama desconocida.
Me levanté sin cuidado alguno despertando a la chica que se encontraba destapada en la cama.

-Hmm...¿te vas ya? -dijo sonriéndome.

-Sí. Adiós. -me puse los pantalones y cogí la camiseta que se encontraba tirada en el sillón.

-¿Volverás? -me preguntó.

-No lo se. -dije lo último y salí de la habitación con un portazo.
Al salir el sol aún no había salido y no había casi gente.
Miré mi reloj y vi que aún eran las 8:32. Suspire y me dirigí hacia una cafetería.

-Hola, ¿que quiere pedir? -dijo la camarera cuando me senté.
La chica era muy mona, tenía el pelo marrón liso hasta un poco por debajo del hombro con flequillo largo a un lado, ojos verdes y labios carnosos, tenía un cuerpo de envidia y una sonrisa que te dejaba embobado.

-Eh...esto... Un café. -dije aclarándome la garganta.

-Enseguida -la chica se alejó y mi móvil comenzó a vibrar.

-¿Sí? -Dije con voz ronca.

-Buenos días, soy Samuel De Luque, sólo le llamo para informarle que puede que se retrase la reunión que tenía conmigo.

-Eh...sí, claro, no se preocupe. ¿Cuándo será la reunión entonces?

-¿Qué le parece a las...? ¿10?

-Claro. Hasta luego.

-Nos vemos después. -al colgar cogí mi café y de un trago bebí media taza.

Entró un hombre alto, tenía una barba de unos tres días, vestía de traje y llevaba una corbata morada.
Me le quedé mirando como cual tonto hasta que me fijé que él me observaba como sí me desnudase con la mirada y una sonrisa pervertida.
Terminé mi café y fui a la barra a pagar pero al llegar la chica me paró y dijo:

-Ya está el café pagado.

-¿Quién lo ha pagado? -pregunté extrañado.

-El hombre que se encuentra en la barra -señaló al joven que antes había entrado. Me giré al ver el hombre quién meneaba su vaso, los cubitos hacían el ruido de chocar contra el cristal, se la pasaba mirando a la nada con una torcida sonrisa en la cara.

-Dile que gracias -Sonreí mirando a la hermosa chica.
Me fui del lugar no sin antes volver a ver aquel hombre que ahora me miraba con perversión.
Salí de allí aún con la penetrante mirada de aquel desconocido hombre.

Me metí en mi coche y me dirigí hasta mi casa por el camino comencé a montarme una película con aquel misterioso hombre.

••••••

Me encontraba en una habitación oscura, llevaba una banda morada en los ojos, mis manos y mis pies estaban atados a la cama mediante unas esposas, las cuales se clavaban en mis muñecas. Esa sensación me producía algo como excitación-dolor.
Escuché la puerta abrirse y algo dentro de mí se removió con nerviosismo.

-¿Quién eres? -pregunté en un susurro.

-Soy tu amo.

-¿Qui-quién? -dije nerviosos mientras tragaba fuerte.

-Tu amo mi pequeño sumiso. Harás todo y cada cosa que te pida sin rechistar.
Te opones a lo que te pido y recibirás un castigo.
Me levantas la voz, un castigo.
Me faltas el respeto, un castigo.
Me tocas sin que te lo pida, un castigo.
Cada cosa que hagas mal, será un castigo.

50 sombras de WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora