1. Sam

36 4 3
                                    


Blanco y mullido.

Todo en la sala era blanco y mullido: las paredes, el suelo, la cama, la silla. Todo. Lo único que no era mullido era el duro clóset, que contenía prendas no tan sorpresivamente blancas y mullidas.

Sam se dirigió hacia la pared y tocó, como hacía todos los días desde hace casi un año.

-¿Punto y coma?- sonó la voz de Kyle, como todos los días.
-Punto aparte- le respondió ella, como de costumbre; como todos los días desde que ambos habían despertado en las habitaciones que solo se separaban por una pared larga y alta hacia el techo y habían descubierto al otro.
-Oye, hay cortaúñas en el baño. ¿Qué te parece si nos cortamos las venas y cuando no lleven a un hospital escapamos y descubrimos la verdad por nosotros mismos?

Sam rió roncamente:-sabes que no van a decirte nada-y era que Kyle vivía intentando saber por qué estaban ahí; eso a Sam la traía sin cuidado. Sabía que si los tenían así era por algo importante, quizás eran genios que ayudarían a salvar el mundo o algún componente en su sangre llevaba la cura para el cáncer.

-Kyle, cántame.
-¿Cual canción, mi bella Sam?
-Eres un imbécil.
-Si no me dices canto reggaeton.
-Lorelei.
-¿De quién?
-No seas tonto.
-Si no me dices no canto.
-Scorpions. Aunque eso ya lo sabías.
-Es que lo dices muy gracioso.
-Cállate y canta.
-No puedo cantar callado.

Sam lanzó un suspiro exasperado.

-Tú me entiendes.
-Tampoco te enojes. Ya te canto.
-Puto
-Yo también te quiero.

The WallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora