Capitulo Unico.

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—¿Sabes? El silencio también es música.
La voz de Shino es monótona, como lo es siempre.
Sonríe y sostiene su violín en alto. Posiciona sus delgados y pálidos dedos sobre las cuerdas, para luego deslizar suavemente el arco hacia abajo. Es un movimiento simple y elegante.
Una suave nota se esparce por el aire, para luego desaparecer en la nada.
Shino deja un compás de silencio. Y repite la suave nota unas dos veces…
—La música no existiría sin el silencio.
Observa al muchacho que lo acompaña a través de sus gruesas gafas. Comprende la simpleza del entendimiento ajeno.
—El silencio hace la música —dice Kiba.
Shino ríe despacio. Estaba seguro de que diría esas palabras, en parte está de acuerdo.
—La música lo hace todo; cada sonido, cada espacio… La música está formada por el todo y por la misma nada, ¿sabes?
Pero Kiba no está seguro de entender esas palabras, y por eso levanta su violín. Coloca los dedos en las cuerdas y apoya el arco sobre una de ellas. No es un movimiento elegante, sino torpe e impulsivo.
Shino imita a su acompañante. Le mira fijo: es un desafío claro y silencioso, que nadie más comprendería aparte de ellos.
Y el dueto comienza.
Las notas que produce Shino son una protesta; un capricho. Y las que Kiba produce son una queja, un lamento y una disculpa.
A través de la ventana se puede apreciar como la lluvia estalla empapando todo.
Pero pocos lo notan, porque la pareja que toca frente a ellos grita y demanda atención y silencio. Exige ser escuchada y comprendida a través de un lenguaje extraño, peculiar. Una batalla constante de sonidos, de notas, de movimientos suaves o bruscos con el fino arco del violín.
Shino se sabe su parte de memoria, pero Kiba no logra recordarla, por eso lee la partitura.
El de gafas respeta uno de sus compases de silencio, durante ese lapso de tiempo el violín de Kiba lo suelta todo; grita sus frustraciones, y dolores. Dice lo que siente.
El silencio de Shino llega a su fin, y comienza una tranquila melodía que intenta apaciguar el dolor del otro. Acallarlo.
Y logra su propósito. Logra detener el dolor ajeno.
Es el turno de Kiba para aguardar unos compases de silencio.
Las notas que toca Shino no son quejas ni frustraciones como fueron las de Kiba, sino todo lo contrario. Su melodía es dulce y desborda alegría, amor y esperanza.
Es una promesa tácita de amor eterno, amor realista e indestructible.
Por eso Kiba regresa a la pista para expresar el mismo amor y las mismas esperanzas.
Y se turnan para formar silencios.
La última parte de la canción la tocan juntos: cada uno profesando un amor incondicional con distintos sonidos.
Y la canción termina.
Los presentes estallan en aplausos y cuando estos se callan el sonido de la lluvia se esparce por el aire, ahuyentando el fantasma de la canción interpretada por los dos amantes. Suplantando el espacio vacío que deja la canción.
—El amor está formado por silencios —dice Shino.
—La vida está formada por ellos —responde Kiba.
Y ambos se sonríen. Porque saben mejor que nadie que el silencio lo forma todo. Porque nada expresa con ningún sonido todo lo que se dice en un silencio. El silencio crea emociones, aunque también las destruye.
La vida, la muerte, el amor, el dolor, el todo, la nada… vale todo por un minuto de silencio.   
Durante el silencio ellos se ríen, se miran… se aman. Porque comprenden que el silencio lo es todo y que nada más importa.

Un segundo de silencio [Naruto Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora