Capítulo 1

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Tris

Cruzo las puertas rotas y entro en el pasillo que hay detrás.
Empujo los explosivos contra la barra metálica que une las dos puertas y cierro las pinzas alrededor del borde de la barra para que no se mueva. Después corro al final del pasillo, rodeo la esquina y me agacho, de espalda a las puertas, mientras pulso el botón del detonador y me protejo los oídos con las manos.

El ruido me hace vibrar los huesos cuando detona la bomba, y la fuerza del estallido me tira de lado.
Trozos de cristal y metal vuelan por el aire y aterrizan en el suelo a mi alrededor. Estoy atontada. A pesar de haberme tapado las orejas con las manos, todavía me pitan cuando las aparto. Me pongo de pie, tambaleante.

Al final del pasillo, los guardias me han alcanzado. Disparan, y una bala me da en la pierna. Grito y veo manchas en los bordes de mi campo visual mientras corro para doblar la esquina de nuevo, medio andando, medio cojeando, camino de las puertas abiertas con el explosivo.

Al otro lado hay un pequeño vestíbulo con varias puertas selladas y sin cerradura al otro extremo. A través de las ventanas de las puertas veo el laboratorio de armamento, las filas regulares de maquinaria, dispositivos oscuros y ampollas de suero, todo iluminado por debajo, como si estuviera en exposición.

Oigo un ruido como de aerosol y sé que el suero de la muerte flota en el aire, pero los guardias siguen detrás y no tengo tiempo de ponerme el traje que retardará el efecto.
También sé, estoy convencida, de que puedo sobrevivir a esto.
Entro al vestíbulo.

El suero de la muerte huele a humo y a especias y mis pulmones lo rechazan con el primer aliento. Toso y escupo, y la oscuridad me traga.
Caigo de rodillas. Es como si alguien hubiera sustituido toda la sangre de mi cuerpo por melaza, y los huesos, por plomo. Un hilo invisible tira de mí, me arrastra hacia el sueño, pero quiero estar despierta. Es importante que quiera estar despierta. Me imagino esa atención, ese deseo, ardiendome en el pecho como una llama.
El hilo tira con más fuerza, y yo alimento la llama con nombres: Tobias, Caleb, Christina, Uriah, Cara, Zeke, Matthew.
Sin embargo, no aguanto el peso del suero. Mi cuerpo cae de lado y noto un gran relámpago de dolor en mi pierna herida. Me voy...

"Seria agradable alejarse flotando-dice una voz en mi cabeza-. Ver adónde iré...".
Pero el fuego, el fuego.
El deseo de vivir.
Todavía no he terminado, no.

Es como si excavara un túnel a través de mi mente. Cuesta recordar por qué he venido y por qué debería deshacerme de este peso tan agradable. Entonces, mis manos lo encuentran: el recuerdo del rostro de mi madre, los extraños ángulos de sus extremidades sobre el pavimento y la sangre que emanaba del cuerpo de mi padre.

"Pero están muertos -dice la voz-. Podrías unirte a ellos".
"Murieron por mi", respondo. Y sé que tengo algo que hacer a cambio: tengo que evitar que otras personas lo pierdan todo; tengo que salvar la ciudad y a la gente a la que mis padres amaban.
Si me voy para reunirme con ellos, quiero llevarme conmigo un buen motivo, no esto, esta forma tan absurda de derrumbarse cuando me queda tan poco.

El fuego, el fuego. Arde con furia dentro de mí, primero es una fogata y después un horno, y mi cuerpo es su combustible. Lo noto recorrerme, consumir el peso. Ahora nada puede matarme, soy poderosa, invencible y eterna.

Noto que el suero se me pega a la piel como si fuera aceite, pero la oscuridad retrocede. Apoyo la palma de una mano en el suelo y me doy impulso para ponerme de pie.

Doblada por la cintura, empujo las puertas dobles con el hombro, y las puertas chirrían sobre el suelo al romperse el sello.
Respiro aire limpio y me enderezo. Estoy aquí, estoy aquí.
Pero no estoy sola.

Leal (Final Alternativo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora