Ojalá recordase ese 31 de marzo al mediodía, la manera en que me abrazaste y me miraste por primera vez hace ya 16 largos años. Ojalá pudiera ver el amor que me demostraste, sentir lo que sentiste cuando me sustuviste en tus firmes brazos al conocer a tu pequeña. Ojalá supiera por qué ese fue una de las últimas veces en que fuiste plenamente feliz y consiente de eso. Luego entraste en depresión, y eso sí lo sentí y lo recuerdo, a pesar de haber sido nada más que una niña en los brazos de su padre, quien lloraba, discutía constantemente con su esposa y pasaba sus días enteros en la cama. Recuerdo también como despertaba con tus gritos y te saludaba al volver del colegio, asustada de que esa noche, mi madre me llevara con ella lejos tuyo y de mi hermano. Solían discutir mucho.. No deseo recordar porque.
Pero recuerdo tu sonrisa, cuando hacíamos alguna tontería cuando crecí un poco y te pusiste bien. Me decías que era tu mejor compañera, y que me querías. Pero nunca fui tan feliz como cuando este verano, tu último verano, hiciste un esfuerzo, tocaste mi puerta y simplemente me dijiste Te amo.
Para una hija, no hay nada más lindo que tener a su padre, y ese día lo comprobé. Era la primera vez que recordaba que me lo dijeras. No a mi hermano, no a mi madre, a mí. Significaba algo para vos, me sentí amada por vos. Y al irte, sólo me senté en mi cama y lloré, porque sabía que ya no estabas bien, y no sabía si lo podrías repetir.
Por mucho tiempo no te supe apreciar, ni valorar lo que tenía, pero este último verano, fuiste mi rayito de luz. Fui feliz con vos, y me lo regalaste con todo tu amor.
Ahora lamentablemente no puedo ir y decirte que te amo, pero espero lo sepas donde quiera que estés,