Prólogo

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Un dolor desgarrador se propagaba por todo mi cuerpo. No podía moverme, simplemente me limitaba a sollozar y gritar del dolor que me proporcionaban sus duros golpes.

¿Cuando se cansara?

Me preguntaba cada vez que recibía un nuevo golpe con más fuerza que el anterior.

- Por favor, detente - Le implore en medio de un sollozo, ya no lo soportaba más.

- ¿Qué dijiste pequeña zorra? - Pregunto parando de golpearme y agarrándome fuertemente del cabello para que pudiera mirarlo a los ojos.

Lo mire con todo el desprecio que se puede llegar a tener y con una determinación y valor que no sé de donde surgieron le conteste.

- Que te detengas. Ya veo que el alcohol te vuelve, ademas de cavernícola, sordo. - Lo ultimo se lo dije entre dientes con toda la rabia contenida. Y por la expresión de asombro y luego de ira que pude notar en su rostro veo que no le hizo mucho gracia mi comentario final.

¿Por qué no puedes mantener la boca cerrada Annabeth?. Me recrimine mentalmente.

- Ya veo que ni moribunda se te quita la actitud de zorra. Ya veras lo que te haré. - Con una sonrisa cínica en sus labios me levanto bruscamente del piso. - Con esto aprenderás a mantener tu boca cerrada cuando se debe, y a no faltarme el respeto más nunca en tu puta vida pequeña Annita. - Susurro en mi odio para acto siguiente subirme salvajemente por las escaleras.

Entramos a la habitación de huéspedes que se encuentra al fondo del segundo piso de la casa, y al cerrar la puerta a sus espaldas me aventó con excesiva fuerza a la cama. Yo automáticamente me arrastre hasta quedar recostada en la cabecera de la cama. Si este hombre se atrevía a hacer lo que por mi mente estaba pasando en este preciso momento mi vida se arruinaría por completo. Desde los 12 años he sufrido todos sus maltratos pero jamas se atrevió a ponerme un dedo encima de esa asquerosa manera.

- Muy bien Annita, hoy aprenderás a acatar ordenes. Sinceramente ya me canse de tus malas contestas y de tu maldito sarcasmo al hablarme.- Mientras me hablaba se quitaba lentamente el cinturón y para entonces ya mi cuerpo estaba completamente frío y temblando del miedo.

- ¿Qué me harás? - Pregunte en un susurro mientras veía como se desabrochaba los pantalones. - No te atrevas a ponerme un dedo encima.- Le grite cuando vi que se los terminaba de bajar.

¡Dios, no puedes permitir que este hombre me haga esto! Imploraba en mis pensamientos.

- ¿Qué me harás Annita?- Pregunto mientras se acercaba a mi lentamente. - No puedes hacerme daño.- En un rápido movimiento, que ni me dio tiempo a pensar, me agarro de las piernas jalándome fuertemente para quedar debajo de él.

- Por favor, suéltame.- Solté en un desgarrador sollozo.- No lo hagas, te lo imploro.- Grite cuando sentí su asquerosa mano recorrer mis piernas. Esto no me podía estar pasando a mí.

- ¡Cállate!.- Grito dándome una fuerte bofetada que al instante me dejo aturdida y deje de forcejear bajo su cuerpo.- Esto te pasa por ser una zorra desobediente.- Dijo mientras desgarraba mis bragas.- Ahora Annita, por primera vez se una buena chica y obedece.- Me susurro en el oído al tiempo que se posicionaba entre mis piernas.

- ¡NOOOOO! - Desperté con un desgarrador grito. Estaba completamente empapada de sudor. Mire hacia todos lados cerciorarme de que estaba completamente sola en mi habitación, mire el reloj que estaba en la mesa de noche al lado derecho de mi cama y pude fijarme que eran las 5:30 AM. Con el corazón desbocado y mis emociones al borde del colapso retire con manos temblorosas las sabanas de mi cuerpo para así levantarme y dirigirme hacia el baño.

Hoy seria un día demasiado largo...

¿Y si jamás se termina?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora