Él.

Después.

Lo siento.

Siento cagarla de nuevo

y todas las veces que nuestra relación casi se va a la mierda.

Esta vez he metido la pata hasta el fondo,

lo sé.

La he cagado pero bien.

Lo siento.

Eso es lo único que puedo decir al respecto.
Ya no sé cómo hablar,
cómo actuar
y ni siquiera cómo sentirme.

Lo he estropeado todo.

Sabía que iba a acabar mal, pero no tan mal.
Ya ni quiero salir de casa.

Ni siquiera de mi habitación.

Tengo un nudo en la garganta.

Ya no sé qué hacer.

Ya no sé ni cómo quiero que vaya nuestra relación.

Ya no sé si quiero continuar con nuestra amistad.

Todo, absolutamente todo, ha cambiado.

Lo siento.

Siento haber entrado en tu vida pero no podía verte así.

Y no sé por qué.

Cada día me pregunto el por qué.
No quería que sufrieras.

Cada día me haces, bueno, me hacías sentir especial.

Soy demasiado tonta por sentir lo que siento por ti.

Probablemente si te vuelves a acercar a mí saldré huyendo porque soy débil y no puedo hablarte.

No puedo estar contigo sin llorar o sin sentirme mal.

Lo siento, de verdad.