Frío.
Eso es lo primero que pudo sentir mientras se veía al espejo. Impotencia, esa era otra que se le venía a la mente. Lo pesado de su revólver en mano, el sudor en su frente, el pestilente aroma de su cabello y barba, una a una todas estas sensaciones llegaron lentamente a él. Isaac no podía dejar de mirarse en el espejo, su reflexión difuminada por lo sucio del mismo y la poca iluminación que daban las velas y lampará de gas. Era difícil mantener la mirada para él. Tenía muy en claro lo que quería hacer, pero también que no tendría el valor de hacerlo. Por lo menos no en el estado en el que se encontraba.
Salir de la pequeña habitación en la cual estaba no era un alivio. Justo a su izquierda, se encontraba el pasillo que llevaba a la sala principal de la posada en la que se encontraba. Otras seis personas estaban alrededor de mesas redondas hechas de madera de pino barnizado, todas ellas hablando y disfrutando de una buena cena antes de continuar su camino. Isaac guardo su revólver debajo de su funda y esta misma la cubrió con su abrigo verde olivo gastado. Sus pasos parecían pesados para sus rodillas temblonas, su mano derecha sujetaba con fuerza su abrigo y su mano izquierda se estremecía ligeramente con anticipación, su espalda estaba rígida, incómoda a mas no poder y su rostro reflejaba todo esto que le agobiaba.
Sentarse en una mesa solo no era algo fuera de lo normal en este punto de su vida, ni que el dueño del lugar lo mirara extraño mientras se acercaba.
—¿Qué le puedo traer? —su voz tenía un tono de cansancio, quizás por las horas de trabajo.
—Vodka —eso es lo único que dijo Isaac. Sin mucha demora el dueño llevó la bebida y un vaso, en el momento que este tocó la mesa el hombre la tomó con su mano temblorosa y comenzó a servir. Los primeros tragos ardían mientras pasaban por su garganta a su estómago vacío. Después de un par de minutos más, sus mejillas comenzaron a sentirse cálidas y empezó a perder sensibilidad en las manos. No podía fijar su mirada en ningún lugar en específico y entre más tiempo pasaba, más sentía las miradas de la gente a su alrededor. Ni siquiera dar a volar sus pensamientos podía en ese punto. ¿Acaso esto le molestaba?
No, en lo más mínimo le molestaba, muy poco le importaba, excepto lo que iba a hacer.
—¿Crees que necesite ayuda? —preguntó el muchacho en voz baja a su padre.
—Aleksi, déjalo ser —Su padre le respondió —el hombre parece querer ser miserable, que sea miserable en paz—. El muchacho no era capaz de desviar su mirada, encontraba algo fascinante en la imagen de él y le nacía el deseo de escuchar su historia. Por la apariencia del hombre, este no podía tener más de 40, su cabello y barba eran de un color negro que empezaba a tornarse gris en ciertos lugares, había una larga línea de piel sin un solo cabello que recorría del lado izquierdo de sus labios hasta la mitad de su mejilla y ojeras muy marcadas debajo de sus ojos. Su lenguaje corporal gritaba que todo aquello que estaba mal con ese individuo.
—En un momento regreso... —el muchacho se puso de pie y se abrió paso a la mesa de aquel enigmático hombre.
—Aleksi, Espe- —su padre intentó detenerlo, pero quedaba claro era fútil. El muchacho podía sentir como si una pequeña flama se encendía en su estómago que se volvía más fuerte con cada paso que daba hacia el hombre, "¿Qué es lo que le voy a decir?" fue el primer pensamiento que le llego "¿Acaso estaría dispuesto a hablar conmigo?, ¿Se pondrá agresivo si me acerco?". El tiempo para dudar ya estaba atrás, con un rígido pero sencillo movimiento tomó asiento en la misma mesa que él.
El ruido de la silla moviéndose y la vibración de la mesa captaron la atención de Isaac. Giró su cabeza para poder ver quien era aquel pobre diablo que decidió sentarse junto a él. Al otro lado de la mesa, un joven de unos 20 años se encontraba. El cabello lo tenía un poco enmarañado y la barba apenas le estaba creciendo, de forma bastante irregular, este parecía no haber descansado bien desde hace un par de días.
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Hell Hound
HorrorHay cosas que nos persiguen. Algunas metafóricas, otras literales. A Isaac Makarov lo persiguen ambos en su viaje espiritual para encontrar paz interna en una cacería que se convierte en la pesadilla más grande de su vida.