capítulo 2

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No me lo podía creer: ¡¡Me ha traído a Roma!!!!¿ Se puede ser más dulce?
-.Madre mía...Maxon, me encanta, gracias- le abrace con fuerza-
- Vale, mi amor, te creo, pero no me saques la tripa por la boca por favor.
Solte una carcajada mientras aflojaba el abrazo.
- Lo siento, cariño, es que me encanta que te hayas acordado de cuánto me gusta este sitio.
- Pues claro que me acordé. Lo mejor de lo mejor para MI REINA.
Dejamos el aeropuerto atrás y el chofer nos llevó a una casa de madera en el campo, alejada de la ciudad. La casa era preciosa: tenía una gran cristalera en el comedor que conectaba con la parte trasera del jardín, a dónde estaban la piscina, un columpio y una pequeña terraza de madera. El chófer trajo nuestras maletas y se retiró. Sin previo aviso, Maxon se agachó y me cogió en brazos mientras cruzaba el umbral de la puerta. Solte un pequeño grito de diversión. No me soltó hasta llegar a la habitación. La verdad, era preciosa, pero no tuve tiempo de admirarla, ya que mi querido esposo me arrincono contra la pared poco a poco y empezó a besarme.
- No pierdes el tiempo, ¿eh?- le dije pegada sus labios-
- Creo que tengo que esforzarme para compensarte lo que pasó cuando lo intentamos la última vez-sonrió -
Recuerdo aquel momento: la desilusión que sentí cuando se apartó de mí por miedo a que su padre nos descubriera y el fuego que recorría mi cuerpo. Es igual al de ahora.
- Sí, si que tienes mucho que compensar esta noche, majestad.
Sin mediar palabra, me empujó a la cama y se subió encima de mí. Sus labios iban dejando una estela de besos desde mi boca hasta la mitad de mi abdomen, haciendo que se me hiciera muy difícil respirar. Poco a poco le fui desvistiendo; seguía el mismo orden de la otra vez: primero los zapatos, seguidos por la corbata y la camisa. Parecía que mi cuerpo había sido programado para hacerlo; me resultaba fácil y familiar. Cuando le terminé de quitar la camisa, me quedé mirando sus abdominales. Realmente estaba en buena forma...
Él se dio cuenta de que estaba intentando memorizar cada detalle me sonrió con picardía.
- ¿ Te traigo una servilleta? Te falta poco para empezar a babear, querida mía.
- ¿ Y qué le hago? Dejame que disfruten un poco ahora que puedo- le contesté entre risas.
- Por ti lo que sea, mi amor. Te quiero.
- Y yo a ti, con todo mi ser.
Y con esas palabras, por fin nos convertimos en uno.
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Aquí os dejo el capítulo 2. Por favor, dejad vuestros comentarios con vuestras opiniones. Me gustaría saber si os está gustando. GRACIAS POR LEER!!!

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