s E x

445 45 6
                                    

─¡Nathan! ¡Deja de hacer las cochinadas que estás haciendo y baja ahora mismo!─Gritó Jay desde la primera planta. A Nathan no le quedó de otra que dejarse de sus calenturas y bajar a regañadientes.

─¿Qué quieren?─Preguntó enojado.

─Oye.. Tranquilo viejo.─Tom le sobó la espalda.─Queríamos saber si nos pudieses hacer un favor gigante, como el gran hermano que eres. Como sabes, tú ya acabaste todos los exámenes y nosotros, no. Así que ¿Podrías ir al restaurante más cercano y podrías compramos una hamburguesa triple a cada uno? En conmemoración, puedes comprarte una tú con nuestro dinero. ¿Si? Gracias.─Dijo pasándole cien dólares y sacando a Nathan de la casa.

Rechinando y gruñendo inició su ruta al restaurante donde había conocido a la pelirosa y cuando estuvo allí hizo el pedido. Iban a tardar un poco así que Nathan se sentó en la primera mesa a robar Wifi.

─¿Nathan?─Preguntó una voz aguda a sus espaldas. Él se dio la vuelta con una sonrisa.

─¿Joanna? Que gusto verte... Justo aquí. ¿Cómo estás? Toma asiento.─Habló rápido y entrecortadamente. Él no se había puesto a pensar que tan linda era aquella muchacha. Claro, como no, si andaba de caliente con alguien quien ni siquiera conocía.

─Yo... Iba a hablarte por whatsapp pero me robaron mi celular, así que ahora me comunico mediante mi computadora... Y eso. ¿Cómo haz estado?

─Lamento lo de tu celular. Pues yo, bastante bien ¿Qué hay de ti?

─Con los exámenes explotándome la cabeza pero se puede decir que bien. ¿Esperas tu pedido?

─Emm.. Sí, supongo que tú igual.

─Vine por un helado, pero podemos conversar si no estás apurado.

─Oh, no. Digo... Podemos hablar.

─Pues, si quieres te puedo agregar a Facebook, ya que te dije que íbamos a hablar por whatsapp pero no se pudo.

─Por mí, no hay problema. Toma mi celular.─Le pasó el móvil que tenía la verdadera cuenta de Nathan. Ella buscó Joanna J y se agregó inmediatamente. ─¿Cómo es que tu nombre puede ser tan corto?

─Oh, es solo por privacidad. A la gente le encanta robarme la cuenta y no agrego a casi nadie.

─Interesante, me podría pasar lo mismo.

─Pero ahora podremos hablar por ahí.

Nathan se dio cuenta de las dos distintas personalidades de las chicas que le atraían. ¿Por qué le atraía alguien quien ni siquiera conocía? Ni él lo sabía. No iba a negarlo, ambas le atraían pero era estúpido que Elizabeth lo tenga así si ni siquiera la había visto. Del otro lado, mientras estaba con Joanna su dulzura e inocencia lo fascinaban.

─Sykes, pedido veintiuno.─Anunció la cajera. Nathan se paró rápidamente y recogió las bolsas con las gigantes hamburguesas dentro.

─Adiós Joanna, espero que podamos hablar más seguido. No te olvides de aceptarme la solicitud.─Dijo guiñando un ojo y a la chica se le encendieron las mejillas. Qué inocente, pensó Nathan.

─Adiós, Nathan. Ten un lindo día.─Sonrió hablando con su característica voz aguda y el chico se fue. Con una gran sonrisa.

Facebook//Nathan SykesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora