epílogo

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No fue fácil.

No fue fácil asistir al velorio.

Ni qué decir del entierro.

Nadie jamás comprendería su dolor, ni Max, ni Tom. Nadie.

Ni ella misma podía entender lo que estaba sintiendo.

Estaba muerta en día, ya no había por qué luchar.

Por quien.

Pasó los últimos meses de su vida aferrada a él.

Cada mañana se despertaba por él.

Lo cuidaba, y él la cuidaba a ella.

¿Qué iba a hacer ahora?

Le hizo prometer que no lo dejaría, y fue él quien la dejó.

¿Morirías por mí?─. Preguntó mientras dejaba que le acaricie el cabello.

No tendría porqué pensarlo. Sí, si lo haría.

Yo... Yo también lo haría por ti, Nathan.

¿Por qué piensas en eso, dulce? Disfruta ahora.Comentó repartiendo besos en todo su cuello.

─Él iba a morir por mí.─Susurró, Max se dió la vuelta para interrogar que había dicho.─No, nada.─Sonrió tratando de sonar convincente.

Estaban en la casa de Nathan, aquel hogar que él había construido para ellos.

Podría irse sin más, terminar con su sufrimiento para encontrar uno nuevo más allá.

¿Realmente se reencontraría con Nathan?

Si el precio a pagar, era su vida, estaba convencida de que lo haría. Todo por Nathan.

Los chicos se despidieron amablemente, le dijeron que iban a estar para cualquier cosa. Ella asintió diciendo que lo sabía, les dijo que los quería y dio una calurosa despedida. Se verían la siguiente mañana.

¿O no?

Apagó todas las luces de la casa. Tomó un largo baño para relajarse. Se peinó de la manera que a Nathan más le gustaba, se colocó su mejor prenda y tomó las píldoras que se robarían sus últimos alientos.

Una, dos, tres... Dejó de contar cuando ya había consumido más de diez.

Sus párpados pesaron.

Su respiración.

Se quedó flotando en una luz blanca.

Segundos, minutos, años, lo que sea que haya sido después, escuchó ese rasposo y profundo tono de voz.

─¿Lo ves, amor? Ahora sí estaremos juntos, para siempre.

Facebook//Nathan SykesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora