Art

362 27 113
                                    

Esto es lo más largo que he escrito jamás, también lo más personal.

Va dedicada a uno de los seres humanos más especiales del mundo, @TheParanoikOne, gracias por apoyarme y conterme, por hacerme reír y hacerme feliz. Y aunque, según tu sea de cartón, te doy mi amor incondicional. (gaaay ah)

Y muchas gracias a @Pancor por la portada. Esta terrible de linda. Ojalá te guste y lo disfrutes.

También le debo agradecer a otra persona. Gracias a él esto surgió. Lo quiero mucho, y espero lea esto algun día.

Eso. Espero les guste y volá.

×Art×

I

El muchacho de cabello rubio cenizo llevaba unos ojos azules muy tristes, pensó. Y era una pena, porque era realmente como un modelo.

Matthew decidió ignorar el pensamiento y siguió caminando hacia la maquina expendedora. Su siguiente clase era en quince minutos, tiempo suficiente como para sentarse a leer un rato.

Sacó su bebida de la maquina y se sentó un rato en el pasto, intentando concentrarse en los apuntes de matemática a pesar de sentirse imposible.

Y es que, ¿Como puedes pensar en matemáticas cuando hay unos ojos azules tan tristes?

II

—¡Ya llegué!

El silencio inundó el lugar inmediatamente. Mathew dejó las llaves sobre el mueble más cercano y con pasos suaves se acercó hacia la cocina. Ahí estaba él, con el torso al descubierto y un pantalón corto. Su cabello rubio estaba amarrado en una sencilla coleta baja. Estaba sudado, sucio, con el olor a sexo notorio.

El chico dio una media vuelta y sus tristes ojos azules toparon con los de Mathew. Una sonrisa surcó de los labios del rubio, que se acercó con gracia hacia el otro.

—¿Como te fue?

—Hueles a sexo—respondió—Y yo no lavaré tus sábanas. Que asco—la sonrisa desapareció enseguida.

—¡Matt! ¡Yo no sé usar la lavadora!

—Que pena—dijo encogiéndose de hombros.

—¡Por favor!

—Que no, Iker. Carajo. Siempre traes chicas promiscuas y yo terminó lavando sus cochinas sábanas. Es un asco.

—¡Vamos! ¡O al menos enseñame a usar la lavadora!

—No—y el chico de cabellos negros dio una media vuelta—Y fin de la conversación.

Iker se pasó una mano por el sucio cabello mientras Mathew cerraba de un portazo la puerta de su habitación. Para el último, no era nada fácil vivir con bello artista de tristes ojos azules.

III

Para Iker el mundo se había ido a la mierda hacía un muy buen rato ya.

Un artista incomprendido como él era incapaz de ver todo así como así. No podía ver las grietas ni el humo del cigarro así como así nada más. Algo más se escondía tras las sombras de los árboles, un desesperado amor llenaban los edificios de la ciudad, y un irreversible dolor era el que llevaba el agua al caer ola tras ola en el mar.

ArtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora