La clave está en amar... en amarrarlo en el sótano hasta que le dé el síndrome de Estocolmo.
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La clave está en amar... en amarrarlo en el sótano hasta que le dé el síndrome de Estocolmo.
La clave está en amar... en amarrarlo en el sótano hasta que le dé el síndrome de Estocolmo.