N/A: Gracias por su apoyo con la historia no me imaginé que tuviera buen recibimiento, haha... Prometo escribir seguido para ustedes. Mientras tanto, disfruten...
Desde los acontecimientos en Nueva York Tony Stark había sufrido noches de insomnio y algunas llenas de pesadillas terribles, cada crepúsculo era un infierno que atrapaba su piel y parecía no dejarlo respirar. Las paredes lo encerraban y a pesar de que su cuarto fuera enorme se sentía asfixiado, como si estuviera en uno de un metro cuadrado.
Intentó de todo para olvidar lo sucedido, aunque era aún más difícil al nadie saber lo que ocurría dentro de su mente. Era complicado seguir siendo el mismo hombre cuando en realidad no lo era. Sonreír y hacer bromas pesadas cuando necesitaba palabras de aliento y sólo recibía frases de exasperación y frustración.>
Había pasado un mes desde que había salido y visto en el espacio todos aquellos horrores y misterios que éste poseía. Monstruos y aliens con armas sumamente imponentes a lado de su ligera y pequeña armadura roja; él era una hormiga, un átomo comparado con esas bestias que con resoplar podrían matarlo al estar sin su traje de metal. Fue suerte quizá que sobrevivió. Desearía mil veces haber muerto. Se hubiera ahorrado el dolor, la angustia, el miedo.
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Pero no fue así. El destino, la vida, Dios o bien quién o lo que sea que rija el universo había hecho que sobreviviera. Se sentía avergonzado de sí mismo. ¿Qué diría Howard? Era un Stark, maldita sea. Tenía que comportarse como tal. No podía actuar como un niño temeroso de la oscuridad. Era patético. Era un asco para su apellido. Para el mundo. Él era un superheroe, no cualquier persona que podía acurrucarse en sus cobijas para cubrirse de sus miedos. Él era Iron Man, Anthony Stark. Tenía que comportarse como tal...
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Una noche más había pasado. Al menos en ésta sólo se despertó temeroso una vez. Somnoliento estiró sus brazos, bostezo y se talló los ojos y vio el reloj de inmediato. Marcaban las 6:30.