Era una mañana helada. La noche había transcurrido con calma a diferencia de otras, quizá por fin estaba acabando el martirio...
Quizá. Se dijo suspirando así mismo. Su mente se quedó en blanco, tal vez inconscientemente estaba recordando, pero agradecía que fuera de esa manera.
Jarvis lo sacó de su pequeño trance.
-Buenos días, señor. La señorita Pepper le recuerda que tiene una cita con el señor Fury en tres horas. -¿En serio? -Dijo con disgustó.
-Así es, señor.
Su mirada se dirigió al techo, estaba tan cansado; no quería ver a Fury, siempre terminaban peleando por alguna razón, sobre todo cuando el líder de Shield se ponía en plan de papá regañón. Lo único bueno de esas reuniones eran las pizzas y hacer enfadar y mirar al Capitán América. Sí, el hombre que era su más grande admiración de niño lo seguía siendo de adulto, pero ahora, de una forma totalmente diferente. Tony sabía que no podía hacer nada más que observarlo. Observar esos ojos azules llenos de recuerdos y vida; mirar esos labios pronunciar cada palabra con una dedicación detallada; ver esas mejillas sonrojadas cuando notaba que Tony lo miraba, era incomodidad seguramente. Stark no pensaba que Steve Rogers fuera homosexual, era obvio, además de haber nacido en los tiempos donde totalmente mal visto, sólo había tenido un único amor, la señorita Peggy. Era totalmente inútil tratar de imaginarse al Capitán aceptar que era gay -si es que lo era-. Steve era muy reservado en los temas sentimentales, Tony también, pero en realidad le gustaba alardear solamente que era un mujeriego. Y en realidad lo era porque parecía la única forma de calmar sus ansias. Pensándolo bien. Él es el que parecía tener problemas con sus preferencias sexuales. Jarvis le había dicho de niño que no importaba quién le gustara mientras fuera sincero el sentimiento, pero Howard...Howard no se lo tomó nada bien. Esa noche a la hora de la cena, Tony cometió el error de decir me gustó como lo hizo Hugh; bueno, en realidad todo me gusta de él, fue tan natural, tan espontaneo... Howard sólo se quedó quieto, mirándolo; tragó lentamente su bocado, se levantó de su asiento, camino muy despacio hacia Tony y, de la nada, lo tomó de esos castaños cabellos con una fuerza que el pequeño Stark creía que le arrancaría el cuero cabelludo. Tony escupió un gemido, busco a Jarvis, pero no estaba a la vista. "Cállate", fue todo lo que escucho de su padre. Lo llevo arrastrando hasta su habitación. Tony suplicaba que lo dejara en paz, que fue una equivocación, un error suyo, pero Howard sólo lo ignoro. Al llegar al cuarto, aventó a su hijo adentro. Cerro la puerta con seguro y camino hacia la cama. Ven, dijo. Lo siento papá, en verdad, fue un error, no quise decir eso. Howard no era un padre paciente, tomó a Tony del brazo fuerza Lo puso de espaldas en sus piernas, bajó sus pantalones y le dio una tunda que jamás olvidaría, y no lo ha hecho. Primero eran nalgadas con las palmas de sus manos, luego, parecía que Howard usó puños. Tony nunca sintió tanto dolor. Su trasero le ardía, incluso cree que sangró de los golpes recibidos. Su llanto no sirvió, ni sus suplicas, pues después no sólo fue su parte trasera la que sufrió, fue también su rostro. Una cachetada lo tiró al suelo. Y entonces Howard se le fue a los golpes en seguida gritando que él no había criado a un "marica" y que si seguía con esas estupideces lo desterraría y haría que sufriera de por vida. Estaba ebrio, siempre lo estaba. María intervino en cuanto llegó de las compras y escuchó los sollozos de Tony. Pero no podía abrir la puerta. ¡Howard! ¡Howard! ¡Basta, por favor! ¡Jarvis! ¡Iré a buscar a Jarvis! No había respuestas, sólo más gritos, más suplicos del pequeño Anthony. ¡Marica! ¡Sé un hombre! ¿Que no eres hombre? ¿No que quieres ser un héroe? ¡Los héroes NO son maricas! Cuando María encontró a Jarvis fue demasiado tarde, Tony yacía desmayado en el suelo y Howard seguía golpeándolo. María lo intentó agarrar fuerte de los brazos, le gritaba que parará, pero parecía estar poseído. Jarvis terminó rompiendo un jarrón en su cabeza. María se acercó a Tony, estaba ensangrentado. Sus ojos comenzaban a hincharse y sus labios estaban rotos, al igual que su perfecta nariz. Mi bebé, mi hermoso bebé... Fue lo último que escuchó ese día.
Al parecer durmió varios días, pues cuando despertó su padre seguía siendo el mismo de siempre. Lo ignoraba y sólo hablaba con él cuando se trataba de ayuda en el taller o asuntos muy importantes de la escuela. Tony decidió no volver a hablar nunca del tema, su madre nunca preguntó qué había sucedido, quizá no quería que de nuevo hubiera un problema. Pensó que su padre había olvidado todo, pero no fue así. Seis meses después del incidente, lo envió a un internado. Creyó que lo había desterrado, justo como había dicho, pero en realidad quería que su hijo "sanara". Fue a un internado religioso. Basta decir que no sirvió de nada. Fue ahí donde tuvo sus primeras experiencias. Donde por fin beso a un chico. Pero sabía que no podía tener ese tipo de relación. Aún estaba mal visto. Su padre lo desterraría, nunca vería a María de nuevo, ni a Jarvis, ni podría experimentar más, ser un héroe y salvar el mundo; entonces decidió "ser un hombre". Intentó ligarse a colegialas de otro instituto; salía "a escondidas" para ser descubierto mirando a niñas. Y lo logró. Logró volverse heterosexual para su padre.
O al menos, intentó creerse esa mentira. Y lo logró durante varios años.
Pero entonces, hace unos años apareció el cuerpo del Capitán América. Su ídolo y el hombre al que su padre también idolatraba y comparaba con su hijo todo el tiempo. Cuando lo vio por primera vez, todo cambió. Todo el mundo se quedó quieto. Steve Rogers era el hombre más hermoso que había visto en toda su vida. Y entonces la mentira en que quería creer se desmorono. La cuestión era que el Capitán América era heterosexual y sólo había amado a alguien. Y el mayor problema era que Tony fue un idiota con él. Siempre peleaban. Quizá Tony estaba resentido con Steve por ser la persona a la que su padre le ponía más atención y al parecer, el Capitán tenía una visión de Howard demasiado errada. Pero no quería arruinar más las cosas. Sería demasiado imprudente.
-Señor, perdón que interrumpa sus pensamientos de nuevo, pero la señorita Potts está en la línea.
Y estaba ella también su fiel y enamorada asistente.
-Está bien, Jarvis. Ponme en contacto.
-De acuerdo, señor.
-¡Tony! ¿Dónde estás? ¿Ya te bañaste? ¿Estás listo?
-Pepper, buenos días para ti también.
-Tony, sigues acostado. Deberías ya estar cambiado. No falta mucho para la junta con Fury.
-Pepper. -intentó interrumpirla.
-Además necesito que vengas a la empresa a firmar unos documentos para una nueva negociación. Y...
-¡Pepper!
-¡¿Qué?!
-¿Podrías calmarte? Respira.
Pepper lo miró detenidamente y suspiró unos segundos después.
-Perdón, Tony...
-No, no. Cálmate. No hay porqué ponernos así. Sólo... relájate. ¿De acuerdo? Me alistaré, te veré pronto y haremos todo lo que quieras. ¿Está bien?
-Gracias, jefe...
-Y, tal vez después vayamos por una hamburguesa. ¡Necesito urgentemente una!
Pepper sonrió. Dios, era un ángel. Si tan sólo pudiera amarla...
-De acuerdo, Tony. Gracias.
-No puedes quejarte de que soy un mal jefe, ¿no?
-Claro que no-, rió.
-¡Bien! ¡Entonces cambio y fuera!
-Hasta luego, jefe.
En cuanto la voz de Pepper desapareció Tony pensó si sería buena idea ir de compras a la joyería...
Supongo que es lo más correcto. Pensó.