The Bet

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Nagisa estaba de buen humor.

En general, la clase E lo estaba. Dentro de ese pequeño edificio destartalado, situado en la montaña detrás del instituto Kunugigaoka, los estudiantes de la clase E junto con el ser amarillo con tentáculos al que llamaban Korosensei se encontraban de lo más tranquilos ese día. Habían terminado los exámes del segundo trimeste y tras descubrir ayer que todos ellos habían entrado en el top 50 no podían estar más agradecidos. Dejándo a parte el hecho de que el presidente del instituto intentara derribar el edificio por haber desmontado su sistema de educación perfecto, les alegraba saber que habían conseguido todo eso con esfuerzo y con la ayuda de su extraño profesor. No lo habrían hecho sin él.

Nagisa miró a su alrededor sin evitar sonreír en el proceso. Estaba al lado de Kayano y Kanzaki que hablaban con Sugino de algún tema en especial. Sus demás compañeros también se veían animados, yendo de acá para allá comentando algún que otro plan de asesinato o algún rumor desinteresado del instituto. Pero había algo que al peliazul le estaba molestando y se estaba esforzando mucho en ocultarlo. Porque en el otro extremo de la clase, apoyado en la pared y mirando la ventana cada dos por tres se encontraba Akabane Karma, el ahora número 1 de la escuela. De todos los de la clase E, él debería ser el que más animado tendría que estar y cuándo Karma tenía buen humor, se notaba para bien o para mal. Después de lo ocurrido con los examenes finales del primer trimestre, Karma había logrado superar a su rival, Asano Gakushuu y había demostrado que tenía habilidad lo miraran por donde lo miraran. Sin embargo, en vez de estar haciendo gamberradas por ahí o restregándole su victoria a su profesor, se dedicaba a mirar por la ventana "disimuladamente" y a tener la cabeza un poco en las nubes. Esto a Nagisa no tendría porque importarle, pero el pelirrojo era su amigo al fin y al cabo y sabía que él tenía tendencia a guardarse las cosas para sí mismo. Tal vez eso era lo que menos le gustaba de él.

-No soy la única que ha notado que Karma está raro ¿Verdad?- Dijo Nakamura a su lado de repente. La rubia se había dado cuenta de que le observaba de reojo y al parecer ella también estaba viendo la abstracción del chico.

-¿Lo está?- Preguntó Kayano girándo la cabeza para mirar al otro lado de la clase.

-Ahora que lo dices, está algo distraído.- Afirmó Sugino mirándole también.

-Tal vez tenga algo en mente.- Respondió Kanzaki con una leve sonrisa.

Todos se habían quedado mirando al pelirrojo, el cuál seguía en su propio mundo frente a la ventana. A lo mejor Kanzaki teniá razón y estuviera pensando algún plan de asesinato, o alguna gamberrada. Nunca sabrían lo que se le pasaba por la cabeza a Karma.

-¿Tengo algo en la cara?- Preguntó el pelirrojo de repente. Nagisa no se había dado cuenta de que este había levantado la cabeza hacia ellos y se dirigía hacia el pequeño grupo con paso lento. Lo más probable es que se sintiera observado y saliera de su burbuja de pensamientos en la que estaba metido. Cuándo Karma llegó a su lado se le veía con una ligera expresión de molestia, pero el tono de diversión en su voz y la naturalidad con la que actuaba daba una impresión totalmente contraria.

-¿Pasa algo? Estás algo raro.- Le dijo Nagisa sin rodeos. Sabía que si con Karma no ibas directo al grano te podrías pasar todo el día intentando averiguar lo que te oculta y al final no saber nada de nada.

-No.- Respondió este con su típica sonrisa socarrona al instante.- Solo estaba pensando en algo que...

Se calló cuándo sintió una vibración en el bolsillo del pantalón. Sacó su móvil rápidamente para sorpresa de los demás y miró la pantalla con cara pensativa. Nagisa fue el único en darse cuenta, no solo del leve brillo de diversión que centelleó en los ojos de Karma al ver el nombre de la persona que le llamaba, si no de la duda de este entre si coger la llamada o no. Cuándo iba a preguntar, el pelirrojo ya estaba colgando y guardando el móvil con toda naturalidad posible.

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