Los rayos del sol resplandecen cada amanecer, los rayos de sol iluminan cualquier parte del mundo, anunciando la llegada de un nuevo día, donde puede pasar muchas cosas buenas al igual que malas, pero hay un lugar donde los rayos del sol no pueden tocar, un pequeño laboratorio que está oculto detrás de unas montañas, localizado cerca de un pequeño risco donde las olas del mar golpean salvajemente contra la orilla de aquel acantilado, como si reclamara algo que le perteneciera, pero en ese lugar solo hay días grises y malos, pero no para todos, sino para un joven pelinegro que ha estado atrapado en ese laboratorio por dios sabe cuántos años, aquel joven de ojos azules, y piel blanca combinado con un tono carmesí, provocado por todas las inyecciones, punzadas y cortes que le han causado, su rostro tiene un mirada fría y sin vida, como un cascaron vacío.
Este joven azabache quien solo viste con un bóxer color negro, él ha tratado de escapar repetidas veces sin éxito alguno, mientras que todos lo miran como si solo fuera un pedazo de carne, un joven sin vida, un don nadie.
Todos los días para el ya son una rutina, en la mañana le dan un poco de pan, un vaso de agua y tres cubitos de gelatina si somos específicos, después es llevado a un cuarto donde le sacan sangre de los brazos y piernas, luego lo atan a una silla que es sumergida en agua fría repetidas veces, al terminar, sin secarlo lo llevan de vuelta a su habitación de siempre que más bien es como una celda sin barrotes, que en realidad es un pequeño cuarto color blanco donde solo hay un baño una toalla en el piso, este cuarto solo puede ser abierto atreves de unas tarjetas de seguridad que solo algunos científicos poseen, en la comida le dan cualquier cosa que sobre de la cafetería, seguidamente es llevado a otra habitación para ser analizado e inyectado de nuevo y al llegar la noche era regresado a su celda, encadenado, de vez en cuando recibe algo de cenar o hasta que alguien se percate de su existencia.
En si para este joven ya no hay razón para vivir...
Llego un día donde se debía hacer un cambio de personal, llegaron cinco nuevos científicos, entre ellos había un joven muy apuesto de cabello castaño y ojos verdes, amable con todos, este nuevo científico fue integrado al experimento 097.
Era la hora de ver que era el experimento 097, el castaño fue a la habitación donde se le había indicado, al entrar se encontró con el azabache que yacía recostado en una camilla, sus manos y tobillos estaban atados a la camilla y tenía una mordaza en la boca, el ojiverde quedo en shock al mirar al pelinegro ya que estaba inmóvil y no hacia ningún esfuerzo en tratar de zafarse de las sogas, solo estaba ahí, quieto, esperando, esperando que esta tortura terminara pronto, esperando el día el cual sería libre, esperando a alguien que le ayude.
El científico se acercó al pelinegro y lo vio de pies a cabeza, por un momento sintió que tenía que hacer algo pero no lo hizo, así que prosiguió como le habían indicado.
Al terminar vio como otros sujetos lo encadenaban y se lo llevaban brutalmente a su celda
Las cosas no cambiaron mucho, pero a este nuevo miembro de equipo le intrigaba mucho el joven de ojos azules.
Un día se le ocurrió desatar al pelinegro, y este le pregunto porque, el castaño simplemente respondió para que te sientas mejor, pero el lugar de escuchar un gracias lo que escucho no lo dejo dormir, le dijo:
Todos los días me torturan casi hasta la muerte, no veo como desatando unas simples cuerdas me harán sentir mejor
En la noche el azabache recibió una visita inesperada, el castaño le había conseguido algo de comer, el ojiazul quedo agradecido, hasta que le pidió algo a cambio, el joven no sabía que sería pero no le importo y acepto, lo que el científico le pidió fue...
Su nombre
Suspiro y su respuesta fue Haru, Haruka Nanase, sin miedo alguno haru pidió al científico su nombre recibiendo como respuesta Makoto y a partir de ese día estos dos se veían a escondidas todas las noches
La terrible vida de haru no cambio, por fin alguien conocía su sufrimiento, pero no hacía nada para detenerlo, al contrario, le causaba más dolor saber que alguien con tan buen corazón no pudiera ayudarlo, y en vez de sentir aprecio, sintió asco.
Todos los días eran terribles, pero este día en especial iba a ser el peor de todos, descubrieron al científico con el azabache y los castigaron a ambos, al castaño le prohibieron acercarse al prisionero, mientras que al otro le dieron azotes frente a la persona que le pudo haber ayudado.
Ese mismo día, decidieron dar por terminar la investigación 097 y para terminarla uno propuso ejecutar al joven, por la seguridad de ellos mismos, esta noticia llego a los oídos del castaño y sintió como algo dentro de él se rompía en mil pedazos
El día de la ejecución seria mañana en la mañana, hasta entonces, ese día sería el último día de vida del joven, quien con tanto anhelo deseaba que su sufrimiento acabara, de cualquier forma...
Incluso la muerte
El día se había vuelto peor, el cielo comenzó llorar.
Haru estaba en su celda encadenado, como todas las noches, de pronto alguien entro corriendo, era el científico, pero se veía diferente, se veía agitado, en sus manos traía un hacha, lo que causo que haru comenzase a asustarse, este levanto el hacha en forma de ataque, el ojiazul cerró los ojos con fuerza dejando salir una pequeña lagrima y entonces...
*Crack*
Al abrir los ojos vio que las cadenas que los sujetaban estaban rotas, miro a su salvador agradecido
Makoto apresurado lo cubrió con la bata que llebaba puesta, lo tomo del brazo y lo saco de ese lugar, las alarmas se activaron y cada vez que pasaban por algún pasillo podían verse luces rojas, makoto no soltó la mano de haru, incluso cuando los otros científicos estaban tras de ellos
Al llegar a la salida el castaño paso una tarjeta que bloqueo la puerta, los científicos golpeaban desesperadamente la puerta amenazándolos a ambos de muerte si no la abrían, ambos ignoraron todo y siguieron corriendo, haru no podía creerlo, estaba afuera, por primera vez en mucho tiempo sintió el aire fresco y la lluvia acariciando su rostro, corrieron hasta llegar a un risco, no había salida alguna, era el fin, makoto apretó la mano de haru y comenzó a llorar, abrazo al ojiazul y pidió disculpas, pidió disculpas por no haberlo salvado, este esperaba que el azabache lo golpeara o le gritar pero lo que recibió fue algo que ni él se lo esperara...
Un beso
Makoto devolvió el beso, haru le agradeció diciendo que si había una salida y miro hacia el risco
A lo lejos se escuchaban voces y se veían algunas luces, ambos se miraron, entrelazaron sus manos y saltaron.
Los científicos los dieron por muertos ya que no supieron nada de ellos, pero con el paso del tiempo, el mar se había calmado, ya no se escuchaban las olas golpear tan fuerte, el sol salió y ese lugar quedo en el olvido
Para ambos amantes es sufrimiento se termino, la libertad y la paz por fin llego.
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Save me
Short StoryEres el unico que siente mi dolor, pero lo unico que haces es ver, alguien que me ayude, por favor, estoy atrapado en un lugar sin salida... Makoharu one-shot