Levantarse a las diez de la mañana en un domingo, es pecado. Yo quisiera tener más horas de sueño pero tenía que levantarme. Y ahí estaba, al borde de la cama, mirando alrededor, donde se encontraba mi perro, Beibi, un gran danés. Me levanté, me aseé y bajé a la cocina. Enseguida pregunté por el desayuno, pero mi mamá me dijo que tendría que hacerlo yo misma pues no había con qué y debía comprar.
Camino a la tienda, vestía muy sencilla, escuché:
-¡Harold Edward Styles!- gritó eufórica una mujer. -¡En este momento sacas la basura!-
-¡Ya voy, mamá!- gritó devuelta, sin ganas.
Alcancé a ver como la puerta se abría para verlo salir con dos fundas de basura que dejaría a la esquina de su casa. Yo por mi parte seguí caminando y compré lo necesario.
El resto de la mañana traté de bañar a Beibi y decidí salir a comprar útiles escolares porque empezaría clases el martes. Tenía que sacar mejores notas y tratar de hablar más seguido con Harry, pero ambas eran malditamente difíciles. Aun así, lo haré, como sea. Pero bueno, no quería ir a comprar sola así que llamé a mis amigas: Amelia y Sara, respectivamente.
-¿Aló?-
-Hola Meli, ¿Quieres acompañarme a comprar útiles escolares con Sara?-
-Sí, ¿ya sabe Sara?-
-Nope, después de ti la llamo-
-Ah, ok. Nos vemos en el patio de comidas, ¿ok?-
-Ok, allá nos vemos- dije contenta.
Después llame a Sara y empecé a arreglarme. Después de una ducha decidí ir con un pantalón estampado de tono pastel y una camiseta azul sin mangas con vans azul marino. Me peiné, maquillé y alisté lo necesario en mi bolso para estar lista a las 2H33 pm.
Cuando llegué al centro comercial, me dirigí hacia el patio de comidas y las vi sentadas a ambas así que fui directo a saludarlas con un abrazo y pasamos el día entero juntas. Al final regresé a casa con un terrible dolor de cabeza, así que tuve que acostarme y quedé dormida en segundos debido al cansancio.
El lunes no fue muy especial porque pasé en casa arreglando mi cuarto y vagando hasta que llegó la noche, y tenía ese estúpido dolor de cabeza otra vez, así que tome las llaves de la casa y salí hacia la farmacia. Recuerdo que a mitad de camino hay un parque muy lindo, pequeño y muy florido, con juegos y esas cosas. Pasé por ahí pero fui directo a la farmacia y compre mi pastilla con una botella con agua para tomarla enseguida porque el dolor era insoportable. Después de eso regresé al parque y aunque sabía que mi mamá me iba a linchar por demorarme, me senté en una banca para relajarme. O al menos esa era mi intención, quedarme quieta con el silencio de la noche hasta que una pelota rodó hasta toparse con mis pies. Levanté la mirada con curiosidad y me encontré a un niño de aproximadamente siete años. Él niño tomó su pelota y se disculpó. Le sonreí por su educación y me pude fijar que detrás del niño se encontraba Harry.