- Lo siento papá se que es difícil aceptarlo pero tu hijo es como es. -Mi voz es silenciada cuando el volumen de la radio empieza a aumentar.- ¿Qué pasa? Si al menos me sacas de Barcelona seria buena idea que me dirigieras la palabra. - Otro intento. Pruebo a tocar su hombro pero se aparta.- Frío papá. Eso es muy frío.- No me ha dirigido la palabra en todo el viaje, sus últimas palabras hacia mi fueron: "Mañana a primera hora nos vamos y si no quieres te mandare a un internado." ¿Injusto verdad? Pues esto no acaba de empezar. Ah, por cierto, soy Micky. Bueno, Miguel. Pero hace tiempo que no dejo que nadie me llame así.
El viaje empezó por la tarde. No me he despedido de nadie, no he sido capaz. Nadie sabe que me he ido y lo prefiero.
Dias Atras...
-Yo me iría a Jamaica.- Soltó Cristina.
-Pues yo a new York.- Soltó Ángel.
-Yo iría a Inglaterra. -Dijo Paula.
-¡Pues yo a Amsterdam! -exclamó Tommy.
-¿Y tu a dónde irías Micky?
-¿A qué lugar me iría para no volver? -Tendría que estar lejos claramente, tener mar y silencio, mucho silencio... En fin, paz para relajarme. En esta ciudad no se encuentra eso facilmente.
Esa noche en casa de Tommy, minutos antes parecían volar las preguntas existenciales.
-No puede ser que seas el único que no se vaya a quedar a dormir, Micky.-Protesta Paula.
Paula, una chica perfectamente delgada, rubia, alta y de piel más o menos clara.
-Hay cosas que dan más pena, pero tengo que irme.
Lo que nunca supieron es que ese "Tengo que irme" no quería decir irme de casa de Tommy dentro de una hora, si no irme de Barcelona sin ni si quiera decir adiós.
Salí al balcón de Tommy y dejé que la oscuridad que hay en él me absorba mientras contemplaba la calle. Es gracioso ver cómo el caos de la ciudad desaparece a ciertas horas de la madrugada, daba mucha paz. No sé cuánto tiempo estuve ahí pensando en ciertas cosas, solo sé que al salir todos dormían en los colchones colocados en el suelo del salón de la casa de Tommy.
Me acerqué a Ángel que estaba tumbado al lado de Paula. Eran la mejor pareja que había visto desde que empezaron. Me coloqué al lado y susurré: Ángel, me voy.El coche de mi padre frena de golpe y para la radio.
-¿Qué pasa? -pregunto Sobresaltado. Mi padre me mira y tarda demasiados segundos en formular una frase.
-Se ha pinchado una rueda, necesito que bajes a cambiarla.
Obedezco sin rechistar y bajo del coche. Intento abrir el maletero, pero este no se abre. Antes de que me dé cuenta, una humareda proveniente del tubo de escape me inunda y me deja sin visión mientras el coche de mi padre sale a toda velocidad, dejándome atrás. Dejando a su único hijo atrás. Tardo en reaccionar, y como si fuera posible alcanzarlo, corro detrás de él. Grito "Papá" una y otra vez, pero el coche ya ha desaparecido y yo no sé donde estoy. La visión de la carretera me deja lleno de dudas y de dolor. Papá, soy asi. Papá. Y por eso te has ido.