Joseph Loud

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Queridos lectores, el Gato de Cheshire presenta:

" MEMORIAS DE UN HOMBRE CON MÚLTIPLE PERSONALIDAD"

Como ya he comentado otras veces, yo no suelo escribir mis propias novelas. Pero me encanta buscar historias abandonadas en lugares insopechados, y esta es una de las primeras que encontré. Primero pensé que se trataba de una especie de informe médico sobre un paciente esquizofrénico, pero el vocabulario que utiliza no es el que suelen utilizar los médicos y psicólogos, así que es posible que se trate de un familiar empeñado en hacerle una biografía a su pariente enfermo.

¡Que la disfrutéis!

Gato de Cheshire

Ese hombre tenía una esquizofrénia con síndrome de múltiple personalidad diferente; no de las que conoce todo el mundo. Era una nueva rama cuyos síntomas, en vez de provocar conversaciones entre una misma persona, provocaba cambios de personalidad según las horas del día.

Su personalidad de las ocho de la mañana era la de Joseph Loud. Era una entidad pacífica, normal, aburrida. Su único pasatiempo era el de dar de comer a las palomas.

Cuando aquella mañana abrió los ojos, pensó en que su vida era realmente muy extraña. Después de las doce del mediodía, nunca conseguía recordar lo que había hecho. Tampoco había podido consultar con un médico, porque, hasta el momento, jamás había podido concertar cita para antas del mediodía. Era muy exaspterante, pero Joseph había terminado por acostumbrarse y ya no le importaba. Su día duraba cuatro horas, y las aprovechaba como podía.

Después de desayunar uns tostadas con bacon, se vistió y sacó una barra de pan del cajón. La desmigajó con los dedos y fue metiendo las migas en una bolsa de plástico que cerró con un nudo una vez estuvo llena. Entonces, se peinó el abundante pelo con una mano y pensó en lo afortunada que era la gente calva. "Ellos no necesitan peinarse", masculló para sí. Al no tener confianza en sí mismo, no era capaz de mostrar su belleza natural al mundo real, y eso (junto con su adoración hacia las palomas) hacía imposible mantener una relación estable con él. Pero poco importaba.

Cuando aquel día salió a la calle, nada más llegar al parque, vio a una preciosa chica sentada sola en el banco. Cuando se acercó a ella, vio con sorpresa que la muchacha le sonreía y comenzaba a hablar amigablemente con él. El pobre hombre, no entendía nada, aunque intentaba aparentar convicción cuando asentía con la cabeza o intercalaba algún comentario ingenioso (o eso pensaba él). Pero ella no era tonta.

-No te acuerdas de mí, ¿verdad?-preguntó frunciendo el ceño.

-No, la verdad es que no. Pero no entiendo por qué. Eres la típica persona difícil de olvidar-contestó Joseph con su mejor sonrisa y peinándose nerviosamente el pelo hacia atrás.

-Claro. Qué tonta he sido. Mira que pensar que tú eras diferente... Todos sois iguales. Ayer estuviste muy simpático, pero luego debiste estar con cinco más y no te acuerdas ni de sus nombres. ¡Cerdo!-gritó mientras se levantada sulfurada y enojada y se iba con paso decidido.

-¡Espera!-exlamó Joseph, extrañado-. Si ayer no salí...

 Eso llevaba pasándole aproximadamente toda la vida. A menudo se encontraba chicas (y algún que otro chico) por la calle, que se quejaban de que les había olvidado a pesar de haber tenido una relación estable durante bastante tiempo. Joseph pensaba que debía de ser algún grupo de gente resentida que se burlaba de él. Pero como no sabía ni qué grupo, ni por qué, ni de qué podrían conocerle, lo había dejado estar.

Cuando Joseph volvió a casa, ya eran las once y media de la mañana, e hizo lo que siempre hacía, tumbarse en el sofá y esperar a que su consciencia desapareciera. Lo que hiciera luego, nunca lo sabría. Tampoco le hacía falta. O quizás sí. Si alguna vez le secuestraban después de las doce y despertaba al día siguiente sin saber donde estaba, podía preocuparse bastante."¡Ya lo tengo! Escribiré un diario para ver si consigo escribir lo que hago cuando no estoy consciente y así luego, cuando vuelva a estar aquí, podré leer lo que ha pasado. Es posible que no escriba nada, pero vale la pena intentarlo".

Y así, Joseph Loud cogió una libreta y, con un permanente, apuntó con gruesas letras: ESCRIBIR LO QUE HE HECHO HOY. Empezó a relatar quien era, por qué escribía y qué debía hacer cuando él mismo lo leyese al ver la libreta.

Y su mente quedó momentáneamente en blanco.

Y Joseph dejó de ser Joseph.

Memorias de un Hombre con Múltiple Personalidad (PARADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora