Parte 2: Hasta que mi corazon muera

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Muy temprano me levanté, pensando en ella, en que hacía en ese preciso momento, en si tal vez me extrañaba. El frío me mantuvo inquieto, mis manos temblaban y por la ventana se veía una muy espesa niebla. Fuí al baño; cepillé mis dientes y busqué mi caja de cigarrillos, el cenicero y me senté en la cama en dirección hacia la ventana.

Dejé que el humo se fuera junto con mis pensamientos. Ya estaba un poco obstinado de pensar en ella todo el día, todos los días. Parecía drogadicto controlando la ansiedad de no consumir esa droga. Tenía 1 semana sin verla, ya que estaba de viaje hacia una montaña al Oeste de la ciudad en la que vivía. No habia señal, ni telefonos, ni internet, ni su sonrisa en mis mañanas, ni su voz en las noches.

La ultima vez que la ví le dije que se cuidara mucho, que no quería perderla, que si volvía pronto iría a verla. Ella estaba triste, lo sabía porque ya había visto su sonrisa al despedirse pero con los parpados levemente caídos. En ella, eso era tristeza pero no quería demostrarla.

Unos de mis recuerdos más apreciados fué el que más hizo que pensara en ella.

Fué una tarde, recuerdo que ya me despedía para irme a mi casa; Ella me tenía tomado de la mano y me repetía que me quedara una noche más. Quería pero no podía, ya que le prometí a mi madre que la ayudaría en algunas quehaceres de la casa.

»Quedate hasta mañana, por favor.

Para cambiar la conversación, le pregunté algo estúpido. No es que no quería quedarme, ya su madre estaba molesta y si me quedaba un día más sentí que me asesinaría mientras dormía y le prometí a mi madre que la ayudaría:

»¿Aún me amas? -Ella colocó su gesto de molesta sin dar respuesta alguna y desviando la mirada. Yo repetí:

»¿Aún me amas? Mirame a los ojos. -Tomé delicadamente su quijada con el indice y el pulgar, volteandola lentamente hacia mis ojos.

Ella furiosa respondió:

»¡Sí! Que intenso te pones.

«No quiero irme y que aún estés enojada. Repite que me amas una vez más. -Le dije mirandola a los ojos, fijamente.

»Te amo. -Susurró

«No escuché lo que dijiste.

»¡TE AMO! -Gritó, con los ojos cerrados como si le pusiera el corazón a sus palabras.

»Eres mi vida y no quiero tener que dejarte. No me gusta que vivas cerca de la bruja de tu vecina, siento que ella te saparará algún día de mi lado. -Ella odiaba a mi vecina, ya que un día se me quedo mirando fijamente y ella se dío cuenta.
Yo tenia un noviazgo con mi vecina hace 6 años, en ese entonces tenía 12. Salíamos a la calle a jugar y solo lo hacíamos para vernos. Era muy tierno pero las cosas cambiaron y ya había conseguido la otra mitad de mi corazón.

«Estás celosa. -Dije con una voz cantona que sabía que a ella le molestaba.

Una de las cosas que me hizo enamorarme de ella era su gesto cuando estaba molesta, era demasiado tierna, amaba sus furicos ojos y ella odiaba que la hiciera sentir enojada, celosa o triste.

»Es lógico que esté celosa. -Estaba muy molesta, y me daba sermones, parecía a mi madre regañandome. Ya me tenía obstinado y ya sabía como callarla.

«Callate. -Le dije abalanzandome sobre ella, robandole un beso.

Ella estaba del color de un tomate y estaba muy furica. Y le dije

«Estaré contigo hasta que mi corazón muera, hasta que el sol se apague, hasta que la ultima estrella en la infinidad del espacio desaparezca.

Ella odiaba lo cursi pero decía que amaba cuando yo me ponía así.

Fue la despedida más triste. Me subí al taxi y me llegó un mensaje que decía "Ya te extraño." El nudo en mi garganta se hizo imposible de tragar, me sentía asfixiado y una sonrisa me dejó durante el resto del día.



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