CAPÍTULO 1

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UN NUEVO CASO

- A partir de aquel día todo fue una pesadilla. Cada vez que abro los ojos creo que estoy en mi antigua cama, tumbado, con el periódico en la mano y escuchando como aquellos grandes estruendos me hacían temblar. Apenas teníamos nada en el piso, escaso mobiliario ya que lo habíamos tenido que vender para conseguir dinero, y nos habían cortado suministro de agua. Sí, reservé algunos peluches para ti, tenías miedo del ruido de los motores y te abrazabas fuerte al oso de peluche que te conseguí en la volferia cuando apenas tenías dos años. Papá y mamá aún estaban con nosotros y nada había empezado, por meses... Cuando tú dormías yo me sentaba junto a la ventana, en la butaca donde solo lo hacía el abuelo, y miraba a la calle como podía. Las ventanas estaban cubiertas de ceniza y el cristal ardía como si se fuera a derretir. Miraba a la calle y veía como los blindados las cruzaban, buscando cualquier revolucionario que anduviese suelto a esas horas. Nos impusieron el toque de queda, nadie podía salir de casa ¿recuerdas?

- Perfectamente Boris, ahora veo con otros ojos aquel recuerdo pese a que sigo temblando cuando imagino aquel ruido estruendoso de las aspas girando.

- Lo sé... te veo cuando paso por tu cuarto - le respondí con tristeza.

- Pero bueno Bo, ahora tenemos una nueva vida, la que no tuvieron nuestros padres. Por cierto, nunca quisiste contarme qué les ocurrió.

- Nunca vi el momento oportuno para hacerlo pero ahora que estamos solos y que además ya eres mayor si lo veo claro. A ver cómo te lo explico... era una tarde normal, ya estaba...

- ¡Buenas tardes chicos! ¿Qué tal estáis?- entró interrumpiéndome Sonia.

- Hola cariño, aquí estaba hablando con mi hermana mientras hacíamos de comer - le dije mientras le daba un beso.

- ¿Ah sí? ¿Y de qué hablabais querido Boris y querida Dina?

- Del pasado - respondió mi hermana.

- Ah... sí... tu hermano me contó por el infierno que pasasteis. Nosotros también lo pasamos pero creo que no fue tan duro.

- Bueno, anda, dejemos el tema, que estamos terminando el almuerzo y hay que poner la mesa todavía. ¿Tu padre viene a comer hoy?

- No creo Boris. Dice que está muy atareado, cosas de viejo amargado.

- No hables así de tu padre Sonia, le debemos mucho por habernos acogido a mi hermana y a mí en vuestra antigua casa y cuidarnos como a sus hijos.

- Ahí llevas razón, bueno, voy a lavarme las manos y pongo la mesa - me dijo mientras se alejaba por el pasillo.

- Bueno viejuno, creo que los filetes están listos ¿no? Vamos a recoger esto un poco y nos vamos a comer.

Llevé la comida a la mesa, unos filetes rusos con algunas especias que habían quedado muy bien, y entregué a cada uno su plato correspondiente mientras hacía ademán de sentarme. El comedor no era muy grande pero lo suficiente para no sentirte agobiado alrededor de la mesa. El silencio se impuso así que di algo de conversación.

- ¿Habéis tenido muchos problemas hoy?- le pregunté a Sonia.

- Bueno... hemos tenido que abrir otro expediente. Hemos encontrado a un hombre en el distrito D. El cuerpo está... como si lo hubieran devorado unos osos.

- Qué raro... los únicos animales que hay están en el depósito y no he escuchado ninguna noticia de que se hayan escapado.

- Pues el cuerpo está como está, no sabemos qué le ha ocurrido. Con este ya van siete en estos dos meses. Mi padre tuvo que ir hasta el sitio donde se encontró el cuerpo y cogió muestras.

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