Capitulo 1 (Comienzo de una vida, mi verdadera vida)

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Luego de unos meses ingrese en una importante empresa bancaria, y la verdad, amaba mi trabajo. Pero solo estuve allí durante poco tiempo, ya que cuando me postulaba para obtener un cargo mayor me di de golpe contra una cruda realidad.

Para empezar, me hice todos mis exámenes médicos para ver si estaba apto, pero al parecer, había un inconveniente de salud. Cuando los resultados llegaron a la empresa y mis superiores los revisaron, me llamaron instantáneamente a recursos humanos solicitándome con urgencia. Era la jefa, con mi carta de despido, ya que en los exámenes médicos salió VIH positivo.

Salí de allí muy triste y me dirigí a la casa de mi mejor amiga. No sabía cómo empezar, ya que apenas y salía de mi shock. Al final, luego de haber intentado ser suave, pero solo lograr preocuparla más, lo solté de golpe, a lo que ella rompió a llorar y lo primero que pensó fue que me iba a morir o algo así. Luego de llorar junto a ella, y lograr tranquilizarla, ella saco a la muchacha fuerte que siempre fue y me mostro su sonrisa de apoyo. Ella era realmente una gran amiga. Luego de eso, fui a casa de la hija de mi madrina, la cual era más que eso, ella para mí era mi madre, ya que ella me vio nacer. Se lo conté también y podría jurar que escuche algo quebrarse dentro de ella, lo que me confirmo con una mirada llena de dolor y rabia. Me reprocho el ser un insensato, a lo que no podía replicar, ya que tenía toda la razón, pero luego del llanto y el regaño, me sonrió, diciéndome que todo iría bien y me abrazo. Me miro de una manera, que aun no puedo comprender y me dijo: —Habla con tu familia, Ziiat. Ellos te tienen que apoyar.

Pero no fue así. Escogí el peor momento para decirle a mi madre, ya que estaba con su familia, los cuales son unos hipócritas de primera, y atacándome, la hicieron ponerse de su lado, por lo que se molesto tanto conmigo que salió de la casa y se fue, seguida por toda su familia. Estos le metieron ideas en la cabeza a mi madre, haciéndola repudiarme.

Al día siguiente me voy a la facultad de arte, ya que las entrevistas eran aquel día. En el camino me encontré a Eliana, mi mejor amiga, puesto que también quería entrar a la universidad, pero por la rama de la comunicación social. En el transcurso del día de entrevistas, conocimos a unos chicos que de verdad estaban locos. Sus nombres eran: Gabriela, Daniela y Francisco.

Gabriela quería estudiar una carrera en la que destacaba; diseño de modas. También estaba la elocuente, pero muy inteligente Daniela, que era una come libros y quería estudiar historia. Y el último pero no menos importante: Francisco, que ya tenía un semestre en fotografía.

Ese día fue perfecto, conocer a esas personas fue genial, ya que me cayeron muy bien y me hicieron olvidar mis problemas por unas horas. Esa noche llegaría a casa con una gran noticia: que fui admitido en la universidad y empezaba clases en unas semanas. En el camino me detuve para llamarle a mi papa, era momento de hablar con él, pero antes de marcar el numero, lo vi dirigirse a mi sonriendo y en cuanto me tuvo cerca, me abrazó.

¡Wow! me sorprendió que ese padre tan de corazón frío y sentimientos ocultos me demostrara su afecto.

—Hijo mío, ¿como estas? —habló con tono triste.

—Hola —respondí con frialdad.

El me miró fijamente, con pesar.

—Tu madre me conto todo lo que te pasó. Quiero ayudarte, ¿que necesitas?

—Solo necesito tu apoyo incondicional —le respondí realmente sorprendido de que eso estuviera pasando.

Esa tarde entendí que las personas están molestas porque tienen sentimientos oprimidos, que solo necesitan desahogarse y lo que me gusto más, fue que me apoyó en lo que realmente me gusta, se alegró de que me aceptaran y me dijo que mi talento lo tenía que explotar al máximo.

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