Jacinto, problemático y quisquilloso, tenía mala suerte en el amor. Encontraba musas en cada esquina y se ilusionaba frecuentemente; la imagen enaltecida de cada una, pasado cierto tiempo, caía en declive agudo golpeando contra el suelo una y ota vez.
- Eres la más bella perla dorada que jamás he conocido -solía decir a sus prospectos amorosos y, a la vez que las enamoraba, se enamoraba él mismo; porque, después de todo, así es el amor: uno lo infla y es inflado-. Oye, oye... ¿como que probemático y quisquilloso? Y, ¿qué es eso de "perla dorada"? ¡No se puede ser más barroco! -estoy contando una historia; no interrumpas-. Es que no me gusta lo que dices sobre mí...¡y no me gusta tu estilo! -eres mi creación y yo decido qué decir sobre ti-. Ay sí, ay sí. Soy el Dios escritor y decido qué hacer con mis personajes. ¡Yo también puedo escoger!
-¡No voy a seguir discutiendo contigo!
-...
-¿Qué pasa?
-¿Por qué te hiciste un guión aparte?
-Me estoy personificando.
-¿No se supone que eres el escritor?
-Sí.
-No te puedes personificar.
-Puedo hacer lo que quiera.
-Sí, sí...me olvidé que eres un dios.
-¡Me estas enojando!; estoy considerando acabar esta historia con un asesinato (ahora eres un personaje, así que también puedo asesinarte). ¿Qué haces entre paréntesis? (Si ahora tú eres un personaje, yo puedo estar entre paréntesis) ¡No puedes hacer lo que te dé la gana! (Jorge, ¿ya te diste cuenta que esta redacción esta desequilibrada?) ¿Desequilibrada, cómo? (Sí, mira: en el primer guión hay un párrafo de seis líneas y el resto de las conversaciones te están quedando demasiado largas e intrascendentes; incluso esta conversación se está llevando a cabo dentro de un guión. Se te está yendo de las manos).
-¡Ya me cansaste! Voy a seguir narrando con o sin tu permiso.
-OK.
-¿OK?
-Sí, OK. Sigue narrando.
-¿Seguro?
-Seguro.
-¿Es en serio?
-Sí, en serio.
-¡Quién te entiende? Primero interrumpes y ahora estás como si nada ha pasado.
-No sé que quieres que diga. Tú comenzaste.
-No, ¡tú comenzaste!
-Se ve que eres un mal escritor: se te van de las manos los diálogos y te pones al mismo nivel que tus personajes. Mal, muy mal...así no serás nunca un escritor reconocido. De hecho, este relato es muy infantil.
-No voy a seguir tu juego.Jacinto, problemático y quisquilloso, además de histérico, sólo ha amado y amará a una sola mujer. Sus encuentros furtivos con diferentes mujeres no son más que un autoengaño, un semblante de galán para ocultar el vacío y el amor inconfesable hacia Zoila.
Zoila: Hola.
Jorge: ¡No puede ser!
Zoila: Jacinto, ¿es cierto lo que Jorge dice?
Jacinto: Sí, lo es.
Z: ¿Por qué nunca me lo dijiste?
Ja: Porque tenía miedo de ser rechazado.
Z: No tienes miedo de seducir a otras mujeres pero tienes miedo de declararme tu amor sincero.
Jo: ¿Ahora van a discutir sus discrepancias amorosas?
Ja: Has sido la única mujer que me ha intimidado hasta tal punto de no poder decir lo que siento.
Z: Eso es lo más lindo que me han dicho nunca jamás.
Jo: ¡Me rindo!Jorge se dio cuenta que no podía capturar el amor ni por mucho que fuera un invento suyo. El amor tiene una fuerza propia que se escapa de la imaginación de cualquier escritor, artista o soñador. Entonces se cansó de escribir cursilerías en cursiva sobre el amor y se fue a dormir pensando que otro día tendría que continuar otra historia que tenía pendiente hace mucho tiempo.
Hogo Náutico (Jorge Rendón J.)
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Crónicas de un amor incontrolable
RomanceJacinto y Zoila se aman pero él, problemático y quisquilloso, no se atreve a confesar su amor. Relato altamente cursi e infantil, según Jacinto.