Capitulo 4

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La escritora terminó el relato después de tres meses de trabajo arduo. Finalmente, colocó las últimas palabras. Lágrimas bajaban por su rostro sin que ella pudiera evitarlas.

No me gusta la gente que llorareprochó el recuerdo, tan claro, tan pero tan nítido, que parecía estar allí con ella.

—No me importa tu opinión—rezongó la escritora—de todas maneras esto es por tu culpa.

El recuerdo se rió de su cara de enojada y ella automáticamente empezó a reírse. El recuerdo calló y desapareció.

La escritora no pudo evitar sollozar ante el inmenso vacío que se extendía en su pecho. El dolor se abalanzó sobre ella hundiéndola en la más profunda de las tristezas.

Ella era solo eso.

Un recuerdo. Solo un recuerdo.

Releyó el final, aquel odioso y devastador final. Tragó para deshacer, aunque fuera solo un poco el nudo que se formaba en su destrozada garganta.

Y luego lo borró.

"El despertador sonó implacable en la esquina de la habitación.

Sofía abrió un ojo a la vez. Tenía los ojos pegados debido a las lágrimas derramadas en su sueño.

¡Sueño! ¡Era un sueño!

Se levantó de un salto para asegurarse de que no estaba sola en el cuarto. Prendió la luz y la vio. Su cabeza estaba pegada a la almohada, mientras dormía. Se acercó para escuchar su respiración y le pareció el sonido más maravilloso del mundo.

Fin"

La escritora llamó a su editor para informarle que ya había terminado su novela. El hombre contestó que enhorabuena que lo hubiera logrado y que seguramente sería un maravilloso relato como todos los anteriores.

Luego de cortar llamó a su marido, quien se encontraba emocionado y al mismo tiempo, preocupado por su esposa. No le entusiasmaba mucho la carga emocional que ella había tenido que sobrellevar por escribir aquella dichosa novela. Había sufrido de frecuentes pesadillas y silenciosos llantos, de los que solo se había enterado por notar el rostro enrojecido de su esposa al salir del baño.

Le prometió salir más temprano del trabajo para leer el trabajo terminado. Y eso fue lo que hizo.

Antes de leer siempre tomaban una taza de café con unos bizcochitos. Luego su esposa se iba a amasar pizza y él se dedicaba a la lectura.

Se le cayó el alma a los pies cuando vio de qué se trataba la novela, pero se mantuvo callado y fijó su entera atención a la lectura. Ni siquiera notó que su esposa lo observaba mientras leía, acusando cada una de sus reacciones, cada gesto, cada expresión.

El marido suspiraba, apesadumbrado en algunos momentos, como si le doliera leer. En otros momentos se masajeaba el pecho o se agarraba la garganta e intentaba tragar.

Era la primera vez que le afectaba tanto una novela y no estaba seguro de si era porque conocía muy bien la historia y a todos los protagonistas personalmente, o si era el hecho de que sentía cada pedazo del alma de su amada y rota esposa en las líneas. Quizás era un poco de ambas.

Tuvo que interrumpir la lectura para comer. Pero al terminar la retomó urgente. Leyó y leyó y leyó. Como si su vida dependiese de ello. Estuvo toda la noche leyendo. Amaneció y sonó el despertador, ante lo cual se levantó su esposa, quien lo encontró mirándola. Sus ojos estaban enrojecidos por el esfuerzo, su frente arrugada por la preocupación.

—Le cambiaste el final—dijo, después de unos minutos en silencio.

—No me gustan los finales tristes—replicó con un largo suspiro.

—¿Estás segura de que lo querés dejar así?

—Sí, me...me hubiera gustado que eso hubiera pasado...que solo fuera un mal sueño, que solo hiciera falta despertarme y acabar con la pesadilla—su voz se rompió en una dolorosa congoja naciendo desde su estómago y extendiéndose a través de su pecho, para terminar atascada en su garganta. El marido sintió dolor de solo verla, se acercó y la abrazó. Acarició su pelo y ella empezó a llorar. 

—Shh, Sofi, todo va a salir bien—su voz era un susurro, mientras la mecía de un lado al otro—va a ser un éxito.

—¿Te parece?

—No podría estar más seguro.


Un Final Para Mi RecuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora